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"Orlando furioso", un maravilloso trajín para poner en pie una fantasía en el Campoamor

LA NUEVA ESPAÑA asiste al primer ensayo con escenografía del nuevo título del teatro ovetense, dirigido por Aarón Zapico

VÍDEO: Así fue el primer ensayo con escenografía en el teatro Campoamor de "Orlando Furioso" en Oviedo

Chus Neira

Chus Neira

Chus Neira

Oviedo

Uno de los niños de la compañía infantil de ópera "La Federica" se aproxima al escenario del teatro Campoamor antes de bajar a la sala donde este sábado por la tarde realizarán sus ensayos. "Van a venir los Reyes Magos", le ríe un utilero. Hoy han empezado a instalar la escenografía del nuevo título de la temporada de ópera de Oviedo que se estrena el 14 de noviembre, el "Orlando furioso" de Vivaldi, y el pequeño ha querido echar un vistazo al mundo donde trabajan los mayores, con especial trajín en estos primeros compases del siempre complejo proceso de poner en pie un título y con llamativo lujo escénico para el crío, tratándose de la disparatada trama del poema de Ariosto donde caben caballeros, magia, viajes al espacio y encantamientos.

La escenografía de Fabio Ceresa en esta producción que viene de la Fenice de Venecia aumenta la diversión. Un trono en el interior de una concha dorada permite al chaval, sus padres y los técnicos fantasear con los tronos de las celebraciones de Navidad. Por poco tiempo. Todo se esfuma en un segundo en un ensayo de la ópera. El tiempo está cronometrado para que el ensayo, con el director Aarón Zapico, los cantantes, figurantes y la maestra repetidora Anna Crexells al piano, arranque a las cuatro y media.

Unos minutos antes, el escenario es un ir y venir de operarios. Los utileros de Ópera de Oviedo montan y desmontan la cúpula en la que está instalada la concha dorada y la cara oculta de la luna, se preguntan sobre los cambios, juntan las piezas que dan forma a un puente. "¿Cómo va?". "Cerrado". Al minuto se presenta el director técnico de la ópera, Alfonso Malanda. Se discute por los detalles, el tipo de pintura. "¿Quieres la sedosa?". Se dan instrucciones precisas para tapar con moquetas los huecos que quedan entre las piezas que conforman el decorado, se gritan órdenes más fuertes que otras para se quede una mesa en el escenario y en otra esquina una utilera se pasea con un pez de plástico en la mano mientras otros dos técnicos preparan material para el ensayo.

–¿Vamos a utilizar hoy esto?

–No, hasta el día del general no gastes la purpurina.

–No es purpurina, son lentejuelas

El asturiano Aarón Zapico acaba de llegar. Intercambia algunas palabras con el jefe de regiduría, Artur Gonçalves, ,mientras a pocos metros, detrás del piano donde pasará la música de la orquesta adaptada al piano Anna Crexells, el figurante Oskar Fresneda hace unos estiramientos y charla con el asistente a la dirección musical, Leonardo Benini.

Se percibe tensión, por más que esto sea uno de los primeros ensayos en el escenario, pero en medio de todo ese teatro coral aflora también el humor. Los cantantes van de calle, acaso una capa, unos zapatos, una espada. Pero sin vestuario. El barítono César San Martín coge por banda a Zapico y en un minuto antes de que el maestro se siente al teclado desde donde dirigirá y cubrirá las partes del clave, le suelta dos chistes de andaluces, urólogos y revisiones de próstatas. "Eso no se puede grabar".

Falta menos de un minuto y los diálogos apresurados se mezclan sobre el escenario:

–En el trono faltan los manguitos, aquí falta un arpón...

–Tienes una casadiella abajo esperándote cuando puedas.

–¿Te suena dónde están los guantes que usa Angélica?

Y entonces la luz de sala desaparece y el maestro se sienta.

José Manuel Álvarez, Oskar Fresneda, Jairo Pina ya están con sus redes y con sus cañas. Detrás del puente. Les marca de cerca Silvia Giordano, que es la directora de escena de los ensayos, la delegada de Ceresa sobre las tablas. Sonriente y polvorín, instruye sobre los movimientos precisos que deben ejecutar con los aparejos. Se mueve rápida entre cantantes, decorados y técnicos. Toma perspectiva desde el proscenio y hace mutis en un instante por la derecha. Está en todas partes y siempre, siempre, acompañada por Erika Poletto, la asistente, portfolio en mano y sombra inseparable de la Giordano.

La directora de escena y el regidor piden al maestro que empiece la música. Compás uno. Aarón dirige entusiasta desde la banqueta. El diseño de la iluminación ya está muy avanzado y lo que se puede ver sobre el escenario, aunque los vestidos sean de calle y todo se desarrolle en precario, hace exclamar un "che bello!" desde un patio de butacas. Sí, el inglés, el italiano y el español se entremezclan de forma natural en la jerga de los currantes de la lírica.

Orlando, encarnado por la mezzosoprano chilena Evelyn Ramírez, ya ha hecho su aparición. Silvia Giordano corre a su lado. En esa primera escena, en la que ve a los pescadores y se saludan, le explica, su personaje tiene un momento de duda. "¿Cómo podría ser su vida si fuera como la de los pescadores, una vida sencilla?". Le pide que meta toda esa reflexión en el bajar cuatro escalones. Pensativa. Más fácil, lo siguiente consiste en desenvainar la espada y hacer unos movimientos. El regidor pide por el intercom: "¡Utilería, una espada!". La que aparece en segundos no es la que vale.

–Esta es la de Astolfo, la del principo es otra.

–Pues de la producción sólo llegó esta.

No hay problema. Prueban sin funda. Giordano le da cuatro aputes a Ramírez. La música del piano y las instrucciones quedan atrás mientras uno abandona el patio de butacas y se cruza en los pasillos con los cantantes Maria Zoi y Arnaud Gluck, acodados en los ventanales del teatro para repasar sus papeles minutos antes de que les llamen a escena. En cada rincón del teatro "Orlando furioso" ya está en marcha. Y no se para.

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