Adiós a uno de los últimos santuarios de música en directo de Oviedo: diez años de lucha contra el maltrato musical

La sala La Salvaje, única en Asturias por su formato y su cuidada programación indie, se despide por todo lo alto este fin de semana

Por la izquierda, Ángela Fernández, David Cuerdo, Alejandro Ramos y Marcos Flórez, en La Salvaje.  | MARIO CANTELI

Por la izquierda, Ángela Fernández, David Cuerdo, Alejandro Ramos y Marcos Flórez, en La Salvaje. | MARIO CANTELI

Chus Neira

Chus Neira

Oviedo

Este sábado muy tarde o domingo muy pronto, según se mire, cuando el sol empiece a colarse por la cuesta de la Noceda y David Cuerdo o Marcos Flórez o Jandro Ramos o Ángela Fernández echen el cierre por última vez a la puerta de La Salvaje después de una fiesta de despedida de más de doce horas llena de bandas que han sido amigos y compañeros de viaje desde finales de septiembre de 2015, una voz en off podría decir que en esta película de diez años que ha sido esta sala de conciertos ningún músico ni espectador ha sufrido ningún tipo de maltrato.

Crónica de un cierre anunciado hace un año, cuando comunicaron a su parroquia que los planes de venta de los dueños del inmuebles y el fin de su contrato de alquiler obligaban a encarar el curso 24/25 como el último de este proyecto, la sala de conciertos La Salvaje dice adiós este fin de semana en una progresiva cuenta atrás que hoy mismo tendrá a la banda canaria "Pumuky" (20.30 horas) –la segunda que pisó su escenario, en aquellos primeros días después del San Mateo de 2015–, mañana a Nacho Vegas en un concierto con las entradas agotadas al momento y el sábado la citada fiesta con amigos y micro más o menos libre.

Concierto de Borja Mompó en «el refugio», la parte de arriba de la sala.

Concierto de Borja Mompó en «el refugio», la parte de arriba de la sala.

Con La Salvaje, y por eso lo del maltrato musical, no solo cierra un local, aunque también. La desaparición de este escenario supone para la escena asturiana perder un mirlo blanco en el circuito: un local de pequeño aforo (120 personas) pero con licencia de discoteca y en una zona bastante céntrica de Oviedo. Algo impensable hoy en día mientras la normativa no cambie. En ese sentido La Salvaje heredó una licencia que ya había disfrutado desde enero de 1999 y hasta Nochevieja de 2013 La Antigua Estación y antes, quizá, el cafe-bar La Noceda. En sus anteriores vidas el local ya tenía esa condición anfibia de bar en el piso de arriba y sala de conciertos en el de abajo. David Cuerdo y Marcos Flórez, primero, a los que se sumarían al año siguiente Jandro Ramos y Ángela Fernández, reforzaron esa doble cara tratando de convertirla en una experiencia única.

Faltan un para de días para que empiece el último programa de su último fin de semana, y los cuatro socios todavía lo cuentan con cierta excitación, como si fuera aquel San Mateo en que se quedaron sin ver a Iggy Pop porque estaban rematando el local: "Siempre pensamos que el local de La Antigua Estación era perfecto", relata Cuerdo. "Jandrín había tenido La Bola y el Supernova y yo, con Marcos, hacía conciertos con La Radio, y también aquí. Hablábamos de que tener este sitio permitiría programar abajo y continuar arriba, darle a los conciertos una sensación de continuidad". "En las salas hay mucho maltrato", tercia Jandro Ramos. "Cuando el grupo acaba de tocar, prácticamente lo echan a la calle. Aquí no. Aquí pueden recoger, subir arriba, tomar algo, hablar con la gente. Quien quiere estar aquí ocho horas puede estarlas y tendrá un hilo conductor. Si de algo podemos estar orgullosos es de haber logrado cuidar un poco más este mundo de mierda que es el de la música".

La banda «Biela», en concierto en La Salvaje.

La banda «Biela», en concierto en La Salvaje.

Bromean sobre su facilidad para no hacer rentable el negocio, pero insisten en que nunca lo fue. Los cuatro tienen otros trabajos y este proyecto era una pasión, un credo. Pero sin confundir. Su proyecto mantuvo la profesionalidad: equipo de sonido, equipo técnico, personal, trato exquisito a las bandas. Ese camino, y la ayuda de Ángela Fernández, que como si fuera "La Rajoy de La Salvaje", puso las cuentas claras en un excel y empezó a enderezar la contabilidad, hicieron el resto. Sus paredes han visto crecer a grupos como "Cala Vento", con siete personas (tres de ellos los dueños) en la sala en su primer concierto, treinta la segunda vez que vinieron y lleno a la tercera, ya convertidos en gloria nacional del rock indie. Por aquí pasó también un muy agradable Micah P. Hinson y Marcos Flórez puede decir que vio a su héroe musical Steve Albini jugar al póker on line tirado en el sofá del camerino. La lista de sus conciertos más recordados ahora es interminable: Jacco Gardner, "Alcalá Norte", "Carolina Durante", Joe Crepúsculo, las "Fin del mundo", Tommy Stinson...

Todos ellos disfrutaron de la sala y del refugio, como se bautizó la parte superior, espacio también para libros y para otros programadores. Siempre como en casa, siempre puertas abiertas.

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