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Así es la piedra con la que se construyó Oviedo y que aspira a ser Patrimonio Mundial: "Es única"

Un estudio de la Universidad analiza la composición de los materiales con los que se levantó la Catedral, el Prerrománico o la sede del TSJA

San Miguel de Lillo, rodeada de visitantes.

San Miguel de Lillo, rodeada de visitantes. / David Cabo / David Cabo

Lucas Blanco

Lucas Blanco

Profundizar sobre el origen de los materiales utilizados para levantar el Oviedo antiguo y reivindicar la importancia de los mismos a nivel internacional. Son los principales objetivos de un estudio liderado por el investigador Víctor Cárdenes, del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo. Su equipo, junto con la empresa GEA Asesoría Geológica, lleva años estudiando las rocas que han moldeado el perfil monumental de la capital asturiana, desde la catedral de San Salvador hasta las iglesias prerrománicas de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, pasando por el palacio de Valdecarzana-Heredia. «El paso siguiente es la propuesta de la piedra de Oviedo como Piedra de Patrimonio Mundial», explica.

El proyecto busca promocionar el patrimonio pétreo ovetense y abrir el camino para que las rocas que lo componen —la caliza de Piedramuelle, de tonos amarillos o rojizos, y la dolomía de Laspra, de grises claros— reciban una distinción que ya poseen materiales con los que se levantaron monumentos como el Taj Mahal o el Vaticano.

Los investigadores han analizado durante años la resistencia, alteración y respuesta a tratamientos de conservación de estas piedras, ambas carbonatadas y de gran valor estético y artístico, que además resultan fáciles de trabajar. Su estudio ha permitido comprender mejor el envejecimiento de los edificios históricos de la ciudad y optimizar las técnicas de restauración.

Cárdenes recuerda que «en los años 90 se realizó una gran limpieza de la fachada de la Catedral, que devolvió su color original, y aquello no hubiera sido posible sin conocer bien las propiedades de sus rocas». Desde entonces, el grupo ha continuado con la labor de caracterización de los materiales constructivos que dieron identidad al Oviedo medieval y barroco, fundamentales para entender su evolución arquitectónica.

La investigación revela cómo la combinación de ambas piedras define el aspecto del casco antiguo y confiere a Oviedo un paisaje urbano único. La caliza de Piedramuelle aporta calidez y color a las fachadas, mientras la dolomía de Laspra, más fría y resistente, sostiene muros y elementos estructurales. «Otro tipo de roca habría dado lugar a una ciudad completamente distinta», subraya Cárdenes, convencido del potencial de la piedra ovetense para lograr el reconocimiento internacional a Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS), que cada año evalúa las candidaturas de materiales singulares por su relevancia histórica, social y científica.

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