Del Natahoyo al Postigo, "el salto de fe" de una marca a un barrio con esencia
"Puru Remangu" llegó al Antiguo para exponer su ropa durante tres meses, pero ya va camino de los dos años y con vocación "de que la zona vuelva a arrancar"

Marina Bruno, con varias prendas de «Puru Remangu» en la tienda del Postigo Alto. | FERNANDO RODRÍGUEZ
"Buscábamos estar en el centro porque logísticamente nos interesaba, pero claro, nosotros en la calle Uría no haríamos nada porque nos faltaba esa personalidad que tiene el barrio del Antiguo. Buscábamos un barrio con personalidad propia". Marina Bruno es una de las cuatro integrantes de "Puru Remangu", una marca de ropa que apuesta por Asturias como seña de identidad y que llegó al Postigo Alto con el plan de abrir una tienda "pop-up" para tres meses, ya va por algo más de año y medio "y con vocación de seguir". La buena química con los vecinos, con el Antiguo y con la clientela ha sido determinante para que la primera tienda física-presencial de la marca haya llegado al Antiguo ovetense desde el Natahoyo de Gijón, origen de una firma que empezó realizando todas sus ventas solo en internet.
La marca, que reúne distintas líneas de ropa divertida y fresca con guiños inequívocos a la cultura asturiana, se gestó, sin embargo, más allá del Negrón, del Pajares y hasta del Guadarrama. "Puru Remangu nació realmente en Madrid hace seis años, cuando los creadores de la marca, Enar Areces y Xicu Ariza, que vivían allí, sintieron la necesidad de hacer algo muy vinculado al sentimiento de echar en falta tu casa, de lo que sientes al estar fuera, la señaldá, y expresarlo en prendas desenfadadas", cuenta Marina Bruno.
Aquella iniciativa cuajó "y en 2020, a raíz de la pandemia, se plantearon dar un salto de fe, creer en lo que habían creado y volverse a Asturias a apostar por esta idea. Cuatro años más tarde llegué yo a la empresa con la apertura de esta tienda y ahora con la última compañera, Claudia González, somos cuatro, o sea que poco a poco vamos creciendo", añade esta gijonesa de 26 años que en este proceso ha hecho hasta mudanza. "La base de Puru Remangu, la oficina y el almacén están en el Natahoyo, de donde soy yo, vamos. Allí tenemos un show room y en 2023 decidimos abrir esto, en principio como una tienda pop-up para tres meses. Pero la experiencia fue tan buena que decidimos quedarnos y aquí estamos un año y medio después", relata Marina Bruno, quien explica al detalle qué es Puru Remangu. "No nos centramos simplemente en hacer ropa, sino que sacamos lo que nos pide cada colección. Tenemos colecciones únicamente de camiseta y sudadera, pero hay otras con mantel y mandil y la semana pasada sacamos una nueva, Cordal, con prendas y complementos para salidas de monte, que a priori podría parecer que no tiene sentido, pero aquí en Asturias sí que lo tiene".
"Flujo de gente muy afín"
Camisetas, sudaderas, forros polares, bodys de bebé, calcetos, gorros, bolsas y hasta tazas integran el fondo de armari de "Puru Remangu", una marca que no eligió al azar el Antiguo para abrir su primera tienda presencial. "Queríamos un barrio con esencia propia, con un flujo de gente muy afín a lo que nosotros trabajamos y vendemos. Aquí cerca tenemos bastantes negocios a los que admiramos y que nos admiran, como puede ser L´Arcu la Vieya y decidimos que este era un sitio que, por así decirlo, nos representaba", comenta Marina Bruno.
"Puru Remangu" encajó en el Antiguo como anillo al dedo. "Nosotros intentamos aportar nuestro granito de arena al barrio y a la supervivencia de esta calle en particular porque da mucha pena ver tanto bajo vacío o cerrado. Yo, por ejemplo, soy la primera que me mudé al barrio, obviamente con una compañera, porque los precios de alquiler no son muy fáciles, pero me vine a vivir aquí", abunda Marina Bruno, que con sus 26 años de ilusión representa una pizca de savia nueva para un barrio muy necesitado de ella: "Me gusta conocer al resto de compañeros que trabajan por esta zona. Intento, siempre que se puede, gastar en negocio local. El primer año que estuvimos aquí ya participamos en el Antroxu con los ‘Mazcaritos’ del Antiguo. Intentamos colaborar y buscar una sinergia en la que todos nos ayudemos unos con otros". Y la vocación es de permanencia en la zona, pero con los pies en el suelo, asegura la joven gijonesa encantada con esta singladura en el Oviedo Antiguo: "Nunca se puede hablar muy a futuro porque las cosas cambian y a veces están fuera de nuestra mano, pero si nosotros, por un suponer, nos tuviéramos que ir de este local, algo que no tenemos pensado bajo ningún concepto excepto fuerza mayor, no nos marcharíamos del barrio".
Para Marina Bruno y "Puru Remangu" el Oviedo redondo supone el escenario ideal para su filosofía de marca. "La gente que ronda el Antiguo es especial, muchos locales me traen el recuerdo de algo de un tiempo anterior. Es bueno disfrutar de una hostelería cercana, conocer a quien está en la mesa al lado tuyo, preguntarle cómo le va vida; conocer a los vecinos; a los que bajan a los perros; al que te vende el periódico y al que te da la fruta. Eso en una ciudad cada vez se da menos, en cuanto sales del Antiguo me encuentro paseando entre extraños, en cambio aquí no doy tres pasos sin conocer a alguien", explica la joven, convencida del potencial que tiene la zona y la calle Postigo Alto.
"Ver la ropa en directo"
"La intención es que vuelva a arrancar, no tiene que estar todo restringido a los mismos lugares. Esto más céntrico no podría ser, ¡si estamos a cinco minutos de la plaza del Ayuntamiento! Hay mucha gente que viene solo para ver nuestra tienda, si esto empieza a moverse no veo por qué no le podría ocurrir a otros negocios", afirma la que es, a día de hoy, una de los cuatro patas de la marca que lleva el sentimiento de Asturias a flor de piel, tela y de lo que se tercie. "‘Puru Remangu’, tras cinco años de trabajo, tiene muchísima gente que nos sigue y apoya y esto favorece la resistencia. Cuando abrimos esta tienda mucha gente nos felicitó, nos dijeron: ‘Qué bien, ahora podemos ver la ropa en directo’. Y notamos un subidón de trabajo en vacaciones y puentes. Te podría decir que aquí ha venido gente de casi cualquier país, he tenido mexicanos, argentinos, gente de allí o gente de aquí que vive fuera y me dice: ‘Vine una semana a estar con la familia y era parada obligatoria venir aquí a comprar alguna cosa’. Pero incluso gente, que no nos conocía y vive en el barrio, vino a interesarse por qué somos, qué hacíamos y ahora que nos van conociendo, la verdad, la acogida ya es muy buena", concluye Marina Bruno, una joven del Natahoyo integrada "en cero coma" en el Antiguo.
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