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Álvaro Faes

Oviedo necesita a su equipo de baloncesto

Los problemas del OCB ante la falta de un pabellón en la ciudad acorde a sus necesidades

El Oviedo Baloncesto es un equipo que cae bien. Un club humilde, con los pies en el suelo; un club joven. Nació en 2004, se abrazó a un descenso a la primera y luego empezó a ganar. Y ganar y volver a ganar. Tanto y tan rápido que no tenía límite. Asomó al play-off a la ACB y superó una eliminatoria. Ha enraizado en el tejido ovetense. Tiene –primer equipo al margen– un senior femenino, 23 equipos de cantera, 300 niños hacen deporte con ellos y controlan otras nueve formaciones a través de su escuela. Puro trabajo social pegado a la comunidad, una cadena de transmisión de valores que no puede romperse. El OCB se merece pelear por sus sueños.

Pero Oviedo tiene un problema con su equipo. Ha crecido rápido y las instalaciones deportivas de la ciudad se le han quedado pequeñas; no hay dónde acomodarlos para jugar en la liga LEB Oro, la segunda categoría profesional en España, para la que la Federación reclamará dentro de un año un mínimo de 2.500 butacas. La cantinela ya de viene de atrás, pero la amenaza de que el pabellón de Pumarín ya no servía sonaba a esos avisos de catástrofe que nunca se cumplen, como cuando pensábamos que el virus no salía de China.

El drama aún puede evitarse, nadie quiere rupturas ni traumas, aunque las relaciones entre el club y el Ayuntamiento son frías, como se ha comprobado los últimos días en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA. Fernando Villabella, presidente del Liberbank Oviedo Baloncesto (OCB), ya se ha puesto en el peor de los escenarios. Y ha explorado lo que nadie desea: llevar el equipo a otra ciudad. Gijón, Avilés y Langreo tienen pabellones adecuados. En este periódico, Villabella advirtió del peligro. En los despachos municipales no gustó la puesta en escena.

La realidad es que el equipo necesita casa nueva y el Ayuntamiento tiene pensado levantarla. Es una operación compleja: sacar la pista de atletismo del Palacio de Deportes, llevarla a la parcela del fallido spa del Naranco, preparar allí un pabellón para atletismo y después ponerse con la reforma integral del Palacio.

Hacía mucho que Oviedo lo pedía a gritos. Las políticas de años atrás dieron prioridad a un polideportivo en cada barrio frente a las grandes instalaciones. Lo típico de la manta corta. Si me tapo los pies me descubro la cabeza. Y el Palacio cayó en el abandono.

El plan no suena mal, pero al OCB se le escapa en el tiempo. En trazo grueso, parece complicado pensar en menos de seis años para culminarlo. Y en el club no se ven toreando a la Federación año tras año. Urge una solución de consenso.

Oviedo no puede permitirse perder a su equipo de baloncesto. Oviedo necesita al OCB y el OCB necesita a Oviedo, a su gente, a sus aficionados. El pabellón de Pumarín frena la progresión del club. En cada partido entraban allí 1.200 personas, el máximo de su capacidad. ¿Por qué no soñar con un proyecto de más altura? ¿Por qué no pensar doblar o triplicar los aficionados?

La salida es difícil, pero habrá que explorarla. Oviedo se lo merece. Los ovetenses se lo merecen. El baloncesto se lo merece. Los niños se lo merecen. Seguro que pronto llega una solución.

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