Los padres de los tres niños de la "casa de los horrores" de Oviedo seguirán en la cárcel: la Audiencia Provincial rechaza dejarlos en libertad

La sala considera que la prisión provisional para la pareja, un alemán de 53 años y una mujer de origen estadounidense de 48, es "necesaria y proporcionada" a los delitos investigados

El matrimonio permaneces en la cárcel de Asturias.

El matrimonio permaneces en la cárcel de Asturias. / LNE

Félix Vallina

Félix Vallina

El matrimonio detenido el pasado 28 de abril por haber mantenenido a sus tres hijos menores encerrados en la "casa de los horrores" de Oviedo, durante al menos cuatro años, seguirá en prisión con carácter provisional. La Audiencia Provincial ha rechazado el recurso de apelación interpuesto por sus abogados contra el auto que ordenó su entrada en la cárcel por un presunto delito de abandono de menores y maltrato psicológico en el ámbito familiar, una resolución que cuenta con el apoyo de la Fiscalía y del Principado, personado en la causa como acusación.

Las defensas de la pareja, un alemán de 53 años y una mujer de origen estadounidense de 48, intentaron que el matrimonio saliese de la cárcel alegando que en ningún caso existe riesgo de fuga ya que los padres de los pequeños no tienen antecedentes penales y "han colaborado en todo momento" con las autoridades. Sostienen además que, como padres, siguen teniendo interés en permanecer en España "para recuperar el vínculo con sus hijos" y que llevaban viviendo "de forma estable" en su residencia de Fitoria desde noviembre del año 2021. Desde el punto de vista de los letrados, "se rompe el el principio de proporcionalidad, estimando que la finalidad que se pretende alcanzar con la medida cautelar, puede lograrse sin acudir a la privación de libertad".

Los abogados afirman también que la prisión provisional "no es necesaria para la protección de los menores", pues sus hijos "se encuentran bajo la tutela del Principado de Asturias residiendo en un Centro de Menores, habiéndose suspendido la patria potestad y no existiendo prueba alguna de su intención de trasladar a los menores fuera de España".

En el auto dictado por la Audiencia Provincial se recoge, sin embargo que «las razones alegadas por la apelante no son suficientes para dejar sin efecto la prisión provisional acordada, pues no se aprecia en la causa que dichas circunstancias sean incompatibles con el régimen penitenciario acordado, por lo que el riesgo de fuga en el caso presente no puede ser conjurado en este momento con otras medidas menos gravosas". También se refleja que "sin perjuicio que la medida pueda revisarse, considerando en este momento que la prisión acordada es necesaria y proporcionada a los delitos investigados".

El caso

La operación comenzó el pasado 14 de abril a raíz de la llamada de una vecina, que alertó al servicio de Familia e Infancia del Ayuntamiento de Oviedo de una situación que le pareció "sospechosa". La mujer dijo que estaba casi segura de que en la casa vivían niños porque a veces escuchaba voces y los había visto por las ventanas, pero que nunca salían al exterior y que, por lo tanto, no iban al colegio. La Policía Local de Oviedo tiene entre sus competencias la de controlar la escolarización de los menores, así que se puso en marcha una investigación. Hubo varios días de vigilancia frente al chalé, sobre todo a las horas en las que los niños tienen que estar en clase. "No se veía movimiento, las persianas siempre estaban bajadas. En la casa solo estaba censado el hombre, pero tampoco lo vimos salir en ningún momento. Solo abría la puerta para recoger los pedidos de comida de los supermercados. No había ni vehículos", explicó un inspector del cuerpo municipal a LA NUEVA ESPAÑA en cuanto el caso saltó a la luz.

Los policías comenzaron a sospechar. Las cajas con comida eran demasiado grandes para el consumo de una sola persona. Además, durante una de las vigilancias, los agentes observaron cómo se movía una cortina en el piso superior cuando el hombre estaba recogiendo un pedido en la puerta. El olfato de los policías los llevó a detectar que allí estaba ocurriendo algo raro. "Se solicitó una reunión con la Fiscalía de Menores y se decretó una orden para que identificásemos a los menores, para comprobar con qué personas convivían y para saber si estaban escolarizados o recibían formación en casa", señalaron los investigadores.

El día de la detención, a las once de la mañana, una comitiva se desplazó hasta la casa. Era el momento de afrontar el registro y acceso a la vivienda, una vez que las sospechas de algo grave pasaba en aquella casa era una evidencia.

Acudieron siete miembros de la Policía Local –el inspector jefe operativo, un subinspector de la Policía Judicial del cuerpo, otros tres agentes de la unidad y dos más uniformados de apoyo- personal de los Servicios Sociales del Principado, una traductora de alemán, todos ellos coordinados por la letrada del menor del Principado de Asturias. "Nos abrió la puerta de la finca, estaba desaliñado y descalzo. Le explicamos por qué estábamos allí y desde el primer momento nos dijo que en la casa había menores. Fue él quien nos dejó pasar, aunque nos mandó que esperásemos a que les pusiesen la mascarilla a los niños", explicaba uno de los policías que estuvo en el chalé. "También nos pidió que todos nos pusiésemos mascarilla antes de entrar y que guardásemos las distancias", añadía.

Entonces accedieron al interior de la vivienda y fue cuando vieron a la mujer por primera vez. También aparecieron en escena los tres menores. "Estaban muy asustados y en torno a la madre, que nos decía todo el rato que los pequeños tenían graves patologías y que no nos acercásemos a ellos. Llevaban tres mascarillas cada uno puestas, una encima de otra", explicaba otro de los policías presentes en el registro.

Los investigadores comprobaron después que los últimos informes médicos de los pequeños datan del año 2019, que se hicieron en Alemania, y que ninguno de ellos tenía, al menos entonces, ninguna enfermedad. "Estaban sucios, en pijama y claramente desatendidos. Los servicios sociales determinaron muy rápido que la situación de los niños era de desatención grave". La casa, siempre según la versión policial, "estaba llena de basura por todas partes, hasta debajo de las camas".

Los padres de los niños acompañaron a la comitiva a las habitaciones de los niños. En una de ellas, en dos cunas de bebé sin patas, apoyadas en el suelo, dormían los gemelos. "Estaban todas las ventanas cerradas y no corría el aire. Además había mucha suciedad por todos los lados, mucha", señalan los agentes. En la otra estancia, la del hermano de diez años, se encontraron con una cama "muy pequeña para su edad", más bien "una especie de camastro también sin patas y apoyado en el suelo". En esa habitación también había "bastante suciedad" y tampoco corría el aire fresco. "Las ventanas de toda la casa estaban cerradas a cal y canto de forma que se viera lo menos posible desde el exterior", relataron fuentes de la investigación.

El personal de los Servicios Sociales del Principado se quedó ese día con los pequeños mientras los agentes hablaban con la mujer. En un principio les dijo que la familia sólo llevaba tres meses en Oviedo, pero no tardó en derrumbarse y en contar la verdad. Reconoció que se habían mudado al chalé en diciembre del año 2021 y que el matrimonio tomó la decisión de no dejar salir a sus hijos de casa para protegerlos y evitar que su salud, según dijo "muy delicada", empeorase. "Explicó que tenían previsto regularizar la situación pero que tenían miedo a salir y se dejaron llevar. Después, al ir pasando el tiempo, el miedo lo tenían a ser descubiertos por la policía por lo que estaban haciendo", señalan las mismas fuentes. Los niños llevaban pañales puestos bajo el pijama. La madre asegura que eso es habitual y que ella misma los cambiaba.

La primera decisión fue enviar a los pequeños al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) para que fuesen sometidos a un reconocimiento. La mujer se fue con ellos para que nada resultase traumático para los pequeños. Cuando salieron de la casa "no tenían calzado de su número". Los últimos zapatos los habían comprado en 2019. Los investigadores afirman que los niños, al salir de la casa, se pusieron a correr y que presentaban visibles problemas de coordinación.

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