Sones de estreno para la Soledad en Oviedo: una procesión entre la multitud

El recorrido por el Oviedo Antiguo de la procesión, acompañada por multitud de fieles, concluyó con la interpretación de una nueva pieza en honor de la Virgen

Oviedo

La imagen de Nuestra Señora de la Soledad cruzó la puerta de la iglesia de San Isidoro el Real, puntual, a las diez y media de la mañana, portada por 32 braceros, para iniciar un recorrido por el Oviedo Antiguo. Arropada por una multitudinaria compañía, la segunda procesión de la Archicofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora de los Dolores en su Inmaculada Concepción -la primera fue la del Viernes Santo- enfiló hacia la plaza de la Constitución. Hasta ella volvería más de dos horas después, cuando se estrenó un tema compuesto por Jesús Alberto Alonso Pacheco, director de la Banda de la Unión Musical del Principado, y dedicado a la Soledad, que fue interpretado por la soprano Vanessa del Riego. La agrupación puso las melodías durante la procesión.

La imagen de la Soledad procesionó, con manto de luto, acompañada por cinco Bomberos y un cortejo de mujeres ataviadas con la típica mantilla española. Ante la talla, una larga hilera de nazarenos. Y tras la imagen, el párroco de San Isidoro el Real, José Luis Alonso Tuñón, representantes del Regimiento Príncipe número 3 y de la Policía Local además de integrantes del resto de cofradías ovetenses. En su trayecto el paso se encontró con varias zonas estrechas y con giros en las que fue necesario ajustarse bien para pasar como en el Tránsito de Santa Bárbara.

Antes de llegar allí, la procesión, que pasó por las calles Mon, Sol y Máximo y Fromestano, hizo dos paradas. La primera fue en el entronque de esta última calle con San Isidoro, donde estuvo la iglesia del mismo nombre. Allí se rezó un responso por los difuntos. Más adelante, ya en la Corrada del Obispo y ante la Casa Sacerdotal la comitiva se detuvo otra vez para rogar por los párrocos de toda Asturias. Después, el director de la Casa Sacerdotal, José Antonio González, se dirigió a los presentes para lanzar varias peticiones, entre ellas "paz" para las familias, "fortaleza y coraje" para los cristianos o "honestidad y servicio para los políticos". Todas ellas se guardarán "en un arca en forma de corona durante todo el año bajo el manto" de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, aseguró el hermano mayor de la cofradía, Luis Manuel Alonso.

Tras rodear la Corrada del Obispo, la procesión llegó al Tránsito de Santa Bárbara y a la calle Santa Ana para desembocar en la plaza de la Catedral. El recorrido siguió, bajo el sol, hacia el Edificio Histórico de la Universidad y, desde Ramón y Cajal, enfiló hacia Altamirano para llegar a la calle Rúa. Se acercaba otro de los puntos en los que los braceros tuvieron que ajustar la altura para pasar bajo el arco del Ayuntamiento. Ya en la plaza, el estreno de la pieza musical con motivo del treinta aniversario de la refundación de la cofradía.

Se sucedieron vítores y aplausos cuando los braceros levantaron sobre la cabeza el trono y los pétalos cayeron ante el camino que realizó el paso hacia la iglesia de San Isidoro el Real. Fue antes del baile con el que se remata la procesión, en la que se homenajeó al capellán castrense Manuel Suárez Peñalosa, que falleció en febrero. La cruz Fidelitas con la que se había condecorado al sacerdote fue llevada en el paso de la procesión. También se rindió tributo a Eloy Palacio, bombero que falleció en 2016 en un incendio en Uría y los dos compañeros que fallecieron en Alcorcón este mes. La cofradía había salido el día anterior en la procesión del Santo Entierro, que tuvo que variar el recorrido por la lluvia.

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