Josín, de 102 años: "Ya puedo morir tranquilo con el Oviedo en Primera"

José Antonio Álvarez Cienfuegos, socio azul desde 1959, vio cumplido su sueño y disfrutó emocionado del ascenso desde su casa de Ventanielles

Josín levanta los brazos en su domicilio de Ventanielles cuando Santi Cazorla marca el gol de penalti. | FERNANDO DELGADO

Josín levanta los brazos en su domicilio de Ventanielles cuando Santi Cazorla marca el gol de penalti. | FERNANDO DELGADO

Fernando Delgado

Fernando Delgado

Oviedo

José Antonio Alvarez Cienfuegos, "Josín", nació el 2 de febrero de 1923 en el pueblo tevergano de Barrio, tres años antes de la fundación del Real Oviedo, el club de toda su vida y del que es socio desde 1959.

El transcendental partido del ascenso contra el Mirandés –el pasado 21 de junio– lo vio por televisión en el salón de su domicilio de Ventanielles, equipado con la camiseta y la bufanda de su equipo del alma mientras miraba cada poco, en su muñeca izquierda, el azul reloj del Real Oviedo que le trajeron este año los Reyes Magos.

Ya había vaticinado por la mañana: "Este año subimos, seguro". Antes del inicio estaba aparentemente tranquilo, pero se emocionó mucho al ver el autobús del Oviedo llegar al Tartiere arropado por miles de aficionados y cantar el himno sobre el césped. Cuando el Mirandés marcó el primer gol, le cambió el semblante, se puso serio y dejó de hablar mientras pensaba "otro año en Segunda".

Sin embargo, poco después votó del sillón cuando Santi Cazorla marcó de penalti. El posterior gol de Ilyas Chaira le impulsó de nuevo hasta la apoteosis final que disfrutó durante la prórroga con el certero disparo de Francisco Portillo que se coló por la escuadra de la portería.

Al finalizar el partido, las lágrimas afloraron en el rostro de Josín mientras el campo se inundaba de aficionados. No paró de recibir mensajes de amigos y conocidos que conocían su anhelo por ver al equipo en primera. Le costaba creerlo, pero, por fin, ya alcanzó la máxima categoría del fútbol español "gracias a la ayuda de los que ya no están con nosotros", recordaba este veterano socio. El lunes y martes lució por el barrio su camiseta del Real Oviedo y sus vecinos le detenían para felicitarle y darle la enhorabuena por ver cumplido su sueño.

En febrero, cuando cumplió 102 años, manifestó a LA NUEVA ESPAÑA que su mayor deseo era "verlo subir esta temporada a Primera División para poder morir tranquilo ya que el año pasado sufrí mucho cuando no se logró el ascenso después de jugar la promoción contra el Español y ahora no quería que se repitiese la misma historia".

El Real Oviedo y la sidra de Casa Fran son las dos grandes pasiones de este centenario, que antes de acostarse cenó dos bollinos preñaos con un culín y un poco de fruta. En el festejo, le acompañaron sus hijas María Victoria y Mari Mar.

Una dura vida

La vida de Josín fue muy dura. Con 7 años se marchó a trabajar a Bárzana, en Quirós, para servir al amo de una casería. "Andaba todo el tiempo detrás de las vacas", recuerda. Después se trasladó a Oviedo para residir en una pensión de Fuente la Plata mientras trabajaba como repartidor de sifones de una fábrica de gaseosas ubicada entonces en La Argañosa. Finalmente, se instaló en la "Pensión Oriente", en la calle Melquíades Alvarez, que regentaba Benigna, madre de José Manuel Bango, que fue su gran amigo y quien décadas después pasaría a la historia del Real Oviedo por ser el presidente del recordado ascenso a Primera División logrado en Palma de Mallorca el 4 junio de 1988. En la Pensión Oriente encontró Josín a su verdadera familia y Benigna "siempre me trató como un hijo más", subraya.

Cumplió el servicio militar en el Ejército de Regulares en Melilla y, al regresar a Oviedo, se vinculó para siempre a la empresa de transportes de su amigo José Manuel Bango. Todavía recuerda Josín, con suma precisión, como en aquella época "al salir de Oviedo con el camión Tames Trade, de color rojo, matrícula O-49.215 tenía que pagar el fielato en Colloto".

Residió en la Pensión Oriente, de Benigna, hasta que en 1958 se casó en Vega de Poja, en Siero, con María Asunción Martínez Ordiales, la única de sus once hermanos que contrajo matrimonio. Después de la boda fijaron su residencia en Oviedo, en el barrio de Ventanielles, se hizo socio del Real Oviedo y tuvo tres hijos: María Victoria, José Antonio y Mari Mar. Vinculado siempre al sector del transporte, llevó durante veinte años la leche a Infiesto en su rojo camión y regresaba cargado de Chupa-Chups de la fábrica de Villamayor. También amplió fronteras a Sevilla y Málaga para llevar la mantequilla de Arias.

Jubilación

Se jubiló a los 65 años, pero siguió vinculado a Bango colaborando en su agencia de transportes ubicada en la calle Comandante Bruzo, a la entrada del antiguo cuartel militar del Milán en Pumarin, y en la posterior correduría de seguros de la calle Foncalada. Hasta los 95 años pateó las calles de Oviedo con la correspondencia de Bango a los domicilios de sus clientes y a las oficinas de las aseguradoras.

Después de fallecer su esposa María Asunción, en diciembre de 2015, llevó una vida más sedentaria en su domicilio de Ventanielles, donde reside junto a sus hijas María Victoria "Viti" y Mari Mar.

El 15 de junio de 1959 Josín se hizo socio del Real Oviedo, con quien disfrutó momentos históricos como el ascenso de 1988 a Primera División ejerciendo como presidente su amigo José Manuel Bango. En la temporada 2003 se dio de baja durante un año cuando Celso González se consolidó como accionista mayoritario y el 2 de agosto de 2004 volvió a sacar de nuevo su carnet, que mantiene vigente hasta día de hoy. En total, lleva 65 años como socio, pero no tiene derecho a la insignia de oro del club por no ser ininterrumpidos al haber causado baja en la temporada 2003-2004.

En la actualidad, sigue abonando la cuota, aunque ya no asiste al campo y sigue todos los partidos por televisión enfundado en su camiseta del Real Oviedo. La última ocasión que acudió al Tartiere fue en noviembre de 2019 y, tras la pandemia, ya no volvió más.

Antes del covid, jugaba todos los días al chinchón y al tute cabrón a las cinco de la tarde con sus amigos del centro social de Ventanielles. Ahora ya sale menos porque padece vértigo y también perdió audición. Lo que nunca perdió fueron las ganas de tomar unos culetes, eso sí, siempre de sidra Fran, y comer chorizo y picadillo, su plato preferido, acompañado de un huevo frito con patatas.

Su rutina diaria se inicia a las diez y, después de desayunar, lee LA NUEVA ESPAÑA comenzando siempre por las esquelas. A mediodía, sale al parque de Ventanielles para charlar con su tertulia de amigos hasta que regresa a comer a casa. Luego una siesta, merienda y se entretiene con algunos concursos de televisión. También le gusta mucho escuchar canción asturiana. Se acuesta sobre las once de la noche.

No pierde por televisión ningún partido del Real Oviedo ni del Real Madrid y nunca quiere ver los del Sporting ni los del Barcelona. Cuando el Oviedo descendió a Segunda iba a Infiesto a repartir paquetería y alguien le colocó un farolillo rojo en la parte trasera de su camión. Se dio cuenta al llegar a Oviedo y, años más tarde, cuando descendió el Sporting, Josín devolvió el farolillo a la misma persona de Infiesto que se lo había colgado anteriormente.

Su mayor deseo, después de soplar las velas de su 102 cumpleaños, era "ver subir al equipo a Primera División para poder morir tranquilo". Los jugadores del Real Oviedo estuvieron este año a altura para cumplir el anhelado deseo de Josín. De momento, ya va a comprar la nueva camiseta y renovar su carnet de socio. Esperamos que la próxima temporada pueda asistir a ver algún partido desde el palco del Tartiere en Primera División. Sin duda, se lo merece.

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