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El campo de Oviedo del que salió un mundialista de España: "El agua de las duchas se calentaba en una cocina y los directivos hacían un caldo que resucitaba a los muertos"

La Florida fue terreno de juego durante tres décadas de equipos de la zona oeste de la ciudad como el Astur, el Confecciones Aro y el Tradecol

VÍDEO: El árbitro Javier Fernández muestra como era el antiguo campo de fútbol de La Florida

Juan A. Ardura

La Florida

"Una portería estaba al lado de las casas que están todavía ahí, en Bermudo I el Diácono, y la otra portería, al otro lado, más o menos donde el actual Mercadona". Javier Víctor Fernández, primero jugador y luego árbitro y también linier de Primera División, habla de "La Florida, un campo mítico de Oviedo porque de aquella no había muchos", donde jugaron como equipos locales el Astur, el Tradecol, el Confecciones Aro y en alguna ocasión esporádica por causa de fuerza mayor hasta el Masaveu. Era el fútbol de otros tiempos, cuando "el agua de las duchas se calentaba en una cocina que había en el propio campo, los directivos hacían un caldo que resucitaba a los muertos" y una de las porterías tenía "algo de inclinación". Con todo y con eso, de ese campo salió un internacional, mundialista con la selección española, Joaquín Alonso, el jugador que más partidos ha disputado con la camiseta del Sporting de Gijón.

El campo del que salió un mundialista de España, "pese al general Invierno"

El campo del que salió un mundialista de España, "pese al general Invierno"

Javier Víctor Fernández y Joaquín Alonso llegaron a ser compañeros en alguna de las alineaciones del Astur que, al inicio de los partidos en los años setenta, posaba con el Sanatorio del Naranco, el Hospicio y las casas del final de la Argañosa como decorados de fondo. "Era un chaval de 17 años, pero ya se veía que tenía algo diferente, mucha visión de juego, muy buen pase y eso que aquellos campos de entonces no eran la alfombra que hay en el fútbol actual", comenta Javier Víctor Fernández, quien por entonces tenía 23 años y ya había pasado por varios equipos del fútbol modesto como el Imperial, el Llanera, la Piloñesa y el Europa de Nava. "El campo de La Florida lo trabajaban mucho en verano, llegabas a agosto y septiembre y estaba aceptable, no brillante, pero aceptable. Pero cuando ya entrabas en octubre, los inviernos eran más crudos y te metías de barro hasta arriba", cuenta el veterano exfutbolista y exárbitro. El impacto del "general Invierno" en La Florida dio incluso pábulo a una historia difícil de creer: "Hay una leyenda, que yo pongo en duda, pero me la han contado tres personas distintas. Una vez aquí, en el medio del campo, alguien metió la bota y le quedó dentro. Le metió tan abajo que no encontraron la bota y apareció luego a los quince días".

El campo del que salió un mundialista de España, "pese al general Invierno"

El campo del que salió un mundialista de España, "pese al general Invierno"

Tiempos heroicos cuando fichajes como el suyo por el Astur se apalabraban entre bazas de una partida de cartas. "Enrique Casas, que era presidente del Astur, jugaba todos los días la partida en el Bar Pelayo, con Tino el de la librería Santa Teresa. Yo llegué por allí con un amigo y Casas se queda todo serio y me dice: ‘Oiga, pase mañana por La Florida para fichar por el Astur’. Yo le respondí que cuánto pagaba el Astur y Casas contestó: ‘¿Cuánto paga usted por jugar en el Astur?’. Javier Víctor, defensa fajador pese a su juventud, pasó al contraataque: "Estoy fichado por el Europa en Nava". Casas, sagaz hombre de fútbol, que además de presidir el Astur trabajó en distintas etapas para el Sporting y el Oviedo, se mostró firme: "Pues vaya mañana a Nava, pida la baja y venga para acá". El defensa acabó por ceder. "No sé por qué, pero así lo hice", recuerda.

El campo del que salió un mundialista de España, "pese al general Invierno"

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"Hoy no tendría precio"

Enrique Casas jugaría un papel esencial en el traspaso de Joaquín y otros dos chavales al Sporting, como haría luego en el Oviedo del ascenso a Primera de 1988, mano a mano con Vicente Miera. "Era una persona excepcional, para algunos podía ser un raro, pero no, sabía mucho de fútbol. Hoy según está el mundo del fútbol no tendría precio. Tenía mucha vista para fichar a un jugador, para saber si valía o no. Me acuerdo cuando fichó a Ferrero para el Sporting y claro, también a Joaquín, que estuvo cedido una temporada en el Gijón Industrial, la siguiente ya fue al Sporting Atlético y ahí lo tienes, el futbolista que más partidos jugó en la historial del Sporting, cerca de quinientos". Aquel chaval espigado, bigote incipiente, de Fuente de la Plata, pasaría en apenas una década de dar pases en el campo de La Florida con el Astur de Primera Regional a ser uno de los veintidós internacionales de España seleccionados por José Emilio Santamaría para disputar el Mundial 82. "Es una persona excelente, tenía mucha amistad con su padre y con él", comenta Javier Víctor Fernández de una época en que los traspasos de un equipo modesto, como aquel Astur, a los clubes grandes de la región se pagaban en material deportivo y en equipaciones de pantalones y camisetas. Sin ir más lejos, el propio Fernández recuerda que tras firmar aquella primera ficha con el Astur se encontró con una sorpresa: "Nada más llegar allí, a La Florida, me regalaron las primeras botas nuevas que estrené yo en el fútbol, que eran de Marco. Me dijeron: "Esto de parte del presidente, por fichar por el Astur". De aquella, en otros equipos modestos se ganaban unas pesetillas, pero aquí nada, a lo mejor cuando ganábamos nos daban cuarenta o cincuenta duros (cantidad equivalente a 1,5 euros, aproximadamente)".

Un café en el paso a nivel

Aquella precariedad no mengua los recuerdos de aquel tiempo. "Fue una época muy bonita. Cada lunes siempre miro los resultados de dos equipos, el Astur y el Uni. El Astur me llenó el corazón en aquella época", confiesa Javier Víctor Fernández, que recuerda como si fuera hoy cuando de camino al entrenamiento se encontraba cerrado el paso a nivel entre el final de La Argañosa y La Florida: "Justo junto al bar Choque, dejábamos el coche donde la barrera y nos daba tiempo a tomar un café, a veces tardaba quince minutos en pasar el tren. Era la carretera por la que también ibas a San Lázaro de Paniceres y a Villamar". Javier Víctor Fernández colgó las botas precisamente en el Astur, en 1974. "Me había casado el 8 de septiembre, con lo cual empezó la temporada y no jugué porque estaba de viaje de novios. Cuando regresé, vi que había chavales más jóvenes que estaban jugando y me dije ‘qué hago yo aquí, quitando el puesto a estos guajes’. Y marché, tenía unos amigos que eran árbitros, en noviembre me metí en el Colegio de Árbitros y estuve pues 25 ó 26 años", detalla Javier Víctor Fernández.

"Su novia era el fútbol"

No desaprovecha la ocasión para rendir homenaje a los directivos del fútbol modesto de antaño. "Gente como Enrique Díaz de las Alas Pumariño, Quique el Pava y Ángel el Secre, además de Enrique Casas Cabo. La novia de todos ellos era el fútbol, se pasaban aquí la vida, trabajaban para nosotros. Esta gente tenía un mérito de la hostia. Si hasta nos preparaban un caldo en la cocina de aquel campo, que resucitaba a los muertos", rememora el veterano exjugador y exárbitro de la misma cocina donde se calentaba el agua para las duchas del campo de La Florida. "Teníamos agua caliente, pero lo que pasa es que había que ducharse pronto, antes de que se acabara", relata Javier Víctor Fernández.

Lo cierto es que no siempre había sido así. "A mediados de los años cincuenta el habitual de ese campo era el Confecciones Aro y la parroquia de Santa María la Real de la Corte organizó allí un campeonato infantil en el participaban muchos equipos, como el propio organizador, el Lambreta, el Confecciones Aro, el Betis del Campo de los Patos, el Santa Clara, el Círculo Ovetense de La Tenderina, el Ceano, el Racing de la Inmobliaria, el Teatinos", cuenta Severino González, uno de los guajes que disputó aquel torneo y que acaba de cumplir 83 años, tras una juventud muy futbolera en la que se inició también en el que sería su oficio como operador de cámara, puesto del que llegó a ser jefe en el Palladium de Oviedo y en los cines Hollywood de Gijón: "Ese campo de La Florida era de los pocos que estaba cerrado en Oviedo y que tenía vestuario y ducha, eso sí de agua fría".

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