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El legado de amabilidad de "tío Jaime" a los ovetenses

Me enteré por la prensa de la muerte de "tío Jaime", como muchos llamábamos en Oviedo a Jaime Álvarez-Buylla. Tras la lógica pena, y al leer tantas semblanzas publicadas en prensa sobre su brillante trayectoria y bonhomía, me surgió una idea que quiero trasladar a los ovetenses y a cualquier persona de bien que lea estas líneas.

Muchas, muchas cualidades se han dicho con sobrada razón de este querido ovetense que nos acaba de dejar. Me gustaría destacar una y pedirles a los carbayones que la acojan como su legado particular. Es algo fácil, no cuesta dinero, y le vendría muy bien a esta sociedad individualista -imbuida de crispación y prisa-, porque la haría más humana.

Jaime era un hombre afable, cordial, amable. Sabía pararse, hacerte un comentario positivo y mantener una conversación interesante que siempre te aportaba algo. Su saber estar, mirar, interesarse, sus buenas maneras, su sonrisa franca y acogedora no eran algo formal. También en su Facebook dejaba traslucir estos valores bastante inusuales hoy en día, donde tanto se corre y donde se presta más atención al móvil que a los ojos, a los gestos o a lo que le interesa a las personas que tenemos al lado. Es más, creo que Jaime se dirigía intencionadamente de manera personal, y valoraba tanto a la persona -fuera rico o pobre, ignorante o culto, extraño o amigo, joven o de edad avanzada- que le era espontánea, sincera, esa apertura cordial.

Decía Jeff Bezos, uno de los hombres más ricos del mundo, que "ser amable es más difícil que ser inteligente: la inteligencia es un don, la amabilidad es una elección". Jaime eligió comportarse con agrado, educación y afecto hacia los demás. Su partida nos deja muchas ausencias, pero una patente en este sentido. De ahí mi sencilla petición: la de procurar, en nuestra agitada vida, un espacio para la afabilidad, porque la consideración y la buena educación hacia las personas son importantes: saludar, dar las gracias, despedirse o pedir perdón, no está pasado de moda. Escribía Guardini: "Un saludo amable es ya una acogida, aunque sea breve. Es un rápido entrar y salir, pero conforta", más si se hace sonriendo porque, como dice C.S. Lewis, "la línea más corta para unir a dos personas es la sonrisa".

Cómo se alegrará "tío Jaime" desde el cielo al comprobar que los ovetenses no renunciamos a una seña de asturianía y somos amables, acogedores, cordiales, porque las prisas y el mucho quehacer no son óbice para un encuentro afable y cercano, aunque llevemos mascarilla. Además, qué contentos se irán de Oviedo los turistas, los peregrinos, todo aquel que nos visite, porque se sentirán atendidos, ayudados y siempre querrán volver.

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