Todos los meses 8M: mujeres rompetechos | Mamen Canal Creadora de "The English of our Business"
Mamen Canal, creadora de "The English of our Business": "Nunca me he puesto límites por ser mujer, siempre confié en mis habilidades"

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín
Pelayo Méndez
La duda y el miedo al fracaso no están presentes en su diccionario vital. Desde pequeña se sintió atraída por la cultura anglosajona y se lanzó en una de las primeras promociones del proyecto Erasmus. Encontró un nicho de mercado por explotar observando las limitaciones que suponía para las empresas la ausencia de idiomas y reforzó su formación con estudios empresariales. Tras unos años ejerciendo en Madrid, regresó al Principado de Asturias con el objetivo de "aportar con su experiencia a la región". Lanzó la plataforma "The English of our Business" y, desde entonces, se dedica por completo a la formación de sus alumnos. Sus enseñanzas no se limitan a los idiomas; también toca temas culturales y empresariales. Confiesa que "no para de innovar" y, hace unos meses, el Observatorio del Emprendimiento de España le seleccionó como ejemplo de mujer emprendedora.
-¿Cuándo despierta su interés por los idiomas?
-Pues la verdad es que desde pequeñita. De hecho, mi madre siempre cuenta que cuando era un bebé yo ya intentaba cantar canciones de los Beatles. O sea, que esto viene de muy atrás. Estoy hablando de cuando tenía, no sé, dos añitos, y ya empezaba a mostrar ese interés. Siempre me atrajo muchísimo toda la cultura británica, todo lo relacionado con el idioma. Inicialmente, mi idea era estudiar Traducción e Interpretación, pero en Asturias no existía esa licenciatura, así que tuve que adaptarme a lo que había aquí y estudié Filología Inglesa.
-Formó parte de la segunda promoción de Erasmus en España, ¿con qué se queda de esa experiencia en Londres?
-Fue un punto de inflexión, sobre todo porque te permite abrir la mente a otras culturas. No solamente estaba en Londres, sino que además intenté no relacionarme con los españoles que iban de Erasmus. Quise hablar con ingleses, con escoceses, con irlandeses, con gente de otras culturas. Eso te hace aprender a entender otros puntos de vista, diferentes a los que tienes en Asturias o en España. También recuerdo que me llamó mucho la atención el enfoque académico, ahora nos parece muy normal porque ya tenemos implementado el Plan Bolonia, pero ellos ya lo tenían entonces. Pasé de estudiar mucha teoría de memoria a tener, por ejemplo, una asignatura de Shakespeare en la que íbamos al teatro a ver obras y luego hacíamos un comentario. Era una forma de aprender completamente distinta.
-¿Cree que la reputación de este programa ha perdido prestigio con el paso de los años?
-Yo creo que ha cambiado. En mi época, en Filología Inglesa había solo cinco plazas de Erasmus. Estamos hablando de una carrera que, por naturaleza, era muy de Erasmus, con lo cual era complicado optar a una plaza. El sacrificio económico que supuso enviarme a estudiar allí y el hecho de que era algo difícil de conseguir también te animaban a dar lo mejor de ti. Aunque, por supuesto, lo pasamos bien y también salíamos de fiesta. Pero creo que hoy en día el Erasmus se percibe casi como una asignatura más, algo más rutinario, y en ese sentido sí pienso que ha perdido un poco la esencia. Era un programa enfocado a la excelencia.
-¿Alguna vez tuvo alguna experiencia negativa en su vida laboral por su género?
-No diría negativa, pero sí que ahora, cuando echas la vista atrás, te das cuenta de que había comportamientos que hoy en día consideraríamos intolerables. Sin embargo, en aquella época, estaban aceptados socialmente. De hecho, la primera crisis profesional que tuve fue al enfrentarme a un jefe que me dijo literalmente que yo estaba allí para recargarle la tinta de la estilográfica y cambiarle el mechero cuando lo necesitara. Le respondí, muy amablemente, que si eso era lo que esperaba de mí, ya podía despedirme.
-¿Qué le hizo ver el potencial del estudio de idiomas en el mundo de las empresas?
-Después de mi etapa laboral en empresas, estuve en una academia de inglés. Me dieron la oportunidad de empezar a impartir formación en empresas y, en ese momento, me di cuenta de algo: entre las pequeñas y medianas empresas existía una gran carencia de idiomas. Recuerdo una de las primeras compañías con las que trabajé; era una empresa que estaba abriendo negocio en Oriente Medio, pero ninguno de los empleados implicados en el área de exportación dominaba el idioma. Intenté combinar mi experiencia en el mundo empresarial con mi formación académica en idiomas. La clave de mi proyecto es que enseño a hacer negocios en inglés, que no es lo mismo que saber inglés y luego lanzarte a hacer negocios.
-Desde sus inicios en el mundo empresarial allá por 2005, ¿notó avances en el papel de la mujer dentro de este ámbito?
-La verdad es que en estos años he notado un cambio en Asturias. En Madrid siempre nos llevan unos cuantos años de ventaja, cuando volví a Asturias, noté que venía de un lugar en el que todo estaba más avanzado. No obstante, veo que en el Principado cada vez hay más mujeres en puestos de dirección. Es verdad que en las pequeñas empresas es más complicado, pero aun así, en las compañías con las que trabajo, noto que la mujer avanza mucho y va ganando presencia.
-¿Qué le hizo regresar a Asturias después de años ejerciendo en Madrid?
-Yo quería regresar a Asturias. Madrid es una plaza muy interesante, de hecho, le recomiendo a todo el mundo que pase una temporada allí, porque te ayuda mucho a madurar, tanto mental como profesionalmente. Pero yo quería volver porque aquí la vida es mucho más calmada. Además, vine con experiencia y creía que podía aportar algo.
-¿Qué importancia tiene dominar el inglés para trabajar en una multinacional? ¿Cuáles son los idiomas que siguen a este en términos de importancia?
-Yo creo que el inglés es un idioma universal en los negocios. De hecho, ahora en la Unión Europea solo tenemos un país de habla inglesa, que es la República de Irlanda, y la mayoría de las comunicaciones en la Comunidad Económica Europea se hacen en inglés. Es el idioma de los negocios y va a seguir siéndolo. Le siguen otros, condicionados por el sector al que nos refiramos. Por ejemplo, en ingenierías, sí que es cierto que el alemán tiene mucho peso. Pero si hablamos de otros sectores, como energía o electrónica, el chino es un idioma que tiene muchísimo tirón. Además, los chinos no son angloparlantes, así que es todavía más relevante conocer su idioma.
-¿Qué fue lo más complicado de lanzar “The English of our Business"?
-Lo más complicado fue construir la red de contactos. Empecé con una idea inicial y luego fui añadiendo componentes. Por ejemplo, el tema de la plataforma fue algo que se incorporó mucho después. Si ya es difícil que las empresas te quieran escuchar, imagínate que acepten la propuesta que les haces.
-¿Cómo valora el presente y el futuro del proyecto?
-La verdad es que estoy supercontenta y un poco desbordada. Me gusta mucho mi trabajo, si encima, desde fuera, se reconoce, se valora y se le da visibilidad... para mí es un honor. El presente es muy positivo. Realmente estoy todo el tiempo innovando, ahora estoy pensando en nuevas cosas para lanzar en la plataforma. Siempre intento escuchar a las empresas, porque es muy importante atender lo que el mercado necesita. Voy adaptando y evolucionando según las ideas que me van surgiendo.
-Hace aproximadamente un año fue nombrada ejemplo de mujer emprendedora, ¿Qué significó ese premio para usted?
-Fue muy importante. El hecho de estar seleccionada entre ese grupo de diez mujeres para el Observatorio Español del Emprendimiento indica justamente eso: se reconoce el valor del esfuerzo, el sacrificio, las noches sin dormir y, sobre todo, es una recompensa a una idea que yo tenía en mi cabeza, que pude materializar y que ahora se está valorando.
-Por último, ¿qué le diría a todas esas mujeres que están pensando en emprender en Asturias, pero no acaban de dar el paso?
-Les diría que si tienen una idea, vayan a por ella. Es muy importante estudiar muy bien el mercado, porque a veces tú tienes una idea, pero el mercado no está dispuesto a aceptarla. Entonces, tienes que equilibrar lo que tienes en tu cabeza con un buen análisis de mercado y ver si esa idea tiene potencial. En el momento en que veas que lo tiene, lánzate a por ella: olvídate del miedo al fracaso, asume los riesgos que haya que asumir y cree en ti misma. Yo nunca me he puesto límites por ser mujer. Si tengo conocimientos y habilidades, ¿por qué iba a considerarme inferior a otra persona? ¿Puedo ser mejor o peor? Eso depende de cada uno, porque cada persona es buena en lo suyo. Por eso pienso que es muy importante ser realista con tus propias capacidades. Pero si crees en ti y en tu valía… ¿Por qué no?
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