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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música

Jonathan Mallada Álvarez

La tormenta perfecta

Un concierto de alto nivel artístico y con muy buena entrada para el cierre de la temporada de invierno de la OSPA

A pesar de acariciar la primaveral estación con la yema de los dedos, la cita musical llevaba por título “Iviernu V”. Y la verdad es que nunca mejor dicho ante el temporal que se instaló momentáneamente en la región. Pero otra tempestad se vivió en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo la tarde-noche del viernes, en este caso, en forma de aguacero musical, en una velada con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA. ¿Los responsables? La “borrasca” Perianes y el “frente asociado” Perry So que, junto a la OSPA, desataron durante casi dos horas, una tormenta musical de gran nivel sobre el auditorio ovetense.

La contratación de Perianes era un valor seguro, y como tal, no defraudó. Con una técnica excelente y una pulsación traslúcida, evocó durante el primer movimiento del “Concierto para piano y orquesta n.º3”, al Beethoven romántico, perfectamente ajustado en los concertantes a una orquesta sin fisuras. Además, el pianista onubense hizo una lectura muy hábil del concierto y de su interpretación, con una extraordinaria cadencia al final de este primer número: de gran sensibilidad y dejando compases muy emotivos. Durante el Largo se pasó a un lirismo y una expresividad mayúscula por parte del solista español y la OSPA, expresividad que el ayer director (Perry So) potenció con habilidad apoyándose en la calidez y dulzura de las maderas y en una articulación bien entendida.

Con la vuelta del tempo rápido, retomaron el carácter y una sensación de agilidad y fluidez que no les hizo perder un ápice de seguridad. Al contrario, parecían más cómodos que nunca. Ante la cascada sonora que emanaba del piano y teñía de luz la sala del auditorio, la orquesta lució serena y equilibrada, ejecutando algún rubato y unos contrastes acertados en las intensidades de los volúmenes, siempre bien trazados. Perianes remataría su gran actuación con una imponente propina: “La maja y el ruiseñor”, de Enrique Granados.

Tras la pausa, la OSPA hizo frente a la Sinfonía “Patética” de Chaikovski, donde se demostró que Perry So mantiene su idilio con la orquesta del Principado. De gesto amplio, enérgico y expresivo en su dirección, el asiático extrajo un sonido muy atractivo de la de la agrupación asturiana durante toda la sinfonía. En el primer movimiento con una cuerda brillante y unos metales poderosos que redundaron en una sinfonía rica y matizada; en el segundo, mucho más alegre y jovial, con un sonido muy envolvente y una ejecución muy elegante. El “allegro molto vivace”, con potentes crescendos, estuvo bien definido y los últimos compases del “finale”, languidecieron ante un silencio sobrecogedor; la calma que sigue a la tormenta y la mejor manera de cerrar la temporada de invierno.

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