50.º aniversario de la Marcha Verde
Sonia Moreno: «Marruecos ha tenido suerte con Trump, lo que está ocurriendo ahora con el Sáhara es la contrapartida por su reconocimiento de Israel»
La asturiana, corresponsal en el país africano durante una década, hasta que le fue retirada la acreditación y descubrió que estaba siendo objeto de espionaje, presenta hoy en Oviedo y mañana en Gijón "Marruecos, el vecino incómodo"

La periodista Sonia Moreno. / Juan Plaza

Sonia Moreno (Oviedo, 1973) trabajó como corresponsal en Marruecos para distintos medios de comunicación durante una década, hasta que le fue retirada la acreditación y descubrió ser objeto de espionaje; su proceso está en fase de instrucción en los tribunales asturianos. Hoy, a las 19.30 horas, presenta su libro «Marruecos, el vecino incómodo» (La Esfera de los Libros) en «La Ciudadana», en Oviedo, coincidiendo con el 50.º aniversario de la Marcha Verde, la ocupación del Sáhara Occidental por Marruecos tras la salida del territorio de España; mañana viernes lo hará en la Biblioteca Jovellanos en Gijón, a las 19.00 horas. Más adelante, el 14 de noviembre, estará en la Fnac de Parque Principado, a las 19.00 horas.
De la lectura de su libro se deduce que Marruecos sabe mucho más de España que a la inversa.
Para empezar, ellos tienen un informativo diario en español dentro del informativo nacional, escuchan información en español sobre Marruecos y sobre España; conocen nuestra lengua, en el norte, ven la televisión española de toda la vida. En segundo lugar, la comunidad de residentes marroquíes en España es la más numerosa: visitan a familiares, vuelven y cuentan lo que ven. Además, tienen un ministerio específico, el de Exteriores y Residentes Marroquíes en el Extranjero. Viajan recurrentemente a España, muchas veces de vacaciones a Málaga, pero también en viajes culturales a Madrid o Barcelona. Están muy interesados y bien informados, incluso de la política. Cuando pasó lo del nacionalismo catalán, nada más subirte a un taxi, empezaban a hablar del tema.
Al revés es difícil de imaginar.
Quizás ahora estén al tanto de las movilizaciones de la generación Z, pero en general, ellos están más interesados en nosotros que nosotros en ellos. Nosotros conocemos Marruecos de una forma superficial: Marrakech, el desierto, lugares turísticos, con guías. Allí te cuentan lo que el Gobierno quiere que escuches, mientras obtienen información sobre lo que pensamos. Ellos trabajan a largo plazo, pero con objetivos muy claros.
Acaban dar un nuevo paso hacia la construcción del Gran Magreb con la aprobación de la nueva disposición del consejo de seguridad de Naciones Unidas (ONU) para el Sáhara Occidental.
Mohamed VI se ha centrado en consolidar la soberanía sobre las provincias del sur. No se puede decir que nos hayan mentido: todo está publicado oficialmente. Las leyes de ampliación de aguas territoriales están en el Boletín Oficial de Marruecos, firmadas el 31 de marzo de 2020. Lo mismo con la estrategia sobre Ceuta y Melilla o la expansión alrededor de Tánger Med, Nador o Uezán: todo eso fue anunciado por el rey en 2008 y publicado en 2010. Marruecos trabaja de manera metódica y Mohamed VI, además de rey, es empresario. Ha impulsado una auténtica colonización económica de África entre 2014 y 2016, de modo que hoy muchos países africanos tienen consulados en Dajla o El Aaiún, en el Sáhara Occidental. Así han logrado lo que ahora consideran un éxito: que el Consejo de Seguridad de la ONU reconozca el plan de autonomía como base para la negociación, aunque, en realidad, el texto se cambió tres veces y el Frente Polisario puede seguir proponiendo alternativas; aún hay margen para el diálogo.
Marruecos lo ha presentado como un gran éxito.
Marruecos celebra este avance por todo lo alto, coincidiendo con los 50 años de la Marcha Verde. Es una muestra más de cómo funciona el país: todo es escenificación. Presentan una obra de teatro política que el resto del mundo interpreta como realidad, mientras detrás se mueven otras piezas. Lo mismo ocurrió con Brahim Ghali (el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática): su entrada en España y la crisis posterior fueron parte de una escenificación. Todo para presionar.
Marruecos ha sabido ganarse a las grandes potencias.
Los servicios de inteligencia nunca han dejado de funcionar. Hassan II tenía una buena relación con Israel, y esos vínculos se mantuvieron. Buena parte de los ministros de Israel son de origen marroquí. El reconocimiento de Israel en diciembre de 2020 fue muy importante. Se hizo por iniciativa de Donald Trump, y fue la contrapartida para lo que está ocurriendo ahora con el Sáhara. Además, Marruecos ha tenido suerte con Trump. Biden nunca dio marcha atrás, pero tampoco siguió el impulso de Trump. Ahora, con el posible regreso de Trump, todo puede retomarse desde donde se dejó en 2020.
Y seguir avanzando en su política expansionista.
Marruecos ofrece una lectura interesada, y los medios españoles, en general, reproducen la versión marroquí sin contrastarla. Marruecos no está consiguiendo en la Unión Africana lo que quería cuando volvió a ingresar en 2017, con el objetivo de expulsar a la RASD (República Árabe Saharaui Democrática). No lo ha logrado, y es lógico: la mayoría de los países africanos fueron colonizados, tuvieron que descolonizarse y entienden perfectamente el caso del Sáhara Occidental. Para eso se creó la Unión Africana. Marruecos continuará abriendo consulados en el Sáhara Occidental y sumando países que hagan declaraciones similares a la de Pedro Sánchez, que calificó el plan de autonomía como “la opción más creíble y seria”, y con Trump de nuevo en el poder incluirán al Frente Polisario en la lista de organizaciones terroristas internacionales, como ocurrió con Hezbolá, después dirá a España: “No podéis tener terroristas en vuestro territorio”, y presionarán para expulsar al Polisario, forzando a sus miembros a volver a los campamentos de Tinduf o a aceptar la integración en el Sáhara marroquí, pero Marruecos no ofrecerá a los saharauis verdaderamente buenas condiciones de vida.
¿Entonces?
El Sáhara Occidental está siendo colonizado: quienes se manifiestan allí no son saharauis, son colonos. Los saharauis están reprimidos y nunca tendrán una autonomía real. En Marruecos se difunde la idea de que el Frente Polisario mantiene a la población de los campamentos de Tinduf secuestrada, que allí hay terroristas, niños soldados y gente sin libertad para salir. Se presenta al Polisario como una organización que vive de la ayuda internacional mientras la población sufre y se transmite que Argelia utiliza esta situación con fines políticos, lo que refuerza la percepción de que Marruecos defiende su integridad frente a enemigos exteriores.
El rey de Marruecos es más que un monarca absoluto, es un líder espiritual.
Tras las protestas de la Primavera Árabe, ofreció un discurso extraordinario en el que propuso una reforma constitucional, que fue aprobada por referéndum. Formalmente, esa reforma limitaba algunos de sus poderes, pero en la práctica sigue decidiendo casi todo. En teoría, el rey ya no elige directamente al primer ministro, pero en la práctica sigue haciéndolo: lo designa entre los miembros del partido más votado. Los ministerios clave —Exteriores, Defensa y Asuntos Religiosos— están siempre en manos de personas nombradas directamente por él. Continúa siendo el Comendador de los creyentes, puede nombrar o destituir jueces y sigue teniendo un peso decisivo en todas las instituciones. No existe una división de poderes efectiva. Su autoridad es total: lo que él dice se cumple sin cuestionamientos.
¿Existe oposición real en Marruecos? ¿Algún partido republicano?
Apenas. Hay un partido de izquierdas llamado “Vía Democrática” que defiende la república, pero no es legal y no puede presentarse a elecciones. También está el movimiento “Justicia y Caridad”, fundado por el jeque Yassin, considerado líder espiritual por muchos musulmanes marroquíes; tampoco es legal. Ambos grupos representan la disidencia más significativa, pero su margen de actuación es mínimo.
España tiende a ser condescendiente con Marruecos.
Históricamente, los gobiernos españoles han mantenido una posición muy prudente respecto a Marruecos. El anterior rey de España solo visitó Ceuta y Melilla una vez, en 2007. Esa cautela refleja el peso político y diplomático que tiene Rabat. Marruecos reclama de forma constante territorios y espacios marítimos, incluyendo aguas próximas a Canarias. A pesar de ello, la respuesta española suele ser contenida. Marruecos sabe jugar muy bien sus cartas. Controla flujos migratorios, información estratégica y, en ocasiones, elementos de presión política. España es consciente de que cualquier gesto hostil puede tener consecuencias inmediatas. Además, está el espionaje. Se ha hablado mucho de operaciones de vigilancia que habrían afectado a responsables políticos europeos, incluyendo españoles, y eso alimenta la sensación de vulnerabilidad.
¿Qué hay de cierto en los rumores sobre la abdicación de Mohamed VI en su hijo?
Hay señales que sugieren que el país se prepara, al menos simbólicamente, para una abdicación o un traspaso gradual del poder. El heredero ya está preparado. Tiene 22 años, un consejo regente desde 2016 y consejeros reales muy próximos a su padre. Ha asumido poder y visibilidad. Renunció a estudiar fuera e incluso a hacerlo lejos de Rabat, para permanecer junto al rey. Lo que parece claro es que cualquier transición será controlada, planificada y avalada por las estructuras de poder actuales. Marruecos no puede permitirse la inestabilidad en un momento en el que busca consolidar su posición internacional y mantener el control sobre el Sáhara Occidental.
¿Cómo observa España esos movimientos en el país vecino?
Con mucha cautela. Hay intereses económicos y estratégicos en juego, y también una cierta dependencia en materia de seguridad, migración y cooperación. Creo que hay miedo. Marruecos tiene capacidad de presión y maneja información sensible. Las investigaciones sobre programas de espionaje, como el caso Pegasus, afectaron a varios gobiernos europeos y también a responsables españoles. Eso ha contribuido a reforzar la idea de que Marruecos dispone de herramientas de influencia que van mucho más allá de las tradicionales.
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