La calle más sidrera de Oviedo unió milagrosamente sus caminos: un policía de Salamanca salva la vida de un turista británico
El visitante extranjero se atragantó en una sidrería: "Solo cumplí con mi deber"

El policía local de Béjar A. A., en la calle Gascona, con su mujer, antes de salvar la vida a un turista británico en una sidrería. / LNE
La aparición de una suerte de ángel de la guarda llegado de tierras salmantinas evitó que una animada cena entre amigos en uno de los principales polos hosteleros de Oviedo terminase en tragedia. A. A., un policía local de Béjar de 35 años que estaba cenando en otra mesa junto a su mujer, otra agente de la misma localidad, consiguió reaccionar a tiempo para, con ayuda de los camareros del establecimiento, salvar la vida a un turista británico que se había atragantado con un trozo de carne. "Solo cumplí con mi deber", explicó ayer con modestia este efectivo convertido en héroe improvisado en declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA.
A. A. viajó el mismo martes en moto a Oviedo con su pareja con la intención de pasar una noche en la capital del Principado y disfrutar de varios de sus atractivos turísticos, especialmente los culinarios. "La idea era disfrutar de los paisajes y, ya de paso, saborear unas sidras y un cachopo", relata el agente sobre los planes de su escapada.
La pareja pasó la tarde por el Antiguo y en un momento dado se fue a la calle Gascona. Tras tomar unos culetes de sidra decidieron cenar en el restaurante de la cadena Tierra Astur situado en la parte baja del bulevar sidrero. Se sentaron en una mesa y justo al lado había cuatro hombres que hablaban inglés.
La tarde noche era magnífica, el grupo de amigos no paraba de echarse risas entre trago y trago de sidra. Incluso se les veía disfrutar comiendo una carne a la parrilla que a punto estuvo de aguar la velada. En un momento dado, uno de los comensales empezó a mostrar síntomas de atragantamiento. Su cara se puso de inmediato muy roja y los camareros del establecimiento corrieron a auxiliarle. Intentaron hacerle la maniobra de Heimlich, pero el hombre estaba cada vez peor hasta el punto de quedar semiinconsciente.
Fue entonces cuando A. A. decidió tomar la iniciativa. Se presentó como Policía Local y pidió que le dejaran hueco para poner en práctica la maniobra que los agentes suelen ensayar de manera frecuente en cursos de formación. "Fue muy rápido, me levanté, le hice tres apretones y conseguí que expulsara la comida", relata en relación con una intervención clave para que el afectado se repusiera completamente en cuestión de minutos, hasta el punto de poder volver a comer.
El turista se mostró muy agradecido con el agente fuera de servicio. Tanto que decidió invitarle a cenar, mientras que los responsables del restaurante le trasladaron al efectivo charro un agradecimiento explícito por escrito. Dos gestos que abrumaron al agente. "Hice lo que tenía que hacer nada más", explica este turista, amante de Asturias, al que esta anécdota anima más si cabe a volver a visitar la región. "Dos veces que cené en sidrerías de esa cadena me invitaron, a ver si en la tercera por fin puedo pagar", comenta con humor el policía artífice de que un británico tuviera en un martes 13 el mayor golpe de fortuna de su vida.
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