Atracón bajo techo en la Corrada del Obispo
El agua obliga a los asistentes a la comida en la calle de las fiestas del casco viejo a refugiarse bajo las carpas: "Si llueve que llueva, pero no vamos a irnos"

Por la izquierda, Lucía Mateo, Jaime García y Bruno Pérez, ayer, comiendo una empanada bajo la carpa del Oviedo Antiguo. / Mario Canteli
La lluvia chafó ayer una de las citas más esperadas de las fiestas del Oviedo Antiguo: la comida en la calle. Había 570 reservas y muchas tortillas hechas para compartir en las hileras de mesas instaladas en la Corrada del Obispo, pero el mal tiempo obligó a los asistentes a conformarse con tomar el vermú y a arreglárselas para comer de pie bajo las carpas instaladas por los responsables del colectivo Oviedo Redondo, los organizadores de los festejos. "Contra el agua no se puede luchar. Aún así seguro que vamos a disfrutar del día como se merece", explicaba Manuel Velasco Almeida, el presidente de la asociación vecinal.
El mal tiempo provocó que no asistiese tanta gente como se esperaba, pero aún así hubo buen ambiente. "Ya teníamos la empanada y la ensaladillas hechas y no teníamos gana de quedarnos en casa. Hay que tirar por las fiestas del barrio aunque el tiempo no acompañe", asegura Lucía Mateo mientras disfrutaba de la fiesta junto a Jaime García y Bruno Pérez. "Estamos en Asturias. Si llueve que llueva, no nos vamos a marchar", añadía Valentina Oros, otra de las que ayer estuvo en la comida del Antiguo.

Yolanda Lobo, durante la lectura del pregón. / Mario Canteli
La última jornada de las fiestas comenzó a las doce y media del mediodía con el ya consolidado homenaje al médico Ildefonso Martínez en la calle del mismo nombre, un acto que se celebra anualmente para reivindicar la importancia de la sanidad pública y que incluye una ofrenda floral ante la placa de un hombre que murió de cólera atendiendo a los infectados en la epidemia que asoló la ciudad en el verano de 1855. A continuación, se celebró la recreación de la lectura del "Manifiesto del Hambre", un texto elaborado por Francisco Bernaldo de Quirós, Marqués de Camposagrado, para denunciar la hambruna que azotó a Asturias a mediados del siglo XIX.
El pregón de las fiestas, que siempre se lee el último día, corrió a cargo de Yolanda Lobo, propietaria durante años del emblemático local Santa Sebe de Oviedo y vecina del Oviedo Antiguo desde siempre. "Yo soy de este Oviedo desde que nací. Todo lo que fui haciendo en la vida fue posible porque ya estaba aquí, porque formaba parte de esta comunidad vecinal, artística, combativa y humana", dijo. "Llegué a ser la mujer que soy porque este barrio me hizo así".
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