Jesús Sanz, en el funeral por el Papa Francisco en la Catedral de Oviedo: “El Papa tenía sus luces y sombras, sus errores y aciertos, sus gracias y pecados”

El Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, avanzaba en su homilía de la misa de funeral por el Papa Francisco en la Catedral de Oviedo, recordando las muchas conversaciones que mantuvo con Begoglio, la primera cuando aún era Arzobispo de Buenos Aires, sobre la situación de la Iglesia de América Latina ante algunos totalitarismos, y la última, no hace mucho, en Roma, cuando el apagón eléctrico general lo enmudeció. La megafonía dejó de funcionar, las pantallas colocadas en las naves laterales en las que se retransmitía la ceremonia se apagaron, todas las luces también, la Catedral se quedo en penumbra. En el interior estaban las máximas autoridades del Principado, empezando por el Presidente, Adrián Barbón, y por la delegada de Gobierno en el Principado, Adriana Lastra.

Pese a todo, tras unos minutos de desconcierto, el Arzobispo retomó su sermón, a viva voz, y los políticos continuaron en sus bancos.

Hasta entonces todo había transcurrido según lo previsto. Minutos antes del inicio de la misa la Catedral estaba ya completamente llena de gente. Autoridades, políticas u de otras estamentos, habían ido llegando, temprano, poco a poco. El último fue el presidente del Principado, Adrián Barbón, que calificó al Papa Francisco como “irrepetible” y lo ha comparó, por la adhesión que logró concitar, con la figura del fallecido Gabino Díaz Merchan, que fue Arzobispo de Oviedo y cuya tumba en la capilla de Covadonga se acercó a visitar antes de que empezara la misa.

“Pocas veces vemos una unanimidad tan grande a la hora de despedir a alguien en la sociedad asturiana”, declaró el Presidente. “Ha sido el Papa de la cercanía, que ha apostado por las mujeres en la Iglesia, el de los humildes, los pobres…”, continuó y recordó “su abrazo a los inmigrantes”, que escenificó en su visita a Lampedusa. “Dio voz a los que nos la tenían”, le reconoció. El presidente asturiano, que se presentó como católico, también mencionó la primera aparición de Francisco en el balcón de San Pedro, tras su designación como Papa, humilde, sin revestimientos, joyas ni oros, “hablando con los gestos”.

Poco antes el Alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, había incidido en el merecido homenaje que se le tributaba a Francisco con el funeral en la Catedral ovetense, por su compromiso con los más pobres y añadía, él que también se declara creyente, que en esa solidaridad con los pobres por la que Francisco abogaba “no debe haber diferencias religiosas ni políticas”.

Ya en el interior de la basílica, el Arzobispo, con báculo y mitra, y revestido de morado, estrechó las manos a las autoridades, que ocupan la primera fila de bancos. Entre ellos, además de los ya citados, el presidente de la Junta General del Principado, Juan Cofiño; los alcaldes de Gijón y Villaviciosa, Carmen Moriyón y Alejandro Vega; el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Jesús María Chamorro; la fiscal superior, Eugenia Prendes; el coronel delegado de Defensa, Juan Luis González; el jefe superior de la Policía Nacional, Jorge Ignacio Moreno, y numerosos concejales y diputados regionales y nacionales.

Por las naves de la Catedral procesionaron, para ocupar su lugar en el coro del altar mayor, el centenar de sacerdotes llegados de toda Asturias que cooficiaron el funeral.

Todo transcurrió normalmente, con la Schola Cantorum de la Catedral acompañando el rito con sus voces, hasta que cesó el suministro eléctrico. Pese a la sorpresa y la inquietud inicial el Arzobispo se repuso y continuó su homilía. Aunque no era fácil hacer llegar la voz hasta el último rincón de la Catedral, a rebosar de gente, Jesús Sanz se esforzó por hacerse entender y completo su sermón hasta el final. Contó que lo que más recuerda de Francisco son sus gestos, el primero de todos ellos su visita a Lampedusa, clamando vergüenza por las decenas de miles de inmigrantes ahogados en el Mediterráneo. También sus lágrimas en la plaza de España en Roma ante la Inmaculada al no poder ofrecer a la Virgen La Paz en Ucrania.

Habló de Francisco, en su homilía, como del “hijo de unos emigrantes italianos, el argentino porteño de Buenos Aires que hizo estudios de formación profesional en Química, el jesuita que enseñó literatura en los colegios de la Orden, el Arzobispo de la capital de aquella inmensa pampa, el sucesor n. 266 del Apostol San Pedro”. Se refirió también a “sus luces y sombras, sus errores y aciertos, sus gracias y pecados, como a cada uno nos sucede en nuestra propia vida”.

Jesús Sanz dio por supuesto, además, que “se irán poco a poco difuminando las proclama de quienes reivindican la herencia del Santo Padre abanderándolo con sus propias enseñas, haciéndole socios de sus intereses o inscribiéndole bajo las siglas de una forma de ver y vivir las cosas”.

El Arzobispo de Oviedo, que contó que el domingo había llegado de Jerusalén donde mantuvo un encuentro de convivencia con 250 obispos de 70 países y había presidió la Eucaristía en el cenáculo de la Última Cena, se hizo eco de las palabras del cardenal Re en el funeral romano del Papa y como él pidió su bendición desde el cielo.

El funeral por Francisco en la Catedral de a Oviedo se completó, duró más de hora y media y acabó pasada la una y media. Pese a las noticias que iban llegando desde el exterior sobre la caída del suministro eléctrico, cada vez más alarmantes, todo el mundo permaneció en sus sitios. Solo la delegada del Gobierno se marchó antes de que finalizara, tras la homilía.