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Carlos Fernández Llaneza

Mantova

La industria textil de Vallobín como ejemplo de las empresas que se quedaron en el camino

Suele ser frecuente oír que Oviedo es una ciudad eminentemente de servicios mientras que el peso industrial recae sobre otras ciudades de la región. Puede ser. Pero no siempre fue así. Oviedo tuvo una importante actividad industrial a lo largo de su historia: yacimientos mineros en Olloniego y Tudela Veguín. Minería de hierro y caliza en el Naranco. Arcillas para la industria cerámica. Madoz habla de molinos harineros, telares o la alfarería de Faro.

En 1857 se inició la fábrica de armas en La Vega y en Trubia desde finales del XVIII. En 1865 la fábrica de pólvora en la Manjoya y de dinamita a partir de 1888. En 1898 se instaló la pionera fábrica de cementos Portland en Tudela Veguín. La malograda fábrica de loza de San Claudio desde 1901. También en San Claudio, desde 1896 la tejera Cerámica Asturiana. La Popular Ovetense desde 1898. La Fundición Bertrand en 1860 y La Amistad en 1856. En 1943 inicia su producción Industrial Química del Nalón y en 1948 Industrias Doy.

Hubo en Oviedo industrias harineras, panificadoras, fábricas de alcohol, sidra, jabón, cerillas, galletas, achicoria, talleres de construcción de carruajes, ebanisterías, herrerías… A finales del siglo XIX Oviedo contaba con 49 fábricas que empleaban a unas 3.000 personas; así pues, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX la industria seria la principal impulsora del crecimiento urbano de Oviedo y, por tanto, también demográfico.

A la vez, crece el interés por sacar de la ciudad las actividades fabriles a favor de los servicios y el uso residencial. En fin, que sí. Que Oviedo fue también una ciudad industrial, aunque, lamentablemente, la mayoría de esas industrias, por unas u otras razones, fueron desapareciendo. Duele recordar aún la reciente marcha de La Vega o el cierre de la Loza de San Claudio, una industria que merecería haber sobrevivido y cuyo cierre no se merecían sus trabajadores ni los vecinos de San Claudio.

Las instalaciones de Mantova en el barrio de Vallobín.

Hoy quiero evocar otra de esas industrias desaparecidas: Mantova. Una próspera fábrica textil que cerró sus puertas en abril de 1992 y que se ubicaba en mi querido Vallobín y por la que pasaba con mucha frecuencia mirando con envidia a su terraza en la que se decía –y era cierto– había una piscina. A nuestros infantiles y curiosos oídos llegaban noticias de los animados guateques que se organizaban los domingos. Por supuesto, ni piscina ni guateque caté nunca jamás. También me contaron que tuvo su propio equipo ciclista en el que llegó a correr José Manuel Fuente “El Tarangu” en 1964 y 1965. Pero nada es eterno. LA NUEVA ESPAÑA del 12 de abril de 1992 informaba: “Mantova, pionera en el sector, ya no es moda. La popular empresa textil ovetense pionera del sector de confección español, cerró tras 37 años debido a una suspensión de pagos.

La causa fue la falta de liquidez, la desidia de la Administración regional y la desconfianza de los bancos en el sector textil, que impidieron que avalaran los 150 millones en letras que le adeudan sus clientes”. Se ponía punto final a una empresa fundada en Oviedo en 1956 y que había logrado un éxito notable. Llegaron a ser especialmente conocidos sus gabanes impermeables y bañadores; bien podría ser de esta marca el que lució Fraga en su famoso baño en Palomares.

En fin, sirvan estas líneas de recuerdo a una importante firma ovetense y como homenaje a todas esas empresas que se fueron quedando por el camino; de forma especial, a las que en estos últimos meses no han sido capaces de sobrevivir a esta maldita pandemia. Detrás de cada empresa que cierra, además de los perjuicios económicos para trabajadores y empresarios, queda también sepultado mucho esfuerzo, mucho tiempo dedicado y muchos sueños por cumplir.

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