Palabras y música para celebrar el Día del Libro en Oviedo

Los poemas de alumnos de la ESO del Aramo y los instrumentos de los estudiantes del Conservatorio "dialogan" para celebrar el 23 de abril

Rubén Pereira Silva interpreta a la tuba una sonata de Haendel ante alumnos del Instituto Aramo. | LUISMA MURIAS

Rubén Pereira Silva interpreta a la tuba una sonata de Haendel ante alumnos del Instituto Aramo. | LUISMA MURIAS

Oviedo

"Si nadie contara mentiras, la verdad saldría de repente y qué bella sería la vida". Cuando estas palabras resonaron en el auditorio del Conservatorio Superior de Asturias, el "diálogo" entre los poemas del alumnado del Instituto Aramo y los instrumentos de los estudiantes de música ya enfilaba su tramo final con el objetivo conseguido: una actividad bien concebida y mejor ejecutada para poner una nota singular en la celebración del Día del Libro.

"El poder de las palabras" puso título al concierto conmemorativo, ideado por las profesoras del Conservatorio Superior de Música del Principado, Paula Raposo y Sara Tovar, donde el contrapunto corrió por cuenta del concurso de relatos y poemas entre los alumnos de cinco grupos de 1º de la ESO del Instituto Aramo, del que salieron los textos intercalados ayer entre sonatas y preludios.

No faltó de nada. De entrada, el curioso e inquieto alumnado del Instituto Aramo se encontró con la jornada de puertas abiertas del Conservatorio de Música y, en pleno vestíbulo, con la interpretación de piezas mucho más informales, cercanas al jazz y la bossa nova, de las que iban a oír tiempo después en el auditorio subterráneo del Conservatorio.

Doble piedra de toque para ambos alumnados. La chavalería del Aramo conoció por indicación de sus profesores que cuando se escucha música clásica en un concierto "están terminantemente prohibidos los teléfonos móviles, así que mejor dejarlos en silencio o incluso apagarlos".

El entrenamiento también vino bien a los estudiantes de música, que voluntariamente se apuntaron a tocar en esta actividad. "Para ellos son tablas, claro, pueden tocar con público, que es para los que nos preparamos aquí", comentó la profesora Paula Raposo.

Entre sonatas de Haendel y Beethoven, preludios de Rachmaninov, Maslanka y Debussy o la pieza de Sarasate "Aires gitanos", tocadas por Rubén Pereira, Elio Bernalte, Sergio Cotarelo, Lidia Meleiro, Alfonso Huerta, Beatriz García Cueva, Francisco Javier Ferreras, Alfonso Mollá y Nicolás Fernández, subieron al estrado del auditorio diez alumnos de 1º de la ESO del Aramo,cuyos textos, todos ellos originales, habían resultado seleccionado de entre todos los participantes. Rompió el hielo Carlos de la Iglesia, que puso voz a toda una declaración de intenciones: "A veces es mejor hablar en el silencio que desagradar con sus palabras". Luego llegó el turno de Bianca Cándido, Jimena Cabrero y Ainara Castaño, quienes a tres voces relataron que te puedes enamorar "del libro que me hizo sentir que alguien por ahí sí que sabe los que es sentir".

Ismael Afzal Novo también fue de los elegidos para compartir en público su composición sobre el valor que tienen las palabras, para lo bueno y para lo malo. "Tenemos que tener cuidado con lo que decimos (...) El poder de las palabras está en todos y es nuestra responsabilidad utilizarla con precaución", dijo este niño de trece años, que lleva tres en España, a donde llegó de Escocia. "Allí hay clases de cómo respetar a los demás", comentó luego, a la salida del concierto.

En cambio, otra de las alumnas del Aramo, Helena Cuesta Otero, se inspiró en un mundo mágico para su pequeño relato "Palabralandia", también muy aplaudido desde el patio de butacas por sus compañeros del Aramo. "Me gusta mucho la fantasía y, entonces, cogí ese concepto y lo relacioné con el mundo de las palabras, dando a entender que con el paso del tiempo la importancia de las palabras ha ido disminuyendo y tienen que volver a recuperar su papel en la sociedad", explicaba luego Helena Otero, una vez terminado el peculiar diálogo entre los alumnados del Conservatorio y del Instituto Aramo y sin que, por cierto, sonase ningún teléfono móvil en los cincuenta minutos de concierto.

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