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El Oviedo "invencible" hace cola en la Noche Blanca más europea: "Ves cosas que te hacen pensar"

"Hay que trabajar unidos para lograr la capitalidad para Asturias", proclama Canteli, exultante por el éxito de público a pesar de la lluvia

VÍDEO: Así fue la Noche Blanca de Oviedo 2025

J.A.

Lucas Blanco

Lucas Blanco

Oviedo

"Llueve un poco, pero veo esta cola y pienso: Oviedo es invencible". Son las palabras del alcalde, Alfredo Canteli, durante su visita al Palacio de los Deportes para presenciar el primer espectáculo cultural desde la reinauguración del pabellón, promovido como una de las grandes novedades de la decimotercera edición de la Noche Blanca, que ayer volvió a congregar a miles de personas en la ciudad a pesar de que el tiempo no acompañó y demostró el potencial de la ciudad para conseguir el objetivo de ser Capital Europea de la Cultura en 2031. "Hay que trabajar unidos para lograr la capitalidad para Asturias", indicó el regidor.

El máximo representante municipal reconoció que la de este sábado "no es una Noche Blanca más". Recordó que Oviedo se está jugando pasar el primer corte de la carrera en la que pugna con otras diez ciudades españolas. "Por lo menos hay que pasar esta fase y el año que viene seguir luchando", apuntó un Canteli, quien subrayó la gran apuesta realizada para ofrecer 45 actividades en 40 escenarios durante once horas. "Es un esfuerzo económico importante, pero merece la pena", dijo, a la vez que vaticinó una edición incluso más potente en 2026. "La Noche Blanca del año que viene no va a ser blanca, va a ser blanquísima", adelantó el Alcalde, que estuvo acompañado para la inauguración del evento por el concejal de Cultura, David Álvarez, y el director artístico de la cita, José Castellano.

Los protagonistas de la inauguración alucinaron por la gran cantidad de gente que se agolpaba a la puerta del Palacio a las ocho de la tarde para presenciar "Pleonexie", un gran espectáculo de luz y sonido de 20 minutos que resaltó la espectacularidad interior de la cubierta del edificio diseñado por Ildefonso Sánchez del Río. "Es como una discoteca gigante", explicó Loreto Amado, una vecina de Ventanielles que no quiso perderse la puesta de largo cultural del pabellón.

Las colas rodearon el Palacio de los Deportes, pero también se formaron en el Monasterio de San Pelayo, en la Junta del Principado o en el teatro Filarmónica, donde el reclamo de Álex de la Iglesia cumplió con creces las expectativas. «Venimos sobre todo por el formato; seguro que va a contar alguna cosa interesante», indicó Saúl Granados, un joven llegado de Avilés que se declara incondicional de esta cita que, cada primer fin de semana de octubre desde 2013, abarrota Oviedo con la cultura como excusa. «Ves cosas que te gustan o no, pero te hacen pensar», añadió.

Si bien la meteorología adversa apenas hizo mella en las grandes atracciones y en los formatos ya clásicos de éxito, como las visitas a la Delegación de Defensa, sí se notó en algunas actividades al aire libre. «Hemos acortado el recorrido porque no nos hacía gracia ir hasta el Campo con la que está cayendo», coincidieron Silvia Gómez y Alicia Vázquez, dos amigas coruñesas que pasan el fin de semana en una vivienda de uso turístico del Antiguo.

La noche, que se alargó hasta bien entrada la madrugada, dejó imágenes curiosas, como una gran luna colocada en la plaza de la Cruz Roja, donde una carpa se llenó de público para participar en la Noche Internacional de la Observación del Satélite Natural, asistir a un taller de fotografía y escuchar relatos históricos y mitológicos. «Está bien que le den más uso a la plaza», aprobó Benito Fernández, un vecino de la calle Martínez Vigil que se acercó un momento a ver qué se cocía dentro de la instalación provisional.

También se acercó mucha gente bajo los arcos del patio del edificio histórico de la Universidad para participar en Sanar Oviedo. Un grupo de artistas se encargó de traducir los relatos de los visitantes en dibujos que luego les entregaban como recompensa. «Es algo original, un poco friki, pero original», dijo Marcos Álvarez, un pequeño de 13 años que ayer acompañó a sus padres en «más de una docena» de actividades de la Noche Blanca. «En casa somos muy culturetas», puntualizaba su padre, Alexis Álvarez.

Como ya es tradición, fueron muchos los que aprovecharon las actividades para adentrarse en escenarios poco explorados de la capital asturiana. «La actividad —la performance protagonizada por Olga Mesa y Francisco Ruiz de Infante en el claustro— ni la entiendo, pero yo vine solo por poder ver cómo era esto por dentro», confesó un hombre mayor mientras paseaba por la Fábrica de Armas de La Vega sin quitar la mirada del castillo que en su día acogió las oficinas de la vieja factoría. «Pensaba que iba a estar más abandonado», apostilló.

Entre los visitantes hubo excusas para todos los gustos a la hora de coger el paraguas, echarse a la calle y deambular en busca de una buena dosis de cultura. «A mediodía tocó fútbol; ahora vamos a la sala Borrón y más tarde iremos a ver poesía al Auditorio», relató Aníbal Cue, un llanisco desplazado a la capital para pasar la tarde junto a Jordi Mas, un amigo catalán que casi todos los otoños suele hacer escapadas por el Principado.

Tanto Canteli como José Castellano coincidieron en destacar que la calidad del evento logró imponerse a las inclemencias meteorológicas. «Es un día para salir; no está tan desagradable», apuntaron, mientras Canteli ponía el acento en las enormes posibilidades de Oviedo para albergar cualquier oferta cultural. «Esto —el Palacio, La Vega, la Universidad, el Antiguo...— tenemos tantos sitios para hacer cosas que tenemos que aprovecharlo», proclamó un alcalde visiblemente ilusionado con la posibilidad de que Oviedo sea Capital Europea de la Cultura en 2031.

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