Oviedo, a pie de calle
Pumarín nació del Tocote obrero y fía el siglo XXI a la multiculturalidad: así es este barrio de Oviedo
Uno de cada siete vecinos de un barrio que roza los 18.000 habitantes es extranjero: la comunidad más numerosa es la colombiana, con cerca de medio millar de nacionales, por delante de venezolanos y rumanos

Vista desde la torre de la Caja de Ahorros de la calle Aureliano San Román (centro). Arriba, bloques del Tocote y más a la derecha, la zona de Pando y sus torres. / LNE
Pumarín, el barrio populoso a tiro de piedra del centro, cuando era poco más que un conjunto de casitas bajas con la mayoría de calles sin asfaltar y vacas pastando en los prados que esperaban por la proliferación de polígonos residenciales para obreros, es ahora ejemplo de integración multicultural. Pumarín es una de las zonas de Oviedo con más extranjeros: uno de cada siete vecinos censados pertenecen a alguna de las 82 nacionalidades con presencia en un espacio con su cuota de "realismo mágico", su particular Macondo, gracias a lugares o personajes que ya forman parte de la memoria colectiva como el Prau Ferreros o la Chata de Pumarín.
La avenida de Pumarín, arteria vertebral del barrio que nacía, fue aprobada por acuerdo municipal en 1966, pero la vocación residencial y obrera ya se adivinaba desde los años de posguerra con la construcción de las casas del Tocote ovetense, terminadas en 1954 y denominadas en origen Grupo José Antonio, aunque el nombre que quedó instalado en la memoria colectiva fuera el derivado del sorteo del que salieron los primeros propietarios ("Te tocó", en asturiano). Aquellas casas baratas, situadas entre la vía de los ferrocarriles de Económicos y el Hospital Militar, propiciaron la llegada de unas cuatrocientas familias, semilla de la primera explosión demográfica del barrio. Pero la primera alusión documental a la zona es mucho más antigua, data nada menos que de mayo de 1533 cuando el ayuntamiento de Oviedo ya asumía el cometido de encargarse de "los cierres y edificios de Pumarín", con alusión a los pomares abundantes en aquel paisaje y en buena parte de Asturias.

Pirámide de población de Pumarin-Pando / LNE
Un barrio céntrico desde su origen porque surgió de la calle General Elorza y de la prolongación de Foncalada y que ha tenido en la calle Aureliano San Román otra de sus vías vertebrales desde principios del siglo XX. A las casas del Tocote siguieron otras promociones residenciales en los años setenta y ochenta, que acabaron por cambiar, ya para siempre, la fisionomía rural de Pumarín. Como ocurrió en otros barrios ovetenses, la construcción de la parroquia, en este caso bajo la advocación de San José, inaugurada en 1962, constituyó otro elemento fundacional del Pumarín que ha llegado hasta la actualidad. Aquel edificio moderno y de amplias vidrieras, y sobre todo la actividad vecinal que albergaba, se convirtió en referente para un barrio donde las calles se bautizaban con las coordenadas de los planes urbanísticos de turno. "El B-28 era el de la calle Joaquina Bobela", recuerda Antonio Arias, ex síndico de la Sindicatura de Cuentas del Principado y exinterventor de la Universidad, que creció en aquel Pumarín sesentero.

Uno de los negocios latinos en la avenida de Pumarín. / LNE
También son muchos los quintos que hicieron "la mili" en los cuarteles del Milán y recuerdan que donde hoy se levanta el parque del actual campus de Humanidades estaban las canchas deportivas, como la de baloncesto, del complejo militar ovetense. "Por aquí más o menos estaba el muro, por donde se colaba alguno para atajar y evitar un rodeo, que siempre ponía en un brete al centinela de turno, con el peligro de sanción al canto, si algún mando lo veía", rememora Severino González, quien años después sería jefe de operadores de cámara del cine Palladium, otro de los nombres propios que han dejado huella en la historia y en las gentes de Pumarín. Como el del Prau Ferreros, punto de encuentro "cuando esto era un pueblo", en palabras de Valentín Álvarez, uno de los vecinos de "toda la vida" de esta populosa zona ovetense.
Fútbol y la Chata Pumarín
Allí jugaban al fútbol los críos, igual que el Grujoan, equipo que disputó allí sus primeros partidos y cuyo nombre hace referencia, otra vez, a las casas del Tocote como acrónimo del Grupo José Antonio, y tenían sus tertulias vecinos y vecinas sobre sus aconteceres cotidianos. Y como el de la Chata Pumarín, mejor dicho Teresa Ciñera, un personaje al que todavía se alude hoy en un dicho muy ovetense y asturiano ("Vas a quedar como la Chata Pumarín") una mujer de carácter peculiar, "muy osada y avanzada para la época", a juicio de vecinos que aún recuerdan a aquella vecina que vivía en una buhardilla de la casa La Morena, en la esquina con la avenida de Pando cerca del ya desaparecido Bar Lozano, y que vendía baratijas y chucherías por los mercados y fiestas de toda la ciudad en los años especialmente duros de la posguerra.
El Pumarín que albergaba hasta los años noventa el cuartel de la Guardia Civil y que ya entonces era uno de los más densamente poblados de la ciudad ganó en oxígeno y espacio verde con la cesión de los cuarteles del Milán a la Universidad. Pero la transición no resultó fácil, fue necesaria una campaña del "trapo verde" de por medio, puesta en marcha por iniciativa de la asociación de vecinos Fuente Pando Pumarín, para conseguir ese esponjamiento del barrio y también dos infraestructuras de servicios públicos básicos, el centro de salud y el centro de día. Hasta entonces los vecinos tenían que atravesar General Elorza para subir al ambulatorio central de La Lila. "Esto era un barrizal y logramos que se construyese el centro de salud, el centro de día y un parque público", destaca José Ramón Sariego, presidente de la asociación vecinal, sobre aquella transformación, vital para el desarrollo del Pumarín del siglo XXI.

Vista de Pumarín y del entorno verde del campus universitario del Milán. / LNE
Un barrio que con Pando ronda ahora los 18.000 vecinos, solo por detrás de La Corredoria y de la gran manzana central de Oviedo, y que presenta una pirámide demográfica cuya horquilla de edad con más vecinos es la comprendida entre los 65 y 69 años de edad, con 1.521 personas, seguida de la inmediatamente anterior, de entre 60 y 64 años, con 1.432 vecinos. Es decir, más del 16 por ciento de los habitantes están entre los sesenta y los setenta años de edad, mientras que los menores de 19 años solo suponen el 12 por ciento.
Un factor que podría modificar esta tendencia es el repunte de la población extranjera censada en el barrio, de 82 nacionalidades diferentes. En algún bar que hace años era uno clásico del barrio, y que tiene hasta la misma disposición de la barra de entonces, luce ahora la bandera colombiana. Aunque a principios del siglo XXI la comunidad más numerosa era la ecuatoriana, las estadísticas del Ayuntamiento de Oviedo sitúan ahora en cabeza a la colombiana, con 451 personas, por delante de venezolanos (270), rumanos (215) y paraguayos (180).
De los 2.474 migrantes que residen en Pumarín, la mayoría son mujeres, 1.298, por 1.176 hombres. "La integración es total, ha ido bien", valora Sariego.
El fortín del basket
El fútbol siempre tuvo especial protagonismo en un barrio con campos muy recordados por los aficionados como el de La Molinera y el Luis Oliver. El Pumarín C. F. jugó en Tercera División, donde llegó a competir contra el Real Oviedo en los años del barro del primer equipo de la ciudad, pero en la temporada 2011-2012 descendió y desde entonces sigue en las categorías regionales.
El relevo en la gloria deportiva corrió por cuenta del Alimerka Oviedo Baloncesto, que el pasado mes de mayo se despedía de Pumarín tras una singladura de dos décadas en las que se ganó la fama de fortín y de pabellón que metía mucha presión al rival para levantar partidos in extremis. Para la historia del baloncesto ovetense Pumarín se queda la medalla de haber dado al Oviedo Baloncesto su primer título nacional, la Copa Princesa en 2017. El primer equipo de basket se mudará al Palacio de los Deportes pero la foto de familia de despedida, el pasado 6 de mayo, es de las que deja un nudo de emoción en la garganta: "Un periodista escribió que Pumarín es una marca registrada en el baloncesto nacional. Y creo que tiene razón", confesaba Fernando Villabella ese día de cierre a LA NUEVA ESPAÑA. Pumarín fue también referencia discotequera durante décadas, primero con Brujas y ahora con Estilo, cambio de ubicación incluido. Todo cambia, que cantaba Mercedes Sosa.
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