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La Castalia, de gala y estreno

La asociación cultural reúne coro, orquesta, bailarinas y solistas para rendir homenaje a los trabajadores del auditorio Príncipe Felipe

Begoña García-Tamargo se dirige al público desde el atril, instantes antes del inicio del estreno.     | LNE

Begoña García-Tamargo se dirige al público desde el atril, instantes antes del inicio del estreno. | LNE

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

Oviedo

La clausura del curso "La voz en la música de cámara", que ha llegado a la XXIII edición, conllevó un despliegue casi sin precedentes por parte de la asociación cultural La Castalia, reuniendo sobre el escenario del Auditorio al coro "Arsis" de la Escuela de Música Divertimento, media decena de bailarinas de Baidán Estudio de Danza, un quinteto solista excepcional –formado por las sopranos Ángeles Rojas y Noive Solar, la mezzosoprano María Heres, el contratenor Mikel Malda y el barítono Ángel Simón– y una pequeña formación orquestal. Todo ello, bajo la dirección musical de Pedro Ordieres, confluyó para el estreno de la ópera de cámara "Tres mujeres", del joven compositor Teo Montero Rey sobre poemas de Javier Almuzara.

Tras una palabras de Begoña García-Tamargo (directora artística de La Castalia) en agradecimiento al personal del Auditorio (a quien estaba dedicado el concierto), la velada discurrió por los cauces de la expresividad gracias a la implicación y nivel de los intérpretes.

La partitura de Teo Montero muestra su sensibilidad y estilo compositivo sin renunciar a diversas influencias jazzísticas (en el último movimiento) o expresionistas en "La tragedia de Ismene", potenciada por los afilados agudos de Noive Solar. Malda y Rojas, como Apolo y Dafne, formaron un dúo convincente, bien empastados y con unas voces atractivas –cada vez más sólida la del contratenor y poderosa la de la soprano, enfrentando una tesitura por momentos extrema–, mientras que María Heres y Ángel Simón encarnaron a Fedra y al Corifeo con unos resultados impactantes durante el clímax que cierra la obra.

En todo momento estuvieron bien arropados por los músicos, precisos y ensamblados, cuyo papel radica más en el de solista que en el de formación orquestal gracias a la exploración tímbrica por la que opta Montero. El coro "Arsis" fue otro de los grandes aciertos de la velada, patrocinada por LA NUEVA ESPAÑA, dejando unas voces equilibradas en algunos pasajes efectistas y complejos por su textura y carácter contrapuntístico.

Completarían el espectáculo, que esperamos pueda llevarse a la escena próximamente, las bailarinas, a medio camino entre juguetonas ninfas y elegantes cariátides, con unas coreografías muy pertinentes bien ejecutadas.

Tras una hora de función, el público, que abarrotaba el patio de butacas, agradeció con aplausos el esfuerzo de un elenco muy asturiano y de gran nivel.

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