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antonio masip

Con vistas al Naranco

Antonio Masip

Palacio del Sol

Ante la necesaria recuperación y reocupación del edificio que fue sede de la Consejería de Cultura

El palacio de la plaza del Sol.

Es actualidad el palacio de Inclán-Leiguarda (Sol) por revelación de sofisticada red de genocidas en fuga. No sé si en paralelo a la famosa “Odessa”, de Frederick Forsyth, o a la reciente “Ruta de escape”, de Philippe Sands. Tengo por el lugar cierta nostalgia, pues ocupé la primera planta como primer consejero de Cultura de la comunidad autónoma. Mi acceso fue accidentado al colocarme antes en piso de Arquitecto Reguera, donde estaba el bueno de Rodrigo Artime, titular preautonómico. Conmigo se trasladarían a Sol María Jesús Seva, excelente funcionaria, Peña y María Jesús Fernández, que llevaban los Juegos Escolares, y los grandes refuerzos de Lilia María Morín y, gracias a Lilia, Obdulia Betancourt, Ángela Menéndez, Jaime Saa, Saturnino Bayón, Benjamín Rodríguez, Manuel Pastor, Antonio Tamargo... Con el amistoso asesoramiento de Avelino Martínez, José Armas, Emilio Martínez Mata y la buena mano en retaguardia de Carmen de Paz y Bernardo Fernández. También acompañaron el cambio dos piezas de Piñole y Navascués. Iniciamos la posesión con la exposición “Deporte en el arte asturiano”, que mezclaba la doble competencia de la Consejería, respetando, en el piso de arriba, Urbanismo, asumida por Arturo Terán.

El palacio era –es– magnífico, y ahora estudia salvarlo Felipe Díaz de Miranda apoyándose en un buen estudio de Iván Muñiz, tras imprescindibles retoques en pintura exterior, tejado y canalones. Por cierto, nunca comprendí el traslado de Cultura a una pata del “centollu” Calatrava.

En mi adolescente paso por Carpio hacia los Dominicos, me fijaba que, en la balconada, unas chicas bordaban para conseguir certificado servicio social. El edificio había pertenecido entonces a la Sección Femenina de la FET y de las JONS, adaptado por Somolinos, artista arquitecto a no olvidar.

En mi primer instante de Consejero aprecié que la puerta no corresponde a simetría, debido al origen en dos edificios y a solar cuesto. Aún más curioso, en los cimientos deben encontrarse huesos humanos.

Francisco Castro, eminente numismático, tristemente desaparecido, procedió a diseñar, y fabricar, medalla conmemorativa, con la imagen en relieve broncíneo.

Ignoro si hay leyenda en las huidas nazis con etapa en Sol. En cualquier caso, este fabuloso vestigio barroco merece esa atención académica de Muñiz y la que en su día, como arquitecto, hizo Terán, y relanza ahora Díaz de Miranda para su conservación y ulterior, espero, reocupación.

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