La historia del hombre que desfilará en Oviedo junto a mujeres con cáncer de mama: "Se sorprendían al verme en la sala de mamografías"

Mikel Reyes desfilará en Oviedo junto a un grupo de mujeres con cáncer de mama: "Las otras pacientes se sorprendían al verme en la sala de mamografías"

Una década de pasarela para celebrar la vida: la lucha contra el cáncer de mama de Alicia, Ana, Elsa, Maite y Mikel

Amor Domínguez

Oviedo

Hace justo un año, Mikel Reyes percibió algo extraño en su cuerpo. "Era un bultito, del tamaño de una lenteja, que se movía", recuerda. Podría haberlo dejado pasar, como tantos otros síntomas que no parecen urgentes. Pero su intuición, y sobre todo su historia familiar, le empujaron a actuar. En 2013, su madre fue diagnosticada con cáncer de mama triple negativo. Y apenas unas semanas antes, su padre había fallecido de cáncer de estómago. "No quise obsesionarme, pero decidí ir al médico, por si acaso", cuenta.

Lo que en principio parecía un simple lipoma (bulto de grasa) terminó siendo algo mucho más serio. La ecografía y la biopsia despejaron cualquier duda. Mikel se enteró de su diagnóstico de una forma poco habitual: "Un día, en el trabajo, entré a mirar la Carpeta de Salud de Osakidetza, que es una herramienta del sistema vasco de salud que permite acceder al historial clínico, y ahí estaba: cáncer de mama ductal invasivo. Me enteré antes de que me llamaran, pero no me sorprendió porque yo tenía una especie de premonición".

Maite Pereiras, Ana Bueno y Alicia Gutiérrez, con los bañadores que lucirán en el desfile. | juan plaza

Maite Pereiras, Ana Bueno y Alicia Gutiérrez, con los bañadores que lucirán en el desfile. / Juan Plaza

Así comenzó un camino lleno de incertidumbre, preguntas sin respuesta y emociones encontradas. Afortunadamente, su diagnóstico fue temprano. Le operaron pocas semanas después y, como no había metástasis ni ganglios afectados, pudo evitar la quimioterapia y la radioterapia. Su tratamiento consistió en cirugía. Mikel tuvo que someterse a una mastectomía. La cicatriz de su operación, que el mismo exhibe en redes sociales, sirve para concienciar a la población masculina: "Me indicaron tratamiento hormonal con tamoxifeno, que sigo tomando hoy y lo tendré que hacer durante varios años".

Mikel Reyes, Paciente de cáncer de mama: "Una mujer preguntó qué hacía yo en la sala de espera de una mamografía"

Amor Domínguez

Dado el historial familiar, los médicos le propusieron un estudio genético. El resultado confirmó lo que ya sospechaba: era portador de la mutación del gen BRCA2. Un diagnóstico que no sólo explicaba su caso, sino que también encendía una alarma para el resto de su familia: "Era hereditario, genético. Formo parte de ese 20 por ciento de hombres que tienen antecedentes directos con la enfermedad".

Pero, más allá de lo médico, Mikel destaca otro aspecto del proceso: la soledad de ser hombre en un terreno que, social y culturalmente, se asocia casi en exclusiva a las mujeres. "Es un shock. No conoces a otros hombres que hayan pasado por esto. Hay mucha desinformación, y eso juega en nuestra contra", reflexiona. Y añade: "Cuando digo que tengo cáncer de mama, la gente me mira como las vacas al tren".

Un episodio vivido junto a su madre ilustra bien ese desconocimiento: "Fuimos juntos a una mamografía y, al vernos, una señora que pasaba por el pasillo murmuró: ‘¿Y ese chico qué hace aquí?’. Mi madre, con toda la tranquilidad del mundo, le respondió diciendo que los hombres también tienen cáncer de mama. Hay mucha desinformación".

Hoy, Mikel ha convertido su experiencia en una herramienta de concienciación. "No se trata de asustarse ni de estar todo el día tocándose el pecho, pero sí hay que fomentar la autoexploración, también en los hombres", señala. El tiempo, insiste, es clave: "De media, los hombres tardamos 19 meses en acudir al médico desde que notamos algo. Eso puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte".

El próximo 9 de junio, Mikel Reyes se subirá a la pasarela del Auditorio Principe Felipe de Oviedo en la décima edición del el desfile solidario que organiza Lencerías Berta .

Elsa Fernández y Marta Pérez prueban las combinaciones que se verán en la pasarela. | juan plaza

Elsa Fernández y Marta Pérez prueban las combinaciones que se verán en la pasarela. / Juan Plaza

Será el único hombre entre un grupo de mujeres valientes que, como él, saben lo que significa enfrentarse a un cáncer de mama. Y lo hará con un objetivo claro: visibilizar una realidad que sigue siendo ignorada. "Me siento muy orgulloso de participar, quiero que me vean y digan: si él pudo, yo también", asevera.

Desde hace casi dos décadas, Lencerías Berta se ha convertido en un refugio para quienes han atravesado un cáncer de mama. Su desfile anual de moda de baño adaptada se ha convertido en un acto de empoderamiento colectivo. "Queremos que se vean guapas, fuertes, vivas. Que la enfermedad no les robe ni la autoestima ni el derecho a mostrarse", defiende Marta Pérez, propietaria del establecimiento.

Maite Pereiras, Ana Bueno, Alicia Gutiérrez y Elsa Fernández son cuatro de las modelos que participan en la iniciativa. Desfilan para recordar que tras la cicatriz hay vida.

"Yo me escondía. No quería que mi familia me viera", confiesa Maite Pereiras. El diagnóstico le llegó con 33 años y un bebé de nueve meses. Sin antecedentes familiares, el golpe fue brutal. Ocho años después, la enfermedad volvió. Pidió que le extirparan ambos pechos: "Por precaución, por decisión, por vivir".

Elsa Fernández sobrevivió al cáncer, a una doble mastectomía y a una reconstrucción muy dura. Hoy desfila en bañador para recordarnos que estar viva también es un acto de valentía: "La primera vez que me probé un bañador me eché a llorar en el probador. No quería verme".

Alicia Gutiérrez tenía 37 años, dos hijos pequeños y un diagnóstico inesperado. Eligió no reconstruirse, pero encontró en Lencerías Berta el apoyo y la fuerza para seguir adelante sin esconderse: "Hay mucha desinformación".

A Ana Bueno, el cáncer le enseñó a vivir el día a día: "El día 9 desfilaré por mí… y por las que vendrán".

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