Después de años peleando con el alzhéimer, hace dos meses falleció mi mamá. Solo quería dedicarle estas líneas para tener un recuerdo hacia ella. Fue excelente como esposa –53 años casada con mi padre–, como madre y como abuela. Destacaba por ser tímida, educada y a la vez con un carácter que a mí me marcó. No olvidaré esas “broncas” que me echaba de pequeño, mientras a mi hermano le reñía menos, era el enchufado, su ojito derecho.

No quiero entrar en detalles de la enfermedad, que es horrible para quien la padece y también para quienes conviven con el enfermo. Por muchos consejos que te dé la gente, hay que vivirlo día a día para saber el gran desgaste físico y mental que conlleva. No me puedo olvidar de mi mujer. A pesar de que tenemos dos hijos y nuestros trabajos, la suya fue una ayuda importantísima. Me queda el mal sabor de boca de que, a pesar de que di el máximo por ella, el día que se la llevaron en ambulancia no pude despedirme con un beso o un te quiero, como ella hacía siempre, por culpa del puñetero virus. Estos días pasados fue su cumpleaños, supongo que le harían una fiesta en el cielo, allí tienen ahora con ella un nuevo ángel. Te quiero, mamá, te echamos de menos. Si puedes, échame un cable por casa, que alguna “bronca” de las tuyas no me vendrá mal.