El suicidio supone un problema social y sanitario de primer orden sobre el cual pesa aún un oscurantismo que impide la aplicación de medidas preventivas necesarias para su abordaje.

Hoy, "Día mundial para la prevención del suicidio", se hace imprescindible mostrar al lector un fenómeno social tan cotidiano como desconocido. Hoy el suicidio sí es noticia.

El suicidio es la principal causa de muerte violenta en España, por delante de los accidentes de tráfico. Se estima que cada año se suicidan en nuestro país 3.500 personas: casi 10 personas al día. Galicia y Asturias son las comunidades autónomas donde mayores tasas de suicidios se registran. Aproximadamente 2.800 personas al día se quitan la vida en el mundo, a razón de 1 cada 30 segundos. Por primera vez, desde su constitución, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido el suicidio como una prioridad de la salud pública.

Los factores de riesgo, aquéllos que llevan al individuo a aumentar sus posibilidades ante el hecho de quitarse la vida; los factores protectores, aquéllos que, por el contrario, nos ayudan a mantenernos unidos a la vida, así como la correlación entre enfermedad mental y suicidio, son conocidas entre la comunidad científica y foros de discusión. Sin embargo, la prevalencia del suicidio en países desarrollados y en vías de desarrollo ha aumentado en un 60 por ciento durante los últimos 45 años.

El suicidio nos es ajeno, extraño, un acontecimiento que nos asusta y ante el que no estamos preparados para reaccionar. Su impacto es desolador en el entorno familiar y social. Pero también es, queramos o no, un fenómeno que nos rodea: Marilyn Monroe, Virginia Woolf, Antonio Flores, Ernest Hemingway, Luis Ocaña o Mariano José de Larra son algunas de las personas que se quitaron la vida.

A la luz de los estudios publicados, la idea del suicidio es común, y el intento autolítico mucho más frecuente de lo que esperamos.

Un proyecto de intervención en la Universidad del País Vasco basado en el estudio del potencial suicida entre los estudiantes de primer ciclo de carrera concluyó que la carrera médica es una de las que mayor tasa de suicidio presenta. La causa, según el artículo, podemos encontrarla entre los estresores que soportan los estudiantes de medicina derivados de la vida académica y de los factores sociales a ella vinculados.

El camino hacia la prevención del suicidio pasa por constatar el deseo de muerte como algo cotidiano, para lo que todos debemos estar informados, y los profesionales de la salud formados. El acto en pocas ocasiones es impulsivo, y por ello puede ser prevenido. Las manifestaciones del deseo suelen ser expresadas: el 50 por ciento de las víctimas de suicidio visitó al médico en el transcurso del mes anterior a la ejecución del acto autolítico.

Pero no parece que el suicidio deba ser abordado únicamente dentro de la esfera sanitaria, puesto que una persona que se encuentra considerando el suicidio intenta buscar ayuda en su medio más próximo.

¿Por qué es necesario instaurar un "Día mundial para la prevención del suicidio"? El suicidio sigue siendo un tema tabú en nuestra sociedad a pesar de su gravedad y frecuencia. El miedo a que surja un efecto imitador o contagio, y el estigma social asociado al suicidio, hacen que no se hable de él, que no sea noticia. Este desconocimiento dificulta que el suicida sea escuchado en sus avisos además de aumentar la incomprensión y el aislamiento que sufre.

La prevención eficaz del acto suicida no puede quedar únicamente en manos de las instituciones o verse circunscrito a un abordaje psicoterapéutico. Por el contrario, este día mundial ha de servir para sensibilizar a cada uno sobre la posibilidad de situarnos cara a cara con el deseo de muerte. Alguien cercano, o quién sabe, quizás nosotros mismos, algún día podamos enfrentarnos al suicidio.

Sensibilizar para posibilitar la escucha de las ideas suicidas y atender a comportamientos y actitudes que pueden estar indicándolo sería un buen comienzo.