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La mar de Oviedo

Catedral chata

Cuenta el ínclito Richard Ford, en su viaje por Asturias, en 1845, que nuestra catedral no es muy grande ni muy antigua, que de las dos torres una sola está completa y que el Cabildo añadió en 1575 una torre piramidal bastante baja en proporción, en vez de terminar la otra incongruente torre, que se eleva solo a la altura de la nave; eso dice, y añade que muchas capillas laterales están estropeadas con modernas y churriguerescas abominaciones, que el trascoro ha sido blanqueado y a cada lado se han levantado extraños altares de mármol negro en un estilo clásico espurio; que las capillas del trasaltar son detestables y que a la capilla de la Virgen, derribada en 1712 por el obispo Tomás Reluz, la sustituyó una monstruosidad espantosa; que el cimborrio está sobrecargado, y los pilares y pilastras corintias, así como la desproporcionada cornisa, constituyen burdos fallos... ¡Puto Ford!

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