Hablan los vecinos del detenido en La Corredoria tras hallar los restos de su madre rodeados de perros y gatos: “No creo que la matara, eran inseparables”

La fallecida, Tina Suárez, era una pensionista que llevaba desde 1993 viviendo en el barrio, a la que le gustaba ir a las fiestas de San Juan y echaba las cartas del tarot

Conmoción en La Corredoria por la detención de un vecino que tenía el cadáver de su madre en casa: "Estaban muy unidos"

Lucas Blanco

“No creo que la matara, eran inseparables y la quería muchísimo”. Así de rotunda se mostró la mañana de este martes María del Carmen Muñoz, una vecina del bloque de La Carisa, donde un varón de unos 50 años fue detenido después de que la Policía Nacional encontrase la tarde noche del lunes el cuerpo de su madre, una mujer de 73 años a la que nadie había visto desde hace años, rodeada de perros y gatos.

Muñoz conoce al arrestado y a la difunta, que se llama Tina Suárez, desde hace treinta años, cuando se mudaron desde Vallobín a las viviendas de Vipasa situadas en la calle Lucas Rodríguez Pire. “El hacía judo o kárate porque la veíamos a ella como tendía la ropa, luego dejó de estudiar a los 16 años y la acompañaba a ella a todos los lados”, comenta la mujer.

La vecina del piso de arriba era muy amiga de la familia y solía también ir con ellos a muchos sitios. “Iban al cine, de compras o a mirar escaparates. Cuando eran las fiestas de San Juan en el barrio disfrutaban mucho tomando sidrina”, relata la misma mujer, que califica a la madre del arrestado como “una señora muy agradable y simpática”, con cierta fama en La Carisa porque era experta en echar las cartas del tarot. “No se dedicaba a ello, pero si lo pedías no te decía que no”, añade.

Todo cambió a raíz de la pandemia. Cuando se decretó el estado de alarma y el confinamiento el 14 de marzo de 2020, los vecinos dejaron de ver a la mujer. “Nos extrañaba que ni siquiera la veíamos asomarse a la ventana”, explica Juan Giménez, otro de los vecinos originarios de la barriada, quien tiene muy buenas palabras para la mujer y no tanto para el arrestado. “No hablaba con nadie, todos lo teníamos por un loco”, asegura Giménez en relación a un varón que ahora tiene “unos cuarenta y pico años”, y siempre fue mirado con recelo por las jóvenes del bloque. “Nunca saludaba, lo veías echar a correr desde el portal a por el pan a las ocho de la mañana o salir de noche, pero poco más”, coinciden dos vecinas veinteañeras.

En el último lustro fueron muchas las veces que los vecinos sospecharon sobre algún tipo de desgracia en el interior del 2ºB. “Yo le preguntaba a José que dónde estaba su madre y el respondía que estaba tirada en el sofá viendo la tele que no le había pasado nada de nada”, afirma Carmen Muñoz.

Sobre el hecho de que el varón tuviese once perros y tres gatos en la vivienda, afirman que esto se debe a una especie de obsesión. “Primero tenía dos o tres, pero luego recogía todos los que encontraba hasta que llenó la casa de animales”, relatan los residentes del bloque, dando por hecho que el hombre también sufría “un síndrome de Diógenes o alguna enfermedad similar”.

Ese hacinamiento de animales hizo a los vecinos dudar sobre si los malos olores que empezaron a salir de la casa hace un lustro podrían proceder del cadáver de la vecina. “Nos quejamos a Vipasa en varias ocasiones, pero nos decían que sería de los perros y no podían hacer nada”, remarcan los habitaltes del número 2 de la calle Lucas Rodríguez Pire. 

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