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Esteban Greciet

La ciudad y los días

Esteban Greciet

La Navidad ovetense en años de posguerra

No es de recibo que ahora vengan a contarnos nuestro propio pasado

Queda por ahí algún superviviente de aquellas Navidades de posguerra en una ciudad llena de lutos, carencias y ruinas por la aún reciente guerra civil que aquí fue un cerco cruel sin conseguir sus propósitos de conquistar la ciudad. Uno mismo, niño entonces, testigo primerizo de escenas espeluznantes, da fe de que en las familias de cualquier signo político, y como una tácita convención, no se solía mirar atrás sino que se participaba con ímpetu en la inaplazable tarea de levantar España.

Vienen ahora al recuerdo aquellos primerizos años cuarenta, sus vacunas contra la gripe, el tifus, la viruela, la tosferina y demás males y pandemias propios del tiempo y de la situación. Y el frío invernal en las aulas, casos de los Institutos de Santa Susana y General Elorza con una pequeña estufita de carbón siempre más cerca del profesor. A los chavales nos salían en las manos unas picantes inflamaciones de nombre sabañones, hoy casi desconocidas.

Pero, a pesar de todo, los niños, adolescentes y jóvenes de aquel tiempo éramos felices jugando entre las ruinas o subiendo al totémico Monte Naranco incluso directamente hasta el Pico del Paisano. Había racionamiento de alimentos y menesterosidad, como en toda España, paliada por las organizaciones caritativas de la Iglesia Católica y del llamado Auxilio Social.

Aquellas Navidades de los años cuarenta eran precarias en toda España, pero hubo turrones que también se vendían en trocitos cúbicos a una peseta de precio. Resurgieron las Navidades clásicas y, por supuesto, los Reyes Magos volvieron de Oriente y su aparatosa cabalgata con las tres bandas de música locales: la Municipal, la militar del Regimiento del Milán y la del Hospicio.

Había pobreza, también cierres de industrias y comercios, restricciones diversas, pero regía un eslogan reflejo de la actitud de una población muy castigada aunque resuelta a remontar sin lamentarse ni mirar atrás: voluntad de resurgimiento.

La pregunta es si aquella situación y sus dificultades pueden guardar algún paralelismo con el difícil momento que vivimos hoy. Me atrevería a decir que la respuesta es relativamente afirmativa en cuanto a la dureza del momento, las inesperadas muertes y el daño económico. Pero también hubo un consiguiente afán colectivo de remontar la situación sin mirar atrás y hasta un repunte de la fe religiosa ante tanto desastre sin explicación.

Lo dice quien tuvo víctimas en los dos bandos. Que ahora vengan políticos del tiempo a contarnos nuestro propio pasado a su manera como argumento para conseguir desmenuzar España contra la propia historia, sería incluso de risa si no fuera dramático y aún ofensivo para la realidad que algunos vivimos en la lejana infancia a causa de una guerra.

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