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Adiós a uno de los negocios con más solera de Oviedo: "La pandemia fue devastadora"

"Si los políticos quieren mejorar la ciudad, solamente tienen que escuchar a los taxistas y a los propietarios de los pequeños comercios", apunta el propietario

José Carlos Prida en la puerta de su negocio junto a la placa de bronce que le hizo José Luis Fernández.

José Carlos Prida en la puerta de su negocio junto a la placa de bronce que le hizo José Luis Fernández. / Mario Canteli

Pelayo Méndez

Oviedo

"¿Qué va a ser de nosotras cuando cierres la tienda?". Esa es la pregunta que más se repite entre la clientela de la mítica mercería «Prida» desde que José Carlos Prida, su dueño desde hace décadas, decidió jubilarse y poner punto final a un negocio familiar que lleva setenta años funcionando en pleno corazón de Oviedo.

La despedida todavía no tiene fecha, el responsable se pone como fecha límite el 31 de enero del año que viene, pero reconoce que "queda poco". Los clientes que llevan toda la vida comprando ropa en este local están aprovechando la recta final para hacer acopio de artículos que ya no se encuentran en otros comercios. "Me veo en la obligación de seguir comprando cosas porque la gente me las demanda. Por ejemplo, ahora tengo mucha gente esperando por el pijama clásico de toda la vida. Voy comprando cosas poco a poco mientras saco el resto de la mercancía", explicó Prida, haciendo balance del funcionamiento de su negocio en plena liquidación.

Los primeros años de José Carlos en la tienda fueron en el mostrador más pequeño del negocio doblando toda la mercancía que entraba. Señala que aquellos años eran un "no parar" y todavía recuerda cuando las ventas generaban dinero suficiente para mantener una estructura con casi una decena de trabajadores. Se alejó unos años de la mercería y "disfrutó" trabajando en la noche ovetense. Tuvo que abandonar su trabajo como disc-jockey para cuidar de su madre y, finalmente, regresó a la tienda con el único objetivo de reflotarla en un momento complicado. Ahora, echando la vista atrás, echó de menos apoyo por parte de las instituciones para poder convertirse en una mediana empresa y cree que la pandemia fue devastadora para el pequeño comercio ovetense.

"Tenía miedo a cerrar la tienda, pero, aunque me va a cambiar la vida por completo, tengo muchas cosas que hacer", dijo Prida, animado por el tiempo libre del que va a disponer cuando se despida del mostrador. "Quiero volver a retomar toda la música que pinché durante un montón de años y hacer una especie de recopilatorio. También me gustaría hacer un estudio de las cúpulas de los edificios de Oviedo", añadió, explicando sus inquietudes.

Consejos mirando al futuro

En unos meses se hará a un lado y dejará de formar parte de los propietarios de pequeño comercio ovetense. No obstante, dice que "si los políticos quieren mejorar la ciudad, solamente tienen que escuchar a los taxistas y a los propietarios de las tiendas con más solera".

Echa en falta que el Ayuntamiento de Oviedo defienda más estos negocios que llevan décadas alimentando la economía de la capital del Principado de Asturias. "La gran mayoría de los turistas que paran por aquí destacan la cantidad de pequeños comercios que hay", apuntó Prida, que destaca que en ciudades como Madrid o París se están haciendo planes de proximidad comercial.

"El pequeño comercio necesita gente joven que asuma pérdidas iniciales para ganar dinero en el futuro. Mi padre le dio tres vueltas al capital invertido, ahora si le das una, date con un canto en los dientes", destacó. No obstante, está muy contento por los 50 años que lleva atendiendo las necesidades de los ovetenses detrás de su mostrador y señala con orgullo que "aquí siempre atendimos a gente normal, alguna vez vino alguien más conocidos, pero nos destacamos por tratar a todo el mundo por igual".

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