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Álvaro Faes

al final de la semana

Álvaro Faes

El mañana del Calatrava

El incierto futuro de la galería comercial del edificio de Buenavista

Oviedo como ciudad de congresos fue un concepto de épocas pretéritas que logró hacerse un espacio en el imaginario colectivo y, además, convertirse en una realidad. Cuando el Calatrava era un agujero en obras, el Auditorio Príncipe Felipe hacía las veces de ágora y por allí desfilaban los fines de semana cientos de personas con acreditación al cuello, bolsillos llenos y ganas de gastar en la ciudad.

Nunca habíamos tenido en Oviedo un lugar del todo apropiado para las grandes reuniones profesionales, así que el futuro Palacio de Exposiciones y Congresos donde siempre había estado el campo de fútbol sonaba muy bien, más aún con la firma del arquitecto valenciano, un número uno mundial. La historia del edificio se escribió con renglones torcidos desde muy pronto y las dos grandes crisis de la época reciente, primero la económica y luego la sanitaria, lo dejaron muy tocado. El centro comercial, la otra clave del edificio, arrancó pletórico, pero ya únicamente funcionó por inercia, hasta que el impulso se agotó por sí mismo. Oviedo tiene ahora un Palacio de Congresos que espera por mejores tiempos sanitarios, sin cierres perimetrales y con licencia para llenarlo de gente. Debajo, la galería de tiendas ha conocido, cerrada a cal y canto, una muerte por agotamiento, envuelta en un concurso de acreedores y en manos del administrador concursal.

El mañana del Calatrava

Las cifras estimadas para sacarlo adelante marean y hacía muchos años que la iniciativa privada no aparecía tan tocada como en esta crisis, con consecuencias incluso más lesivas que la recesión de 2008, cuando cientos de empresas y puestos de trabajo se quedaron por el camino.

Con sus luces y sombras, la realidad es que Oviedo tiene un edificio de Santiago Calatrava medio vacío. Y que no se le puede dejar morir allí por décadas. Nadie reclama una solución inmediata, pero sí procede empezar a pensar en ella. El Alcalde maneja ahora otras prioridades: la plaza de toros o la reforma del Palacio de los Deportes están en los primeros lugares de la lista, y en el Ayuntamiento no quieren que otros debates desvíen atención y esfuerzos. El edificio de Buenavista se percibe como un asunto que requiere solución, pero que no llegará en el corto plazo.

La iniciativa privada no parece animada para afrontar una gran operación en el Calatrava, aunque fueron empresarios locales los que lograron desbloquear uno de los grandes agujeros negros del urbanismo de Oviedo, el Vasco. Las administraciones tampoco se entusiasman con la idea de hacerse cargo del recinto. Bastante tienen ahora con el Palacio de Congresos, a la espera de que se levanten las restricciones para recuperar el pulso congresual. Ya ha habido quien sugiere (la Cámara de Comercio, principalmente) que el inmueble llegará a tener un valor cercano a cero y que será entonces cuando el Ayuntamiento podría hacerse con él y vincularlo al Palacio de Congresos. Solo suenan conjeturas y suposiciones, mientras el centro sufre el desgaste concursal. La pieza está ahí, en un lugar que puede ser atractivo y para ayudar además a barrios que ahora quedan un poco fuera de foco, cuando todo lo bueno y de futuro se articula alrededor del HUCA. Lo más importante es tener presente al Calatrava y no dejarlo abandonado a su suerte.

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