Marigel Fernández, alcaldesa de barrio: "Vallobín es una de las zonas que más se han revalorizado de Oviedo"
"Siempre me molesté por el barrio", asegura Marigel Fernández, que compatibiliza el trabajo en su tienda de regalos con la atención a los vecinos que exige el cargo: "Yo quiero sacar todo lo que se pueda para Vallobín, soy de aquí de toda la vida", sostiene

Marigel Fernández, en uno de los paseos de Vallobín / Irma Collín / Irma CollÃn
Está a pie de barrio por partida doble. Criada en la calle Mariscal Solís desde que nació, tiene una tienda de regalos en Francisco Cambó y es alcaldesa de Vallobín desde que arrancó el actual mandato, en 2023, aunque lleva mucho más tiempo presente en los movimientos vecinales y asociaciones.
Marigel Fernández (1963) presume de "un barrio muy limpio, muy seguro y muy bueno", pero con aspectos a mejorar porque, recalca, "todo es mejorable".
-¿Cuando empieza su vinculación con Vallobín?
-Yo soy de aquí de toda la vida. Nací aquí y viví aquí cuando esto era una barriada donde estaban los depósitos y talleres de la Renfe y todavía no existía lo que en su día llamamos el Puente Nuevo porque el paso a Alejandro Casona estaba cortado por el muro del tren y Marcelino Suárez era un descampado con las vías al aire. Estaba lleno de baches y socavones, si te caías en un socavón de aquellos tenían que venir de grúas "El Roxu" para sacarte.
-¿Cómo le llega la propuesta para ser alcaldesa de barrio?
-Me llamó directamente el Alcalde, Alfredo Canteli, y me lo planteó. Siempre estuve en el PP desde los tiempos de Alianza Popular. También formé parte de una federación de asociaciones vecinales que luego se disolvió.
-¿Por qué aceptó?
-El día de las votaciones todos metemos una papeletina para quien nos dio la gana, pero yo quiero sacar para el barrio todo lo que se pueda y se lo quiero sacar a quien esté en cada momento. Se trata de mejorar tu entorno. Viví de cerca la creación de los distritos y estuve implicada en el asociacionismo vecinal en la época del tripartito.
-¿Qué tal es su relación con los concejales, cuál es su modus operandi con las peticiones que le llegan de los vecinos?
-Anoto en esta libreta (muestra un cuaderno) cada petición o aviso que me llega de los vecinos, en una hoja, y luego sigo la evolución, con fechas. Los concejales me hacen bastante caso, tengo una buena relación con ellos, quizá porque no soy muy pesada. Les mando antes un mensaje, procuro no ser invasiva y el Alcalde está muy encima de los asuntos.
-¿Queda algo del Vallobín de su infancia?
-El cambio ha sido brutal. Antes, las mujeres de aquí se arreglaban para coger el autobús, la línea 7, y decían que iban a Oviedo, era como una excursión. En realidad en Oviedo ya no quedan barriadas como lo que eran antes Vallobín, Ciudad Naranco y el resto, todo deslavazado. Había una gran diferencia entre el centro y las barriadas. Por ejemplo, las chicas que trabajaban en Mantova (una empresa textil) se esperaban para ir todas juntas a la parada del autobús. La luz, como pasaba en los pueblos, era un palo con una bombilla, no había farolas. El Vallobín actual no tiene nada que ver, a este barrio se le metió mucha mano desde el principio de las peatonalizaciones.
-¿A qué se refiere?
-Los cambios en los barrios empezaron por Vallobín. En la etapa de Gabino de Lorenzo se apostó por una continuidad, una equiparación de los barrios con el centro urbano y empezó por Vallobín porque conocía la zona de traernos a Mariscal Solís cuando hacíamos campaña. Ahora se ha convertido en una de las zonas que más se han revalorizado de Oviedo porque está al pie del centro.
-¿Qué es lo mejor de Vallobín?
-Este barrio tiene una situación privilegiada, tan cerca del Naranco, tan abierta, tan próxima al centro y con muchísima vida propia, esto no es un barrio dormitorio. El parque y las terrazas se llenan. Vallobín tiene mucha vida, a pesar de que los barrios se están resintiendo porque se está acabando con las tiendas y el comercio que había antes. Aquí había tintorerías, tiendas de ultramarinos, panaderías, ferreterías, droguerías, mercerías, tiendas para comprar y reparar zapatos, zapatillerías y bares como para una boda, pero ahora quedan cuatro.
-Otros alcaldes de barrio también lamentan la pérdida de las tiendas de cercanía, las del trato personalizado a los vecinos. Usted tiene una tienda y vive muy de cerca el problema.
-El problema radica en que el comercio no se puede sujetar sin una entrada regular de ingresos porque los gastos también son continuos. Hay que vender mucho para poder cubrir gastos. Es difícil sostener el negocio. Por ejemplo, esta tienda necesita vender doscientos euros al día como mínimo y no se vende. Luego llega cada mes la renta del local, la luz, el teléfono, internet, el agua, autónomos, el mes pasado vino el seguro y este mes, el IRPF y el IVA trimestral.
-Antes le preguntaba por lo mejor del barrio. ¿Qué es lo que más le preocupa?
-Me preocupa mucho que, al faltar el comercio y al bajar los bares, cada vez haya menos vida; cuando se pierde actividad es muy difícil la recuperación. El miedo que tengo es que el barrio pueda morir por la pérdida de actividad. Hemos perdido vecinos que, o han ido muriendo, o han ido con sus hijos o a residencias. Se nota muchísimo.
-¿Y qué se puede mejorar?
S-iempre se puede mejorar, por ejemplo, el tráfico porque en hora punta estamos colapsados por los dos extremos. La experiencia del mercadillo de La Corredoria demuestra que se pueden hacer cosas, aquí hay un parque espectacular y estaría bien organizar un evento un domingo al mes.
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