Yayoi Kawamura, historiadora del arte: "Los jóvenes vienen a estudiar japonés atraídos por el manga"
Profesora jubilada de la Universidad de Oviedo y distinguida con una de las máximas condecoraciones de su país natal por difundir su cultura. "Se ha superado un primer nivel de curiosidad, los tópicos sobre los samuráis, las geishas...", opina

Yayoi Kawamura ,en las escaleras del edificio departamental del campus del Milán. | MARIO CANTELI

Historiadora del Arte, profesora jubilada de la Universidad de Oviedo, comisaria de la primera exposición que el Museo de Bellas Artes de Asturias dedicó al arte oriental, en el año 2024, "Asturiana del mes" de LA NUEVA ESPAÑA, Yayoi Kawamura (Osaka, Japón; 1954) llegó a España en los años 70 y arraigó en Asturias. Fundó un hogar y una familia, y se labró una carrera docente e investigadora que ha contribuido a acortar distancias entre España y Japón. Por esa razón la Casa Imperial y el Gobierno de su país le han otorgado la Orden del Sagrado Tesoro, Rayos de Oro y Plata, una de sus máximas condecoraciones. Le será entregada en Madrid, el viernes 4 de julio.
-Pónganos en antecedentes, como historiadora, sobre el origen y la trascendencia de la distinción que va a recibir.
-Se remonta a la época Meiji, que empieza en 1868. Japón deja atrás un sistema asentado en el poder de los guerreros samurai y de la saga Tokugawa, una época de restauración en la que el emperador se pone al frente del país, de modernización y de imitación de los progresos y revoluciones industriales occidentales, para no acabar convertido en una colonia como desgraciadamente les sucedió a otros países. Es entonces cuando se establece una serie de condecoraciones que representan los valores modernos, entre ellas la que me van a otorgar. Realmente me la han otorgado ya, el día 20 de mayo.
-Se entregan en el Palacio Imperial.
-Sí, sí. Yo no pude ir a esa ceremonia por distintos motivos. Hay varias categorías. Me la han dado en la categoría de Rayos de Oro y Plata. Me impresionó, ¿eh? Se llama del Tesoro Sagrado, porque tiene forma de espejo radiante. Es algo que viene del sintoísmo, la religión más antigua de Japón. En ella hay tres tesoros: el espejo, la espada y una gema.
-¿Qué simboliza el espejo?
-La luz y el sol, la diosa solar, que se llamaba Amaterasu y que se considera antepasada de la familia imperial. Es algo que se hunde en la mitología.
-La cultura y la historia japonesa son aún desconocidas en Occidente. Precisamente, usted ha sido distinguida por difundirlas.
-Se ha superado un primer nivel de curiosidad, creo yo, los tópicos sobre los samuráis, las geishas… Yo formo parte de un grupo de investigación que se llama "Japón y España, relaciones a través del arte", interuniversitario -participa la Universidad Zaragoza, la Complutense, Oviedo, por supuesto, la Oberta de Catalunya, la Autónoma también, la Autónoma de Madrid...–. Tenemos en común el interés por el arte japonés y llevamos más de 20 años con sucesivos proyectos de investigación. Intentamos dar visibilidad al arte japonés. Cuando yo llegué a España -estoy hablando de hace más de 30 años– no se sabía ni donde estaba Japón. Ahora, se estudia muchísimo japonés. Los jóvenes vienen a estudiar japonés atraídos por el manga. Hay un boom del manga, que no es sólo cómic, hay una profundidad muy grande en él.
-Una expresión cultural netamente japonesa.
-Esa visualidad inmediata, el grafismo, los dibujos tan potentes, sí, eso es muy propio de arte japonés.
-Contrasta con los haikus, con el arte tradicional, tan delicado...
-Forma parte del modo de ser japonés. Japón es un país muy moderno, como el manga, pero a su vez sabe guardar los aspectos tradicionales. Es una de las características de Japón.
-Que turísticamente, por otra parte, está al alza,
-Sí, sí. Hace 30 años pocos europeos iban a Japón. Cuando yo era estudiante, hace muchos años, trabajaba para una agencia de turismo, para ganar algo de dinero, pues escasamente llegaban extranjeros; norteamericanos, sí, pero europeos muy, muy pocos, y de habla hispana, no digamos. Ahora incluso se oye hablar español en las calles de Kioto.
-¿Y al revés?
-También, sí, el principal canal de televisión de Japón emitió un reportaje sobre el Camino Primitivo.
-¿A la Universidad de Oviedo llegan estudiantes interesados en la cultura japonesa?
-Sí, yo he tenido algún doctorando que hizo la tesis sobre arte de Asia y hay algunos estudiantes de historia que está estudiando la lengua japonesa en la Casa de las Lenguas. El otro día vino un chico diciendo que tenía que aprender la caligrafía japonesa, muy compleja. Yo les animo. ¡Adelante! Los jóvenes están llenos de posibilidades.
-En la Universidad de Oviedo organizó actividades sobre Japón.
-Sí, siempre hice unas jornadas de cultura y arte japonés con mis alumnos y últimamente hago otras con el Ayuntamiento de Ribera de Arriba.
-Estudiar español en Japón en los años 70, como hizo usted, debía ser una rareza.
-Rarísimo, rarísimo no, pero… En Japón se estudia primero inglés. Ese es el idioma que se enseña en el colegio obligatoriamente, y después del inglés el español es ahora el siguiente idioma más estudiado. Luego el francés, el alemán... Pero creo que el español está de moda.
-Personalmente, ¿de qué se siente orgullosa de su país?
-De los japoneses. Sí. Somos muy ordenados y cuando trabajamos cumplimos. Es algo que te enseñan desde pequeño. Lo que más me gusta es que los españoles identifican a los japoneses como personas fiables, y eso me encanta.
-¿Qué fue lo que más le costó, o le cuesta, de su adaptación a España?
-Lo primero que me llamó enormemente atención, porque es muy distinto a Japón, sobre todo en Kioto, de donde yo venía, una ciudad antigua y muy tradicional, es que la gente es muy directa, para bien, ¿eh? Dice las cosas con toda sinceridad. La gente de Kioto es más reservada, va construyendo la confianza y se va soltando poco a poco. Los españoles son muy sinceros desde el principio.
-La exposición del Bellas Artes sobre arte japonés fue un éxito y logró lo que usted pretendía, visibilizar el arte japonés.
-Al principio, con David Almazán, de la Universidad de Zaragoza, que la comisarió conmigo, dudábamos. Fue una apuesta de Alfonso Palacio, desde el principio. Estoy muy contenta de que la sociedad asturiana y también la gente de fuera, vinieran a visitarla, y, sobre todo, de que la disfrutaran. Esa era nuestra intención. El catálogo, que se publicó hace dos semanas, es muy elegante -creo que el diseñador se contagió un poquito del espíritu japonés-.
-¿De dónde viene esa elegancia innata del arte japonés?
-Nunca derrochamos, eso es algo contrario a la estética japonesa. Siempre dejamos espacio blanco, neutro, nos reservamos y damos importancia a la sutileza.
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