El Martes de Campo más políglota desborda el Bombé en Oviedo: "Es una de nuestras fiestas más bonitas"

Carbayones y foráneos madrugan para ocupar una de las mesas del emblemático paseo en una jornada soleada y cargada de ambiente familiar y camaradería: «Es de los días más bonitos de todo el año»

El Martes de Campo arranca con multitud en Oviedo: "Nunca vi tanta gente en el paseo del Bombé"

VIDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín

Conseguir un buen sitio en el paseo del Bombé de Oviedo para celebrar el Martes de Campo solo estuvo al alcance de los más madrugadores. Pilar Menéndez Rodríguez llegó a las ocho y diez de la mañana al «Central Park» carbayón para reservar los asientos para treinta personas. Todas integran los grupos de marcha nórdica y año a año han creado una tradición de juntarse para degustar el bollo preñao y otros manjares. «Cada uno trae sidra, empanada, tortilla, arroz con leche, tiramisú, bizcocho,... y lo compartimos entre todos». Manjares para celebrar una de las tradiciones más arraigadas, que este año tuvo como aliado al sol para desbordar el paseo más emblemático del parque. 

La jornada comenzó mirando al encapotado cielo. El astro rey se fue haciendo paso entre las nubes al mediodía y los táperes cargados con las viandas se empezaron a abrir. En ellos, había de todo. Filetes, quesos, tortillas y no podía faltar el bollo. La Sociedad Protectora de La Balesquida volvió a realizar el reparto en el paseo del Bombé del Campo San Francisco tras el exilio obligado del año pasado a Porlier por los actos del Día de las Fuerzas Armadas. En total, 4.200 bolsas fueron entregadas a los socios y la fiesta animó a otros ovetenses a apuntarse en la entidad. «Llevamos ya cincuenta altas y en lo que va de año, doscientos», cuantificó el presidente, José Antonio Alonso. 

Savia nueva para garantizar que el Martes de Campo dure muchos siglos más manteniendo la tradición de que dos días después de Pentecostés, lleva a las familias en masa al Jardín Histórico. Este martes, los ovetenses cumplieron con creces esta costumbre cada vez más internacional. Catalina Lipscomb tiene orígenes filipinos e ingleses y hace un año se mudó con su marido, Chris Lipscomp, a Oviedo: «Es una ciudad muy bonita». En todo este tiempo, han pisado el pulmón verde en «tres ocasiones». Dos días fue para conocer cada rincón y, este martes, para probar los manjares típicos de la fiesta. ¿El resultado de la cata? De diez.  Misma opinión mostraron sus compañeros de mesa provenientes de diferentes países. «Hay gente de América, Canadá, Colombia y Suiza. Todos formamos parte de la asociación Global Vibes Oviedo», indicaron. 

Los fogones en casa de Manuel Ángel Suárez y María José Menéndez se encendieron a primera hora de la mañana. La tradición en su familia pasa por hacer ellos todos los platos. En el horno metieron el bollo y la empanada que acompañaron de una tortilla de patata. La casualidad hizo que esta familia vistiese toda de azul; hasta el mantel era de la misma tonalidad. «Estamos ante un momento que puede ser muy bonito; el Tartiere acogerá mañana (por hoy) un partido decisivo en el camino del Real Oviedo para ascender a Primera División». También en fútbol pensaban los pequeños Claudia Montes, Guillermo Ocejo, Hugo Montes, Juan Nieto y Alonso García. Todos vistieron la camiseta del conjunto local a la espera del partido de esta noche. La victoria es su mayor deseo. 

Recuerdos del Martes de Campo en Oviedo

No todo fue fútbol. También hubo momentos emocionantes. Paula Palazón recordó cuando pasaba el Martes de Campo con sus abuelos. «Nos poníamos donde la biblioteca de La Granja a disfrutar de la jornada; para mí es uno de los días más bonitos del año del calendario ovetense porque es súper importante celebrar». Disfrutar de los momentos buenos para guardarlos para siempre en la retina y salir por un momento de los malos momentos para disfrutar de las personas más cercanas. «Me acuerdo cuando comíamos el bollo en el prao y nos juntábamos toda la familia. Las tradiciones que son positivas hay que mantenerlas para siempre», añadieron María Dolores Rubial y Emma Ballestero.

 A su vera se encontraban dos de las niñas más fotografiadas del día. Eran las primas Inés Criado Villadangos y Lola Mesa Villadangos, que vistieron de asturianas. «Intentamos venir todos los años y cuando nosotras éramos pequeñas íbamos al Aguaducho y cogimos la tradición de venir siempre toda la familia junta». También le vino a la retina a Lucas Cepeda los recuerdos de cuando era pequeño. «El Martes de Campo es probablemente una de las mejores fiestas de Oviedo. Soy miembro de la cofradía de La Balesquida y de la Sociedad Protectora; es decir, soy muy aficionado a este día que es un poco el inicio de las fiesta del verano», comentaba mientras sujetaba su cesta de mimbre y la bota de vino. 

Locura por los bollos preñaos

 Muy cerca de él, la familia Villanueva se reunía enfrente de la biblioteca de La Granja. «Nos engulleron nuestros padres esta costumbre y se la estamos inculcando a las nuevas generaciones de la familia», comentó Isidoro Villanueva; mientras que uno de los grupos más numerosos era el formado por los miembros del Círculo Gastronómico de los Quesos Asturianos. «Nos juntamos 27 personas y queremos crear de esta forma una tradición de reunirnos siempre alrededor del Martes de Campo porque aquí estamos encantados de la vida». 

A los 4.200 bollos que repartió la protectora de La Balesquida en el Campo de San Francisco, se sumaron los 1.500 de la cofradía en la plaza de la Catedral. En total, 5.700 que se sumaron a los que se vendieron en las panaderías. Las colas se sucedieron durante toda la mañana para degustar en familia todos los manjares. La cuenta atrás para el Martes de Campo de 2026 ha comenzado.

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