Viaje musical por la paz en la Sociedad Filarmónica de Oviedo
Buenos resultados artísticos para el segundo concierto del curso, con el oboísta Ángel Luis Sánchez y un ensemble de garantías

El oboísta Ángel Luis Sánchez, en el centro, junto al ensemble que le acompañó. | JUAN PLAZA

La Sociedad Filarmónica de Oviedo abría anoche las puertas por segunda vez en el presente curso para proponer, a un público más numeroso de lo habitual, un viaje musical en la búsqueda de la paz y la belleza mediante un programa muy interesante protagonizado por el oboísta Ángel Luis Sánchez Moreno. No obstante, sobre el escenario se vio acompañado por media docena de músicos que constituyeron un ensemble de garantías, ideal para arropar al solista.
La velada, subvencionada por la Fundación Municipal de Cultura y patrocinada por la Fundación EDP y LA NUEVA ESPAÑA, estaba dividida en dos partes donde el repertorio barroco pareció imponerse. El "concierto para oboe en re menor" de Marcello, una pieza que evidenció las virtudes de Sánchez Moreno, con un fraseo muy ajustado para facilitar el buen ensamble con los músicos. "Nulla in mundo pax sincera" (Vivaldi), pieza que daba título al programa, puso en liza a la soprano Iliana Sánchez, de timbre metálico y con agudos poderosos.
Completaron la primera parte el "Allegro" de la "sonata para piano en do mayor kv 279" de Mozart –interpretado al clave por Daniel Oyarzábal– y el "Cuarteto para oboe en Fa mayor kv 370", también del genio salzburgués.
La segunda mitad era un monográfico de Johann Sebastian Bach, compositor del que se conmemora el 275 aniversario de su muerte. La "Cantata Jauchzet Gott in allen Landen" dejó un sonido adecuado en el conjunto instrumental, exhibiendo la soprano cierta expresividad en "Bist du Bei Mir".
Nuevamente Oyarzábal tuvo su momento de protagonismo en el "Preludio y fuga en do mayor" y en el "Preludio en si menor", con una pulsación muy nítida que favoreció el seguimiento de cada línea melódica.
Cerró el programa, de algo más de hora y cuarto de duración, el "concierto para oboe en do mayor", con unas dinámicas bien trazadas.
Ante los aplausos del público, Ángel Luis tomaría la palabra para agradecer la asistencia y el trato recibido por la Filarmónica y lamentó profundamente no portar en la chaqueta un pin de Oviedo que le habían regalado y había olvidado en el camerino. Tras ello, ofrecieron el "trío sonata" de Haendel para dos violones y continuo y el célebre "Lascia ch’io pianga", del mismo compositor.
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