La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Álvaro Faes

AL FINAL DE LA SEMANA

Álvaro Faes

Ni un día más de espera

Oviedo necesita La Vega como símbolo de autoafirmación

Oviedo no puede esperar más. Necesita la vieja Fábrica de Armas. La Vega deslumbró hace seis años, cuando abrió por primera vez para la Noche Blanca; luego repitió en otras ediciones, se destapó como plató para "El secreto de Marrowbone" y como pantalla de cine de verano; para conciertos indies, para derroches de luz y sonido, para arte y electrónica, para acomodar reyes o para hacerle a Scorsese un homenaje redondo. La tasa de éxito es del cien por ciento. Nunca ha fallado. Con sol o lluvia, con muchedumbres o con restricciones pandémicas, todo ha ido bien siempre allí.

Y muchas veces se ha quedado gente fuera. La Vega se ha convertido en una marca aspiracional: los artistas quieren estar, los programadores sueñan con sus naves infinitas y el público agota las entradas por internet, gratuitas hasta ahora, en cuestión de minutos.

Oviedo está en plena fase de autoafirmación. Lleva años en busca de su modelo, de una idea para reforzar su identidad. Y La Vega parece idónea. Consigue algo imposible en estos días. Una vez se traspasan los muros, la política desaparece. No hay partidos ni colores, solo amor al arte y al espectáculo, a lo que hasta ahora se ha visto allí.

Pero es tan grande y puede dar para tanto que nada de lo que se oye suena a locura. Convertirla en un polo de empresas biosanitarias la haría un foco de empleo. Pero, antes de todo esto, hace falta conseguirla para la ciudad, que Defensa levante la mano y que La Vega sea de nuevo de los ovetenses. Y a tiempo completo.

Compartir el artículo

stats