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Geología y el traslado del campus de Llamaquique

Una llamada de atención sobre el edificio de Castelao, su protección y la vinculación al uso para el que fue diseñado

Vuelve a hablarse del traslado de las Facultades de Llamaquique a nuevos edificios en El Cristo. El objetivo sería concentrar las sedes judiciales en los edificios que hoy ocupan dichas Facultades. Todos los participantes en el debate sobre este desarrollo urbanístico han expresado su optimismo y satisfacción por una idea que generaría grandes beneficios a todas las Administraciones implicadas. Algunos instan incluso a una pronta preparación y ejecución de los proyectos.

Es sorpendente esta actitud, pues se necesitaría una reflexión más sosegada y profunda sobre este importante cambio urbanístico. Además, la legislación obliga a trámites y autorizaciones que estos proyectos deberían superar. Esto, por no citar el aspecto presupuestario. Son asuntos de discusión política en los que no considero oportuno entrar.

Si me referiré, en cambio, a uno de los edificios afectados: La Facultad de Geología (aulario y departamental), originalmente Facultad de Ciencias Biológicas y Geológicas. Se han conocido noticias contradictorias sobre el futuro de este edificio. Se publicó que la Universidad mantendría la instalación como sede universitaria con diferentes usos. También se ha planteado la opción de convertirlo en un edificio administrativo y en sede de los juzgados.

Se trata de una de las obras más significativas del reconocido arquitecto Ignacio Álvarez Castelao quien, entre 1965 y 1967, se coordinó para este proyecto con dos grandes pintores y escultores del siglo XX: Antonio Suárez y Joaquín Rubio Camín. Formaron una asociación capaz de unificar, en este edificio, la arquitectura, la escultura y las artes decorativas, partiendo de una idea troncal: "La Geología, las Ciencias de la Tierra y su Enseñanza Académica". Tal es la idea que da forma a esta gran obra artística.

El aulario de la Facultad se inspira en una naturaleza geológica dinámica y, por esta razón, se hace un uso de materiales en estado bruto, sin complacencias. El hormigón no necesita revestimiento (es una "roca desnuda"), la planta asemeja a un fósil mesozoico con la utilización de elementos geométricos: círculos, espirales, líneas rectas tangentes y, por yuxtaposición, aulas triangulares. Curvas, aristas y ángulos crean espacios diáfanos apropiados para el trabajo académico, la docencia y el estudio.

En este continente arquitectónico tienen cabida las obras de dos grandes artistas, también inspiradas por la Geología, la Tierra y sus materiales. Antonio Suárez diseña los mosaicos del suelo que pueden ser bien apreciados desde la parte alta de la rampa espiral que circunvala el aulario. Manchas de color y trazos curvos dan una idea cabal de la dinámica terrestre. El mural vertical del microscopio petrográfico, situado en la entrada del edificio departamental, remite a la investigación geológica en laboratorio con el uso de secciones delgadas de rocas. El microscopio es una herramienta importante para muchos científicos pero es imprescindible y se asocia a todas las disciplinas geológicas.

La visión organicista de la naturaleza se subraya en el aulario con los cinco murales escultóricos de Joaquín Rubio Camín. Éstos visten los paramentos verticales de duro hormigón con alegorías relativas a las rocas (los murales denominados "Calizas" y "Carbón") o a las ciencias geológicas (los murales denominados "Cristalografía",

"Geodinámica" y "Paleontología"). En estos murales se combina el hierro, crudo y rudo, con elementos pétreos, fósiles y minerales. El hierro crea estructuras donde se insertan estos elementos que dan una visión alegórica de las Ciencias Geológicas.

Las descripciones anteriores, resumidas, proceden de los paneles informativos que la propia Universidad ha colocado para transmitir la línea argumental del edificio, que es un gran proyecto artístico que les recomiendo visitar.

El paso de los años no ha sido amable con nuestro edificio. En una desafortunada "restauración" de los años 80 se perdieron las vidrieras de las puertas de las aulas (solo una vidriera se recuperó y se expone en la pared de la rampa espiral). Los parasoles metálicos originales de los ventanales, que tamizaban la luz que entraba en las aulas, han desaparecido. También se perdió la marquesina que unía el aulario con el edificio departamental. Ésta, construida en voladizo con hormigón armado, presentaba una serie de pliegues en "V" (a imitación de pliegues naturales) de gran valor estético. Además, la fachada del edificio ha sufrido alteraciones con la caída de pequeños trozos. Afortunadamente, estos problemas están en vías de solución.

La planta baja del edificio departamental acoge el Museo de Geología de Asturias. Varios miles de personas lo convierten cada año en uno de los museos más visitados de la ciudad. Son muchos los alumnos de colegios de toda Asturias que admiran muestras geológicas de gran calidad y belleza y dan sus primeros pasos en esta rama del saber.

En las zonas verdes que rodean el conjunto se ha organizado un "Jardín Geológico" que muestra grandes rocas que cubren todos los períodos geológicos presentes en Asturias. Están representadas desde pizarras y areniscas del precámbrico del Narcea hasta materiales terciarios sobre los que se cimenta nuestra ciudad. También, entre otras, las cuarcitas ordovícicas que forman nuestros cabos costeros, las calizas de Picos de Europa y los fósiles de grandes árboles de la Cuenca Carbonífera Central.

En definitiva, este conjunto es una síntesis arquitectónica y artística enfocada, desde el proyecto inicial, a un fin muy concreto: la Geología. Está catalogado en los inventarios de patrimonio con protección integral. Es un edificio muy representativo de la arquitectura del siglo XX en Asturias, definido como singular. También, aunque este reconocimiento no tiene una validez legal pero sí un alto valor profesional y técnico, el edificio está catalogado por la Fundación para la Documentación y Conservación del Movimiento Moderno.

Dentro de la protección asignada, debe incluirse la función para la que el edificio fue proyectado, construido y decorado: la Enseñanza y la Investigación en Geología. Un cambio de uso desnaturalizaría esta maravilla arquitectónica. Además, el traslado del Museo de Geología al Cristo destrozaría su labor divulgativa y cultural y el Jardín Geológico desaparecería irremediablemente.

Hágase pues lo que sea menester con los edificios del Campus de Llamaquique pero respétese nuestro patrimonio incluyendo la función y el uso para los que cada edificio fue diseñado. En cuanto al edificio de Geología, la Universidad, el Ayuntamiento, los distintos servicios de Patrimonio, Urbanismo y Ordenación del Territorio, los colegios profesionales y todos los responsables públicos concernidos deberán estar vigilantes para evitar los daños irreparables que un cambio de uso pudiera provocar en esta obra emblemática, orgullo de todos los asturianos.

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