Oviedo, a pie de calle

El barrio alfa de Oviedo crece en turistas... mengua en vecinos: una radiografía de El Antiguo

El casco antiguo, cruce de caminos y de bullicio a través de los tiempos, es testigo de la desestacionalización del turismo y cuenta con algo más 3.200 habitantes, cuatrocientos menos que en 2008

Vista aérea de parte del Oviedo antiguo, con la Catedral y el palacio arzobispal en el centro y en su trasera, el Museo Arqueológico (a la derecha). A la izquierda, el conjunto del Museo de Bellas Artes.

Vista aérea de parte del Oviedo antiguo, con la Catedral y el palacio arzobispal en el centro y en su trasera, el Museo Arqueológico (a la derecha). A la izquierda, el conjunto del Museo de Bellas Artes. / IRMA COLLÍN

Oviedo

Alfa de Oviedo doce siglos de atrás, hoy es uno de los barrios más modestos en términos de población, con poco más de 3.200 vecinos, pero el más rico en historia, cultura y paisanaje de toda la ciudad. El Oviedo redondo que como buena ciudad medieval creció en torno a su Catedral y mercados, late ahora con pulso comercial, turístico y hostelero, con el sello peatonal como marca y el problema de ruidos, asociados a la movida nocturna, como reivindicación vecinal sostenida desde hace décadas. De por medio, un incendio en la Nochebuena de 1521, que duró dos más de meses y marcó el fin de la Edad Media ovetense: no quedaba otra que reconstruir la ciudad donde apenas quedó en pie la Catedral, la "Sancta Ovetensis".

El asentamiento paulatino de locales de hostelería y pequeño comercio no se corresponde con un incremento demográfico en el Oviedo Antiguo, que lejos de crecer en los últimos años ha menguado. En julio de 2008 la estadística municipal contabilizaba 3.638 vecinos, una cifra que ahora se ha reducido a 3.261. Casi cuatrocientas personas menos y eso que el número de habitantes extranjeros sí ha crecido en ese mismo período, pasando de 259 a 401, al igual que la cifra de nacionalidades, que subió de 34 a las 54 actuales, con Colombia (66), Venezuela (49) e Italia y Rumanía (23) como países de origen que copan el podio de los inmigrantes censados en el casco antiguo.

La pirámide de edades refleja la madurez del vecindario. El 58 por ciento de los habitantes tiene entre 20 y 64 años, mientras que el 31,2 por ciento de sus vecinos ya son jubilados, de más de 65 años, y solo algo más del 10 por ciento corresponden a los menores de 19 años. La cohorte de edad más numerosa es la comprendida entre los 50 y los 54 años, con 267 personas.

La transición del Oviedo medieval, cuya vida transcurría en lo que hoy se conoce por el casco antiguo, al moderno fue abrupta, dramática: una peste en el año 1517; el devastador incendio declarado en Cimadevilla en la Nochebuena de 1521 que se llevó por delante casi todas las casas del entorno, construidas en madera, y muchas vidas; una gran inundación en 1522 y terremotos, uno también en ese año y, sobre todo, el del día de Santa Lucía de diciembre de 1575, que dejó grandes daños también en la Catedral. Como contrapeso a tanta catástrofe entre esas murallas, el arzobispo Fernando Valdés Salas promueve la fundación de la Universidad de Oviedo en 1608.

Vista aérea de parte del Oviedo antiguo, con la Catedral y el palacio arzobispal en el centro y en su trasera, el Museo Arqueológico (a la derecha). A la izquierda, el conjunto del Museo de Bellas Artes.  | IRMA COLLÍN

Detalle de la plaza del Fontán en la esquina que conserva sus columnas originales. / Irma Collín

Muchos de los nombres de las calles permanecen con el paso de los siglos, pero los usos han cambiado. Así las calles Argüelles y Jovellanos, que hoy día están de camino a la populosa Gascona con su vergel de sidrerías, eran a finales del siglo XIX el llamando Campo de la Lana, punto de salida para las diligencias que partían de la capital a Cangas del Narcea, Tineo y a localidades de la marina occidental como Luarca, Navia, Tapia de Casariego y Castropol. En cambio, los carruajes para la zona oriental, con destino Villaviciosa, Colunga, Caravia o Ribadesella partían de la Corrada del Obispo, con la llamada "Taberna de Laureana" como sitio de referencia, un mesón con lagar al fondo que hacía las veces de parada de avituallamiento para los viajeros de la época, según recogió Luis Arrones en su libro sobre la hostelería ovetense.

El cruce de caminos de antaño ha dado paso a un escenario que hoy comparten además de una de las entradas al Palacio Arzobispal, el Conservatorio de Música, los aledaños de la Cocina Económica de Oviedo y algún restaurante y locales de copas.

El barrio alfa de la ciudad crece en turistas, mengua en vecinos

La plaza de Alfonso II, ante la Catedral, espacio conquistado por el terraceo. / Irma Collín

El casco antiguo de Oviedo fue declarado zona monumental hace ahora 70 años, pero el gran salto de la peatonalización que lo convirtió en modelo de recuperación de cascos viejos, no solo para otros municipios sino también "extramuros" del Negrón y Pajares, llegaría a partir de 1992. Había dinero en las arcas del Ayuntamiento y el primer "plan de choque" municipal consistió en cerrar 31 calles del Oviedo Antiguo al tráfico rodado, echarles pavimento nuevo y colocar farolas de fundición, unas actuaciones que encontraron como complemento un plan de recuperación para más de un centenar de fachadas y la rehabilitación de algunos de los edificios más singulares del cogollo histórico. El casco viejo pasaba de los tonos grises, del blanco y negro al color.

Una metamorfosis que también vivió la plaza del Fontán, con polémica incluida y ya superada por la desaparición de la mayor parte de las columnas originales do de la plaza por donde pasó "La Barraca" de Federico García Lorca en septiembre de 1932. El hecho de ser uno de los barrios más pequeños en población contrasta con un amplio tejido ciudadano que comparten hasta cuatro colectivos distintos: la asociación de vecinos del Oviedo Antiguo; la asociación vecinal Oviedo Redondo; la asociación de vecinos del Fontán y la asociación "Afectados por la Movida", con el ruido nocturno y la seguridad ciudadana entre sus reivindicaciones clásicas. Otro de los contrastes de este cogollo histórico reside en los cientos de miles de turistas que recibe todo el año y que "van en aumento, en los últimos 20 años se ha notado una desestacionalización del turismo", asegura Guillermo Bernardo, propietario de un comercio de recuerdos "La Pita Pinta", en pleno corazón del casco antiguo, en la Plaza del Ayuntamiento, y de otro en el límite con Gascona. Un trasiego de gentes, locales y foráneas, al que contribuye, además del mercado del Fontán y de una rica oferta gastronómica y comercial, una de las "tesoros" del patrimonio cultural local como el Museo de Bellas Artes de Asturias, que reúne obras de genios de la pintura como El Greco, Goya, Picasso, Dalí, Sorolla y Tàpies y de los más destacados artistas asturianos como Aurelio Suárez, Luis Fernández, Antonio Suárez, Nicanor Piñole o Evaristo Valle. Un lujo para los sentidos con entrada gratuita. Mejor plan, imposible.

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