Crónica del apagón en Oviedo: 23 rescatados en ascensores y caos en comercios y hostelería

En busca de papel higiénico y agua tras el apagón: la imagen de los supermercados asturianos que recuerda a la pandemia

Amor Domínguez

Los relojes de las calles de Oviedo se pararon exactamente a las 12:31 y a partir de esa hora la ciudad se sumió en el caos más absoluto. Se apagaron los semáforos, las cajas de los supermercados, las neveras de los restaurantes, los móviles comenzaron a fallar y todo se tiño de oscuridad en el interior de los comercios a pesar de que en la calle brillaba un sol de justicia. No tardaron en oírse las sirenas de la Policía y los bomberos, no funcionaban las puertas de los garajes, los vecinos que tienen sistemas electrónicos para entrar en sus edificios no podían subir a sus casas y en los centros de salud, atestados de pacientes, tampoco funcionaba nada. "Esto es el fin del mundo", aseguraba dos horas después Matilde Solís, una mujer que trataba insistentemente de llamar a su hijo a pesar de que el móvil sólo le permitía realizar llamadas de emergencia.

Al igual que ocurrió en toda España y en el resto de países que se vieron sorprendidos por el apagón, con el paso de las horas se fue elevando la tensión entre los ovetenses. Se acabaron los hornillos en las ferreterías, en los bazares ya no había velas a eso de las cuatro de la tarde y los clientes de los pocos supermercados que permanecían abiertos llenaban sus carros hasta arriba de latas de conserva, pilas y botellas de agua, por si las moscas. "La gente está histérica, parece que estemos en guerra", explicaba la propietaria de una pequeña tienda de alimentación de Ciudad Naranco.

Todos los centros de trabajo tuvieron que cesar su actividad y las calles se llenaron de trabajadores a la espera de acontecimientos. "No podemos hacer nada, hemos tenido que suspender todas las videollamadas que teníamos previstas con clientes y no podemos hacer absolutamente nada. No funciona ni el teléfono fijo", explicaba Laura Aragón, que trabaja en una empresa de márketing afincada en la calle Uría. "Esto es un caos en toda regla", apuntillaba su compañero Enol Álvarez. Entretanto, los clientes de los centros comerciales del centro y de las tiendas de ropa iban desalojando porque estos establecimientos también tuvieron que echar el cierre por el apagón.

Nadie sabía nada y en los bares, que en su mayoría si permanecieron abiertos, comenzaron a correr teorías de todo tipo. "Esto es un ciberataque seguro, pero espero que no tenga nada que ver con la guerra porque entonces si que tenemos que empezar a preocuparnos seriamente", decía Iván Menéndez en un local de la calle Campoamor. "No se si es guerra o no es guerra, lo que sí se es que va a haber unas pérdidas económicas tremendas en todos los sectores. Yo, por el momento, ya he tenido que anular diez comidas que tenía reservadas y no se si voy a poder servir las cenas", apuntaba la dueña del establecimiento, Judit Blanco. "La gente tiene miedo a lo que pueda pasar en sus casas y también a que la situación se alargue y se puedan producir disturbios. No es ninguna broma", aseguraba Ramón García. 

David Tuñón, otro hostelero de la zona, se expresaba en la misma línea. "Esto es un auténtico caos. No podemos dar comidas, no podemos tirar cañas, el lavavajillas no funciona, toda la mercancía que tenemos en las neveras se está estropeando, el hielo, los arcones congeladores, las cajas registradoras... Tenemos que tomar nota a mano, como se hacía en el siglo pasado", decía. "Vamos a tener muchas pérdidas", insistía Gerardo Villamil, que trabaja en otro bar de la calle. Eso sí, las terrazas estuvieron llenas a lo largo de todo el día. El tiempo y la ausencia de trabajo llevaron a los clientes a los bares.

Mientras tanto, en el Ayuntamiento se reunía el gabinete de crisis. Bomberos, Policía Local, Protección Civil, representantes del servicio de aguas políticos... En vista de la situación acabaron por establecer el nivel 2 de emergencia, el mismo que se aplicó a nivel regional. Según explicaron fuentes municipales, a lo largo de la jornada los servicios de emergencias rescataron a 23 personas encerradas en ascensores e intervinieron para prestar ayudas a personas con problemas de movilidad.

Oviedo comenzó a despertar a eso de las siete y cuarto de la tarde. La luz comenzó a llegar a algunos hogares y puntos de la ciudad, aunque los semáforos aún no funcionaban y los teléfonos tampoco. Fuentes municipales adelantaron que la Policía Local redoblará sus esfuerzos esta noche para vigilar la ciudad por si hay más apagones. 

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