Cuando tú mueres yo vuelo

Vicente Cue

Vicente Cue

En pleno solsticio de verano concluyó el Festival de Danza de Oviedo con un homenaje que Sara Baras le dedica al guitarrista y compositor Paco de Lucía, titulado "Vuelo". Ella es una de las artistas más asiduas y queridas de este ciclo por lo que no es extraño el lleno del Campoamor.

Son cuatro los motivos con los que se construye la representación: "Madera", "Mar", "Muerte" y "Volar". Se inicia con "Madera", el material con que se fabrican las guitarras, en el que Baras se marca su primer zapateado animada por la guitarra de Keko Baldomero -director y adaptador musical de la producción- para continuar con una minera y rematar con una rondeña que se marca el cuerpo de baile.

A partir de ahí se van sucediendo los distintos palos del flamenco. En el segmento llamado "Mar", las bailarinas descalzas se arropan con mantones compuestos por redes marineras, para navegar por tientos y alegrías. En "Muerte" la obra se viste de luto. Aparece el humo de incienso y las campanas tocan a duelo para manifestarse con una sentida seguiriya que la gaditana ejecuta en un intenso dúo con Daniel Saltares, seguido por uno de los momentos cumbres de la noche en el que se oyó el primer olé del público, cuando se entona una saeta interpretada con desgarro y ternura por el cante de May Fernández cuyo quejío penetró e incitó a Sara a desplegar un emotivo baile cuajado y austero.

Seguidamente, las guitarras dejan de llorar, para oír frases de recuerdos y esperanza que deriva en un decir: "Cuando tú mueres yo vuelo"; y entonces, el escenario, entre tangos y fandangos, recupera la alegría colmando el espacio de abanicos de colores.

La armonía y elegancia prevalecen en un espectáculo de gran atractivo visual que se mueve en una órbita lírica y que claramente lleva la esencia y el sello Sara Baras. Ella posee indiscutible oficio. Sabe como combinar, en feliz fusión, su arte y su imagen en admirables secuencias. Nunca renuncia a la ortodoxia. Aunque no busca la jondura pues tiene su personal concepción del flamenco con un estilo y estética estilizados.

El público estuvo entregado, aplaudiendo con entusiasmo, seducido por los acentos expresivos y los característicos giros de la bailaora, así como con los recursos plásticos de su figura y el vuelo de sus vestidos. Si bien, el eje de su hacer, en el que más se recrea y nos recrea, y en el que ella despliega toda su potencia y alcanza la plenitud lo constituye su brillante y centelleante zapateado.

Durante la actuación se oyen fragmentos de algunos de las obras más conocidas del guitarrista algecireño. Se termina con la bulería "Volar" que Paco de Lucía grabó en el disco "Cositas buenas". La iluminación diseñada por Oscar Gómez logra que la acción sea siempre un resultado del ambiente creado por sus composiciones cromáticas que hace volar la función en imágenes de fantasía y belleza. Incluyendo el vestuario, todo encaja adecuadamente apoyado por los aciertos del cuerpo de baile, enaltecido por las guitarras, los cantaores y la música, con el único pero, que al final, si me permiten usar términos taurinos, la faena se alargó demasiado.

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