Entran de noche en un nuevo restaurante de Oviedo para robar 3.000 euros: "Nos tenían vigilados"

"Sabían dónde escondíamos el dinero", dice el dueño del local, ubicado en Pumarín

La ventana por la que accedieron los ladrones.  | LNE

La ventana por la que accedieron los ladrones. | LNE

Pumarín

Alberto Casanova abrió hace dos meses su propio restaurante en la calle Palmira Villa, en el barrio de Pumarín tras años trabajando por cuenta ajena. Ayer se dio un madrugón para iniciar una jornada del Día de la Madre que se preveía intensa, pero cuando llegó al establecimiento, a eso de las 7.30 horas, se llevó uno de los mayores chascos de su vida. Alguien forzó unas ventanas del restaurante, accedió a su interior y se llevó unos 3.000 euros entre recaudación, cambio y propinas. "Nos tenían claramente vigilados porque sabían dónde escondíamos el dinero", declaró ayer a LA NUEVA ESPAÑA con tono de resignación.

El caso está siendo investigado por la Policía Nacional, aunque, según indica el dueño, todo huele a chamusquina. Este lunes a las nueve de la mañana estaba previsto que unos técnicos fueran al bar a instalar un nuevo sistema de videovigilancia para sustituir las anteriores cámaras, que habían dejado de grabar. "No creo que sea casualidad", afirma el chef del establecimiento reabierto con el nombre de Arume en marzo.

Aunque hasta ayer se desconocía la hora exacta del robo, tuvo que producirse de madrugada, en el escaso margen de tiempo en que el local estuvo cerrado. Ningún vecino escuchó nada, pero había ventanas forzadas y el caco o cacos fueron directamente a los sitios donde había dinero y objetos de valor. "Se llevaron 2.000 euros de la recaudación del sábado, unos 600 euros más de cambio, más de 400 de propinas y aparatos electrónicos valorados en varios cientos de euros como las PDA o dos teléfonos móviles", explica el emprendedor.

Al hostelero le extraña que dejaran otros productos de valor. "Teníamos bebidas muy caras a la vista, pero no se llevaron nada, venían a lo que venían: a por dinero", relata, asegurando que a pesar de las pruebas de que el robo lo cometió gente que les tenía controlados, no tiene ninguna sospecha de sus trabajadores. "Tengo cuatro empleadas que son como la familia y pongo la mano en el fuego por ellas", sostiene.

Por el establecimiento pasaron ayer varios agentes de la Policía Nacional y de la científica, los cuales tomaron huellas y pruebas para tratar de dar con la identidad del autor o los autores del robo, los cuales dejaron las ventanas del negocio abiertas cuando se marcharon.

El asalto, que se suma a otro robo similar perpetrado la madrugada del pasado jueves en una parrilla de San Claudio por cinco encapuchados, no impidió al empresario abrir ayer las puertas del local y atender las numerosas reservas que tenía del Día de la Madre. "El problema es que al robarnos el teléfono no pudimos atender las reservas y cambios de última hora", concluyó Casanova.

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