Hoy es un día muy triste. Nos ha dejado mi amiga Patricia. Patricia era profesora de Infantil en el colegio Dominicas y una gran amante de su profesión. Disfrutaba con lo que hacía. En ocasiones, cuando alguien se va, hacemos un falso retrato de esa persona y solo ponderamos sus virtudes. ¡Yo no quiero hacerlo así! Patricia era una persona muy vital, cariñosa, atorollada, risueña, natural, un poquito chillona, luchadora y auténtica. Y así la quiero recordar, tal y como era.

No tengo ninguna duda de que era alguien muy querido y que así se sentía. Pero en estas circunstancias, recibiendo tantos mensajes de tanta gente, me paro a pensar por qué no seremos más cuidadosos con los que queremos en vida. Empezando por los de casa, a los que siempre les toca la peor parte porque son los que tenemos más cerca.

O el resto de la familia, con los que muchas veces solo nos juntamos en ocasiones señaladas. O tanta otra gente a la que consideramos amigos pero con los que no podemos contar en el día a día. Robemos unos minutos a nuestro ajetreado ritmo de vida para hacer una llamada y preguntar ¿cómo estás? Para hacerles sentir a los que queremos que estamos aquí, hoy y ahora.

Ella tuvo tiempo de despedirse de todos: de su familia, de sus muchos amigos y compañeros y de todos los que la queríamos. Y, como ella misma nos dijo en referencia a su película favorita, no debemos agobiarnos por tonterías porque "La vida es bella".

Dándonos lecciones hasta el final.

Adiós, "maestra".