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Jonathan Mallada Álvarez

Crítica / Música

Jonathan Mallada Álvarez

Recuperando la primavera

El talento de “La Real Cámara”, al rescate del olvido de obras de Francisco José de Castro

El tercer concierto de la VIII edición de la Primavera Barroca tuvo un protagonista indiscutible: el compositor español Francisco José de Castro. “La Real Cámara” ya había interpretado en Oviedo los conciertos del opus número 1 del “Spagnuolo”, y en esta ocasión hicieron lo propio con los ocho conciertos que integran su opus número 4 (una verdadera lástima que los números 2 y 3 se hayan perdido). Para completar el programa, dos conciertos de Giuseppe Torelli, contemporáneo y mentor de José de Castro.

A pesar de la brevedad de los conciertos, la música de Castro no tiene nada que envidiar a la de otras figuras de gran peso en el panorama musical universal como Corelli o el propio Torelli. Además, la esmerada interpretación de “La Real Cámara” contribuyó enormemente a esta visión atractiva de las obras del español, desplegando sobre la sala de cámara del auditorio un crisol de sonoridades que varió desde la brillantez de los violines al lustre de la trompeta, la dulzura del oboe, la profundidad del violonchelo o el siempre colorista y sugerente rasgueo de la guitarra barroca.

Los tres primeros conciertos fueron ejecutados con mucha solemnidad y delicadeza, con algunos bellos diálogos entre los violines, en el primero, y un buen Gutiérrez al oboe, desarrollando con acierto las agilidades en un segundo concierto con alguna reminiscencia incluso a Bach en determinados pasajes. Para cerrar esta primera sección del programa, el “Concerto per la tromba Estienne Roger 188 en re mayor” de Torelli, donde Casañ (trompeta) mostró un buen fiato y, al igual que su compañero del oboe, supo insuflar aire de forma constante para aportar volumen a las frases y redondear su actuación.

Nuevamente tres conciertos del “Accademico Formato” (bajo cuya autoría estaría José de Castro), donde la formación comandada por Emilio Moreno lució equilibrada, siempre bien ensamblada y balanceada, matizando las melodías y los materiales temáticos que saltaban de un instrumento a otro aportando gran riqueza a la obra y al oyente.

El segundo concierto de Torelli que se ponía en liza demostró que los estilos de ambos compositores están íntimamente ligados, dando paso al expresivo “concerto settimo”, quizá el más melancólico y nostálgico de todo este opus del compositor sevillano por el carácter de sus melodías, especialmente en los movimientos lentos lo cual resultó todavía más efectista en contraste con las partes más veloces. En el último, que cerraba la velada musical, todos estuvieron muy concentrados e implicados en cuidar el volumen y la emisión. En definitiva, algo más de una hora de música donde quedó claro que “La Real Cámara” sigue recuperando patrimonio nacional y, el público ovetense, la primavera que le han robado.

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