El templo de los callos y el pote de Oviedo que se muda para especializarse en la cocina sin gluten
El negocio se traslada a un establecimiento más amplio y mejores servicios situado a escasos metros de Gascona

El menú del Desarme del Bar Cubia.
El templo ovetense de los callos y el pote asturiano cambia de casa, pero no de espíritu. El Bar Cubia, regentado por el matrimonio formado por Julio César Giganto y Lorena Álvarez, abandona su local de Pumarín, donde llevan abiertos desde 2017 para abrir una nueva etapa desde el pasado viernes en el número 14 de la calle Alfonso III el Magno, a escasos metros del Bulevar de la Sidra. El objetivo: ofrecer más espacio, más comodidad y una cocina completamente adaptada al público celíaco.
“Con este nuevo establecimiento buscamos tener más espacio para poder ofrecer más calidad y seguridad alimentaria”, explica Julio César Giganto, que no esconde la ilusión por esta nueva etapa. “Queremos que tanto los clientes como el personal trabajen en las mejores condiciones posibles, y eso también incluye contar con un sistema de aire acondicionado”, añade.

El interior del nuevo local del Bar Cubia. / LNE
El cambio de ubicación no supondrá renunciar a las señas de identidad que han convertido al Cubia en una referencia nacional en la cocina tradicional asturiana. De hecho, el local mantiene su condición de “templo de los callos y el pote”, especialidades que le han valido para figurar durante tres años consecutivos entre los veinte mejores de España para comer callos, según el certamen “La callada por respuesta”, además de estar entre los veinte mejores de Asturias para disfrutar de un buen pote asturiano.
Lorena Álvarez seguirá al frente de los fogones, con la misma meticulosidad que ha convertido los callos del Cubia en una pequeña obra de arte culinaria. “Los limpiamos y preparamos los lunes y martes, y se sirven de lunes a sábado al mediodía, y viernes y sábado también por la noche”, explicaba hace un año el propio Giganto en una entrevista en la que definía su plato estrella como ‘callos pequeñinos, picantinos y pegañosos’, una descripción que ya es marca de la casa.
Los ingredientes seguirán teniendo el mismo sello de calidad. Las calladas continuarán llegando desde la carnicería Raúl, y las cazuelas seguirán desprendiendo ese aroma que mezcla paciencia, tradición y cariño. Pero a partir de 2026, todo ello se servirá en una carta 100% sin gluten, un paso valiente y pionero en la hostelería ovetense.
El nuevo local, que hasta hace poco regentó la cocinera Celia Pinto, mantendrá el espíritu familiar y cercano que siempre caracterizó al Cubia. Una mudanza que no busca cambiar la esencia, sino reforzarla.
Porque en Oviedo hay cosas que no se tocan: los callos del Cubia seguirán siendo los de siempre, solo que ahora, con un poco más de aire... y sin gluten.
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