Ciudad secreta: Antonio Perea, corazón de bailaor, alma de profesor

Salas de fiestas, zarzuelas, famosas discotecas, televisión, cine... Todos esos palos y más figuran en la frenética carrera del artista malagueño, que ahora dirige una exitosa academia de danza en La Corredoria, con alumnos de toda Asturias

VÍDEO: Antonio Perea, una vida entre escenarios

Jimena Aller

La Corredoria

Cuando era pequeño, Antonio Perea se perdía. Pasaba cuando iba a ver a su prima bailar, pero sabían dónde encontrarle: con la barbilla apoyada en el escenario, envuelto por la fascinación. En el corazón de aquel niño creció una pasión por el baile que le llevó a trabajar, en España y en el extranjero, en salas de fiestas, zarzuelas, la televisión y el cine, entre otros muchos palos. Ese bailarín y coreógrafo de flamenco, danza española y todo lo que se le puso por delante, que durante su carrera siempre quiso más, recaló hace cinco años en Asturias. En Oviedo, en el barrio de La Corredoria, regenta junto a Luis Martínez, la academia de baile Luyton Danza. El centro cuenta con alumnos de toda la región y también es sede de su compañía, "Konraza". "A mis alumnos les doy todo, les entrego mi alma", afirma, en su faceta de profesor.

Un momento del espectáculo "Presente, pasado... y futuro".

Un momento del espectáculo "Pasado, presente... y futuro". / Luisma Murias

Perea nace en Málaga en 1974, en la barriada de Intelhorce. Su primer encuentro con el baile, con 8 años, fue con su hermana María Ángeles. "Ella estaba bailando en casa y, de repente, como no tenía pareja, me cogió a mí y me enseñó", recuerda, "aprendí superrápido". Su interés creció y a los 12 años se apunta a una academia de baile.

Antonio Perea, con su hermana María Ángeles, bailando sevillanas.

Antonio Perea, con su hermana María Ángeles, bailando sevillanas. / LNE

Como aprendiz destaca y empieza a trabajar de adolescente en tablaos y espectáculos de hoteles de la ciudad andaluza. "Ya me dejaban faltar a varias clases para ir a bailar, tenían claro que los estudios no eran lo mío", admite Perea con una sonrisa. Sus primeros jornales los destinó a sufragar su material, el vestuario y los costosos zapatos de baile. Con 16 años fue, "por probar", a una audición en la que buscaban bailarines para salas de fiestas. Le cambia la vida. Le eligen para trabajar en el Grand Palace de Lloret de Mar, en Gerona.

Su madre –que compartió aventuras de infancia con Marisol, aunque vio truncado su sueño de dedicarse a la canción– lo pasó fatal con la noticia, pero le dejó ir para que triunfase. "Me dio las alas para volar por el mundo entero y soy quien soy gracias a esa oportunidad", agradece el artista.

Antonio Perea, en una gala con Rocío Jurado.

Antonio Perea, en una gala con Rocío Jurado. / LNE

Ahí inicia una frenética trayectoria, que le llevó a saltar a Madrid, al Casino de Portugal, a ser primer bailarín del Benidorm Palace o grabar videoclips con "Azúcar Moreno". Entró en la compañía "José Antonio y los ballets españoles", a la par que fundaba la suya propia para realizar shows en la discoteca madrileña Joy Eslava. Trabajaba además en el cine de la mano de Carlos Saura y Manuel Gómez Pereira.

La tele, su "mejor escuela"

A finales de los 90 y principios de los 2000, vivió una etapa dorada de la televisión en los programas de fiesta de José Luis Moreno. "Fue mi mejor escuela", afirma. Bailó, hizo los coros de artistas internacionales, incluso sus pinitos en las "Matrimoniadas". También conoció a todas las estrellas del momento, con las que tiene álbumes llenos de fotos. En esa época, La Toya Jackson se le insinuó, su estrecha amistad con Paula Vázquez le hizo salir retratado en las revistas del corazón como "su nuevo novio" y conoció a Rocío Jurado, para la que montó una coreografía en una gala murciana.

Antonio Perea, con su amiga Paula Vázquez.

Antonio Perea, con su amiga Paula Vázquez. / LNE

En el mundo de la ópera y la zarzuela, al que entró por el director Curro Carreres, las producciones en las que participó son incontables y trabajó en todas las grandes plazas nacionales como el teatro de la Zarzuela, de Madrid; el Arriaga, en Bilbao y, cómo no, el Campoamor.

Antonio Perea y Luis Martínez, en su academia, Luyton Danza.

Antonio Perea y Luis Martínez, en su academia, Luyton Danza. / Irma Collín

Una vida tan rápida y sin descansos en el camino le hizo bajar las revoluciones y decidió dedicarse a la enseñanza en Asturias, junto a Luis Martínez, con una escuela con la que ambos se declaran encantados y con las inscripciones desbordadas curso tras curso. Hoy en día combina la producción de sus espectáculos –como "Pasado, presente... y futuro", que revisa su carrera– con la dirección del centro y las grandes galas que disfruta celebrando con sus alumnos asturianos. Unos a los que sigue e instruye con la misma mirada de ilusión de aquel niño que perdía la noción del tiempo con su barbilla apoyada en el escenario.

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