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La vertiente solidaria de Jaime Álvarez-Buylla

La contribución de un médico ejemplar a la Hermandad de Donantes de Sangre

El doctor Jaime Álvarez-Buylla Menéndez, fallecido el pasado 3 de julio, fue el primer presidente de la Hermandad de Donantes de Sangre y un gran médico humanista.

El señor Alfredo Canteli, alcalde de Oviedo, recordaba, tras el óbito del doctor Buylla, cómo en su época de presidente de la Hermandad de Donantes de Sangre había conseguido la primera unidad móvil donada por el Banco Herrero y que durante muchos años recorrió toda Asturias captando nuevos donantes. Con el paso del tiempo, este vehículo se desafectó del patrimonio de la entidad y fue donado a una ONG de África. Quisiera destacar aquí la encomiable labor desarrollada por Benemérito Sánchez Prado, chófer de la unidad móvil durante toda su existencia.

El doctor Buylla nació en el seno de una familia de gran tradición médica. En 1971 se fundó la Hermandad, que había iniciado sus primeros pasos bajo los auspicios de don Adolfo Torres Fernández, persona que vivió para ayudar a los demás y que fue un veterano donante de filantropía ilimitada. Se imponía entonces la perentoria necesidad de acabar con el mercado negro de la sangre. La primera junta promotora se convirtió en Junta Rectora, una vez realizados los trámites para su legalización. Se implicó un insigne elenco de médicos capitaneados por el doctor Luis Pérez Silván, director del Centro; entre ellos, Ángel Álvarez Blanco y Celestino Vigil Fuente, alma de la Hermandad, quien más adelante se convirtió, en 1978, en el primer Director Técnico del Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias.

En aquel momento, se incorporó como director técnico Menéndez-Tévar, quien desarrolló una gran labor en perfecta simbiosis con las hermandades de donantes en una época de muchos conflictos con los políticos de turno y con la Administración autonómica, que, en vez de entender la trascendental labor que desarrollaban las hermandades, pretendían fagocitarlas. El doctor Vigil fue considerado como el máximo y más eficaz divulgador de la hemodonación altruista en la región, al igual que el doctor Gómez Marcos, dos seres humanos excepcionales. También formaban parte de aquella junta Joaquín Fernández García, Luis Antonio Gómez Granda, Félix Gómez Marcos e Ignacio Alonso de Nora, director por aquel entonces del desaparecido Instituto Nacional de Previsión. Con el asesoramiento de José María García de Viedma, quien impulsó la creación de todas las hermandades de España y hombre de confianza de Licinio de la Fuente, gran ministro, eficaz y solvente. Se confeccionaron los estatutos y, una vez aprobados, todos los miembros de la Junta eligieron por unanimidad al doctor Buylla como primer presidente.

El doctor Buylla fue el creador del Centro de Rehabilitación de la Seguridad Social, pionero y modélico en España y Europa, y que, con posterioridad, lamentablemente, fue dilapidado por los políticos de turno (1963-1983). En esta labor participó también el doctor Facundo Cabeza la Villa, con quien formó un perfecto tándem. Hasta 1977 formó parte de todas las juntas rectoras, siendo miembro correspondiente de la Real Academia de Medicina de Asturias y León. También publicó infinidad de trabajos científicos y fue un gran apasionado de la música como factótum de la Sociedad Filarmónica de Oviedo y, especialmente, del mundo de la ópera. Hombre de ciencia y reputada pluma, la lectura de sus colaboraciones en LA NUEVA ESPAÑA constituía un verdadero deleite.

Médico humanista y traumatólogo de reconocido prestigio, concitaba el carácter de persona humilde, culta, sosegada, silente, trato dulce y cordial, sencillo, melómano, bondadoso, todo un caballero español, patriota y de firmes convicciones religiosas, que siempre entendió que el paradigma de la solidaridad humana radica en la donación de sangre y de órganos. Doña Margarita, su esposa, nos comentaba en la capilla ardiente a Alfonso Lobato y a mí que Jaime había recorrido, pleno de ilusión, todos los rincones de Asturias con el afán proselitista de captación de nuevos donantes.

Quien escribe estas líneas fue durante quince años presidente de la Hermandad de Donantes y ocupó otros quince distintos cargos de la Junta Rectora, teniendo la suerte de conocer y seguir los consejos de don Jaime, manteniendo un contacto periódico hasta el final de su mandato. Durante ese periodo, hemos mantenido conexión permanente y encuentros periódicos con todos los presidentes en la historia de la entidad.

En 1992, la Hermandad, junto con la Federación Nacional, dirigida entonces por Martín Manceñido Fuertes, organizó en Oviedo las Jornadas Nacionales sobre la Donación de Sangre y Tejidos y la celebración de su Congreso Nacional con un pletórico programa. En el desarrollo de las mismas fue homenajeado don José María García de Viedma, quien, como queda dicho a las órdenes del inolvidable ministro Licinio de la Fuente, contribuyó eficazmente a poner en marcha las hermandades que emergían en todo el territorio español. A él y a los doctores Álvarez-Buylla y Cabeza la Villa se les reconocieron sus méritos rindiéndoles el merecido homenaje.

El acto de clausura tuvo lugar en el Auditorio Príncipe Felipe, coincidiendo con el 19 de octubre (día del Desarme), y en el mismo recibió quien firma este escrito la medalla de oro de la Ciudad de Oviedo, entregada por nuestro adalid Gabino de Lorenzo, quien siempre prestó apoyo a nuestras actividades. Pregonó el acto el periodista asturiano Ramón Sánchez-Ocaña. El acto revistió gran solemnidad y efecto mediático, con representación de todas las autonomías, expresidentes y delegados territoriales de la Hermandad, gran número de invitados del sector público y donantes en general. El doctor Buylla tuvo mucho que ver en la organización de este evento.

Querido amigo don Jaime: desde donde estés, gozando sin duda del Dios en el que tenías tanta fe y confianza, vela por los que aún seguimos peregrinando hasta que seamos llamados a la casa del Padre. Con nuestras oraciones, recibe un fuerte abrazo.

A su ilustre esposa, doña Margarita; hijos y familiares, nuestro testimonio de pesar más sincero y también en nombre de los donantes y enfermos de Asturias que se han beneficiado de su ingente labor solidaria.

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