Después de su estrepitosa salida del armario, reconociendo públicamente la admiración que siente por Camela, el compadre tuvo que llevarme a Urgéncias donde me recetaron una solución de Nervotranquilicín. Este San Mateo atípico nos está volviendo un poco locos a todos, nos dijo el médico, que nos atendió desde la ventana de un tercer piso.
Sin poder desfogar en los chiringuitos, encerrando conciertos populares entre las paredes del Auditorio y rodeados de protocolos de seguridad sanitaria, la noticia me había provocado un shock nervioso. Hoy, mi amigo me lleva a dar un relajante paseo por el Campo San Francisco.
-Qué vacío se ve esto en comparación con otros años. No han puesto ni los baños portátiles.
-Ni verbenas ni juegos infantiles.
-Con lo que prestaban todos esos juegos tradicionales que ponían para que conociesen nuestras raíces y nuestra infancia. La pesca la botella, las canicas? Esta generación es víctima de las consolas.
-Qué hablas, manín, si tú y yo no hicimos otra cosa que echar partidas en Electrónicos 2000 hasta que tuvimos estatura para entrar en el Wippoorwill. No vimos una canica ni por la tele.
Al pasar por la Herradura, hacemos una parada a la sombra.
-Para lo pijos que os creéis, tenéis esto un poquitín descuidado. La fuente del caracol sin caracol. El kiosco de la Chucha sin chucherías. Eso sí, como se te ocurra pisar el césped ya la tienes liada, nunca falta paisana que te abronque.
-Es la tradición, un campo de mírame y no me toques.
-Estamos en Asturias. Qué pasa por pisar la hierba. Será por verde -dice riéndo-. Pero me flipa que hasta los guajes lo respeten sin falta de poner carteles de prohibido pisar el césped.
-Menos el día del bollu, que está todo permitido- matizo.
-Babayos engreídos? Los carbayones sois los únicos capaces de ponerle puertas al campo. Aire puro es lo que hace falta. Y buenos alimentos. ¿Te apetece un barquillo?
-Prefiero un gofre.
Me mira con compasión.
-Eres un llambión globalizado.
