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José Ramón Castañón, Pochi

Oviedo suma contra el hambre

Ante el inicio de la tradicional campaña de Manos Unidas

Muchas son las canciones que han marcado mi vida, y todavía hoy siguen coloreando lo que soy y lo que aún aspiro a ser. La melodía y letra de “Puente sobre aguas turbulentas” marcó sin duda alguna mi adolescencia y, aunque quizás Paul Simon la dedicara a alguien o a un momento concreto, a mí me regaló un montón de sugerencias, como llaves que me abrieron a un futuro prometedor y esperanzador revestido en un verso: “Seré tu puente sobre agua profunda si confías en mi nombre”.

¿Por qué recuerdo de manera especial esta frase?, igual que otras muchas, como aquella que tanto cantamos de Labordeta, “Habrá un día en que todos al levantar la vista…”. El próximo fin de semana celebraremos otra campaña más de Manos Unidas, que decimos con eufemismo vergonzante para nuestra sociedad opulenta, la Campaña contra el Hambre; y Oviedo se remanga, montones de parroquias, cientos de anónimos ciudadanos, de toda condición, incluso ideológicamente enemigos, suman sueños, esfuerzos, cansancios, en una aventura de locos, recaudar fondos para llevar a cabo un proyecto en algún rincón de eso que decimos tercer mundo, que no es más que el rostro empobrecido de un único mundo. Vecinos y vecinas, feligreses de nuestras parroquias, amigos y gentes anónimas, nos paramos y nos damos otra oportunidad para seguir preguntándonos dónde está ese puente que salve aguas revueltas y que logre estrechar la distancia entre dos orillas tan distintas y distantes, como valiosas.

Por pocos días, Oviedo se convierte, a pesar de la pandemia, en un sinfín de mercadillos, rifas, carreras solidarias, donaciones, venta de todo lo vendible, con tal de sumar, cuanto más mejor, pues cada euro devuelve la esperanza a una vida lejana, cada dibujo de un niño o niña ilusionado, cada adulto que se sonroja o avergüenza de lo que gasta, cada pequeño compromiso por vender o llevar carteles, es un puente de esperanza que nos acerca a esa otra orilla de pobreza silenciada. Sí, tenemos que decirlo alto y claro, Oviedo suma, Oviedo contagia una empatía lejana que se materializa en miles de gestos solidarios. Este año, la campaña viene encabezada con la frase “Contagia solidaridad para acabar con el hambre”, magnífico slogan utilizando un juego de palabras de actualidad y contundente si en nuestras malogradas mentes no hubiera una desechable conexión entre solidaridad y caridad.

Nos embarcamos en esta aventura de tender puentes porque para nosotros la solidaridad no es un acto de caridad autocomplaciente, sino el compromiso real que nos hace salir de nuestra vida fácil y cómoda para compartir de manera real el sufrimiento y las carencias de aquellos que no tienen voz ni tan siquiera para quejarse de la pandemia que ahonda más si cabe su pobreza. Oviedo se tiñe de una solidaridad que se escribe con las letras de una auténtica despreocupación de nosotros mismos para decir que el que importa es ese otro al que nadie quiere, que nadie acoge, al que nadie siente cerca, y mucho menos considerado de su misma dignidad y condición.

Estos días, recordando mis canciones, me siento orgulloso de todas esas gentes que se dan, que se empeñan, que doblegan falacias de acomodados, que gritan vergüenzas de satisfechos, que ayunan y rezan para que haya cada vez más puentes sobre aguas turbulentas. Gracias a tantos hombres y mujeres anónimos, a niños y niñas de coles y parroquias, que desde hace ya semanas han removido armarios y conciencias para lograr un pequeño sueño, que una vez cumplido, nos despertará para un sueño mayor, tal vez imposible, de construir un mundo que sea casa común de una única familia. Súmate a nuestro sueño y contagia solidaridad.

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