La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Ramón Castañón, Pochi

El año que nos robaron

La gestión política durante la pandemia

Una cruel e inesperada circunstancia cambió nuestras vidas, dio un giro nunca soñado a la normalidad. De un plumazo, sin saber cómo ni por qué, nos vimos abocados a la soledad, a la desesperanza, y lo que es peor, a una muerte amenazante.

Un año que cambió nuestras vidas, que rompió cercanías, abrazos, besos, el cariño de los amigos y los cercanos; se desmoronó lo cotidiano, el trabajo, se desplomó la economía de las familias, se rompió el sueño de una sociedad del bienestar, y lo que es peor, cambió la manera de mirar al rostro de la muerte.

Ha sido un año catártico, purificador. No sabemos si recuperaremos aquella famosa normalidad, pero sí tenemos claro que se han roto nuestras tranquilas formas de vida, los modelos culturales, las certezas morales que nos sustentaban, los equilibrios sociales que tejían nuestra relaciones, las igualdades de oportunidad y de futuro. Un año que ha destrozado sin mediar palabra lo que éramos y todavía no nos ha susurrado lo que seremos.

Sí, ha sido un año en el que hemos caminado hacia atrás, social, económica, moral, políticamente; hemos dejado de ser una sociedad adulta para convertirnos en una sociedad tutelada, vigilada y amordazada. Hemos vivido un año, de mentiras, de miedos, de desmantelamiento de la democracia. Las decisiones políticas han ido por caminos distintos a las decisiones médicas, errando pasos o llegando tarde.

Mientras todos sufríamos abnegados y cumplidores, como niños, nuestros políticos se ponían de perfil y maquinaban sus estrategias de política Netflix, donde todo es ficción y lo importante es inventar una historia, un relato; lo primero es comunicar, tuitear, lo que sobra es la gestión. Mirad a Sánchez, Iglesias, el mismo Barbón, verdaderos artistas de las redes, pero vacíos de decisiones que tengan que ver con la vida real.

Después de doce meses, todo sigue igual, ni se han enterado de lo que pasa en los hogares de los que sufrimos la jodida realidad. Y lo peor es que les seguiremos votando.

Compartir el artículo

stats