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Luto en la hostelería asturiana: fallece a los 61 años Maria Isabel Díaz, alma de Casa Eleuterio

La hostelera, nieta de fundador del histórico establecimiento abierto desde 2010, deja un gran vacío en su conocida saga familiar: "Tenía un trato excelente con la gente"

El comedor del restaurante Casa Eleuterio.

El comedor del restaurante Casa Eleuterio. / PABLO SOLARES

Lucas Blanco

Lucas Blanco

El valle de Las Caldas llora estos días la pérdida de María Isabel Díaz González, una de las figuras más queridas de la hostelería ovetense y alma del bar Casa Eleuterio de Caces, establecimiento centenario que ha sido durante décadas punto de encuentro de vecinos, excursionistas y amantes de la buena mesa a las orillas del Nalón. María Isabel falleció el pasado miércoles, 29 de octubre, en Oviedo, a los 61 años de edad, tras una vida dedicada por completo al negocio familiar y a su gente.

Hija de Juan Manuel Díaz y Edelmira González, ya fallecidos, María Isabel formaba parte de la tercera generación de una saga que se inició en 1910, cuando su abuelo Eleuterio Díaz abrió el bar que lleva su nombre en el corazón de Caces. Desde entonces, Casa Eleuterio se ha mantenido como una referencia en la zona, símbolo de hospitalidad y buena comida tradicional. “Era muy alegre, extrovertida y tenía un trato excelente con la gente”, recuerda emocionado su hermano Nacho Díaz, uno de los tres hermanos de esta generación que permanecen con vida.

Aunque estudió en el colegio de las Teresianas y se tituló como delineante en Oviedo, María Isabel siempre tuvo claro que su vida estaba ligada al negocio familiar. En el bar, que solo cierra los lunes, ella era la encargada de las cuentas, la relación con los proveedores y el día a día de la caja. “Siempre estaba al pie del cañón; sabía exactamente lo que entraba y lo que salía, y trataba a todos con cariño”, señalan quienes compartieron trabajo y amistad con ella en uno de los locales más emblemáticos del valle.

Melómana y apasionada del cine, María Isabel encontraba en la música y las películas un refugio entre jornada y jornada de trabajo. “Le encantaba quedar con sus amigas de Oviedo, aunque apenas tenía tiempo libre”, añade su entorno más cercano. Esa mezcla de simpatía natural, dedicación y sentido del deber la convirtió en una figura muy apreciada entre clientes y vecinos, que estos días se acercan a Casa Eleuterio para expresar su pesar a la familia.

Sus restos fueron incinerados en la intimidad familiar en el Tanatorio El Salvador de Oviedo, y sus cenizas serán recibidas este sábado, 1 de noviembre, a la una de la tarde, en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Caces, donde se celebrará el funeral por su eterno descanso antes de su sepultura en el cementerio de la parroquia.

Con su marcha, Caces pierde una de sus sonrisas más reconocibles y una mujer que hizo de la barra de un bar un lugar de encuentro y cariño. Casa Eleuterio seguirá abriendo sus puertas, pero ya nada será igual sin la presencia discreta y constante de María Isabel Díaz, la heredera de una historia centenaria que forma parte de la memoria viva de Oviedo rural.

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