Muerte, incógnitas y desamparo en el caso del hombre que convivía con el cadáver de su madre en La Corredoria

El hombre que ocultó el cadáver de su madre y pasó una noche en la calle está acogido por unos vecinos y viste con ropa de los Servicios Sociales

La última vez que los vecinos vieron a Tina fue en el año 2021 subiendo con dificultad la escalera

El detenido en La Corredoria, investigado por homicidio, quería tanto a su madre que "no podía separarse de ella" y por eso ocultó su cadáver

FOTO: RTPA / F.V.

La Corredoria

José Ramón Tomé, el hombre de 45 años que convivió con el cadáver momificado de su madre en el piso de La Carisa que ambos compartían, cumplió ayer con la obligación de presentarse en los juzgados, una comparecencia que tendrá que repetir cada quince días mientras se investigan las circunstancias que rodean a un caso aún lleno de incógnitas en el que la muerte y lo macabro han servido para sacar a la luz un historia en la que el desamparo, la enfermedad mental y la soledad también son protagonistas.

Una vecina del número 2 de la calle Luis Rodríguez Pire, el bloque de viviendas sociales en el que José Ramón Tomé vivía con su madre, asegura que vio a Lorentina Suárez por última vez en el año 2021. "Tina", que hoy tendría 78 años, subía las escaleras "con mucha dificultad" y parecía evidente que no gozaba de buena salud. Su hijo le dijo al abogado que lo defiende que durante el confinamiento estaba perfectamente y que fue la primera vacuna del covid, que comenzó a dispensarse en diciembre del 2020 y continuó suministrándose durante el año siguiente, "la que le afectó verdaderamente". Los informes preliminares no aportan mucho sobre las causas del fallecimiento y tampoco datan la fecha de la muerte, una estimación que tampoco será fácil de determinar en las conclusiones de la autopsia definitiva, según fuentes expertas consultadas por este diario, teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba el cuerpo. No obstante, a tenor de estos testimonios, la mujer podría llevar al menos cuatro años muerta.

Sea cuanto sea ese tiempo, nadie preguntó por Tina. José Ramón salía temprano por las mañanas a hacer la compra y a veces daba algún paseo en la oscuridad de la noche. Se mostraba esquivo, dicen los vecinos, pero de su madre, ni rastro. El hombre acumulaba montones de basura en el piso, vivía con once perros y tres gatos y de la casa salía un olor nauseabundo. Aún así, nadie hizo nada hasta tres días antes del hallazgo del cadáver, cuando los habitantes del bloque avisaron a la policía. Los agentes llamaron al timbre y José Ramón no les dejó entrar, les pidió una orden judicial, pero ellos se dieron cuenta de que detrás de aquella puerta se escondía algo turbio. Todo acabó saliendo a la luz. "El chico tiene problemas mentales. Aquí no se acercó nunca nadie de los servicios sociales a preocuparse por ellos. Así acabó todo", señala una mujer del edificio, que reconoce que ella tampoco dio la voz de alarma.

"¿Voy a dormir en la calle?"

José Ramón Tomé pasó tres días en los calabozos tras ser arrestado. El pasado jueves compareció ante la jueza que instruye el caso y se negó a declarar. Antes, en los calabozos de Llamaquique, le contó a su abogado los motivos que le llevaron a convivir con el cadáver de su progenitora. Le dijo a José Carlos Alonso que "adoraba" a su madre y que "no podía separarse de ella". Después, tras salir en libertad provisional, insistió en que no le había hecho nada y protestó por la situación de "desamparo" en la que se encontraba. Hacía frío y llovía en Oviedo y José Ramón sólo llevaba una camisa de manga corta. "¿Qué piensan que voy a hacer, dormir en la calle? ¿Si me sueltan por qué me dejan sin nada?", dijo tras saber que su casa estaba precintada.

Se encontró solo, perdido, y tuvo que ser acompañado por los periodistas hasta la Consejería de Derechos Sociales. Allí le derivaron a la oficina de La Corredoria, pero no consiguió mucho. Después intentó buscar un lugar para dormir en el Centro de Atención a Personas Sin Hogar "Cano Mata Vigil", pero estaba lleno. Acabó pasando la noche a la intemperie, bajo un puente en el entorno de la senda del Nora, cerca de su casa. Al día siguiente, el viernes, una familia que vive en el mismo bloque de viviendas que José Ramón Tomé, que lo conoce desde hace años, se ofreció a acogerlo mientras se soluciona su situación. Ayer se presentó en los juzgados con ropa cedida por los servicios municipales de Oviedo, que también le entregaron un kit de aseo, contó su abogado.

El caso de La Carisa ya ha provocado las primeras reacciones políticas. Los representantes de IU-Convocatoria por Oviedo en el Ayuntamiento emitieron ayer un comunicado y presentarán un ruego para que se lleve a cabo un informe municipal sobre lo ocurrido. "Hay que aclarar si hubo denuncias por parte de los vecinos y si hubo intervenciones por parte de los servicios municipales o no. Asimismo, es necesario incorporar recomendaciones, tanto en el ámbito municipal como vecinal y del voluntariado, para atajar las causas que hayan podido llevar a situaciones tan dramáticas como esta", dice el escrito.

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